lunes, febrero 02, 2009

Felix Arbolí, Las novias de Alá

martes 3 de febrero de 2009
Las novias de Alá

Félix Arbolí

L A religión, sea cual sea, debe sentirse como algo muy serio y muy íntimo, casi escondido en nuestro interior. Es la manera de relacionarse el hombre con su Dios y seguir fielmente sus mandatos, así de simple. No debe dársele por tanto voz al pregonero para atacarla, ni para defenderla o imponerla de forma violenta, con acciones criminales o palabras llenas de odio. Ciñéndome a la nuestra, el Cristianismo, su Fundador evitó en todos los instantes de su vida pública el enfrentamiento entre sus seguidores y detractores. Su mensaje era de paz y de amor hacia todo el género humano, cristianos y gentiles. Recuerden el episodio de su detención en el huerto de Getsemaní, cuando San Pedro intentando defenderle sacó una espada y se enfrentó a un soldado cortándole una oreja y como el Maestro se lo recriminó restituyéndole milagrosamente el órgano auditivo a su enemigo. Su actitud pacífica y resignada ante los bárbaros atropellos y suplicios que sufría y el perdón a sus enemigos en el momento de su horrorosa muerte en la cruz, constituyen toda una lección de ejemplo a seguir no sólo en los buenos y apacibles instantes que gozamos con los que profesan nuestra fe, sino también en la evitación de enconadas relaciones, persecuciones y ofensas, con los que siguen otras doctrinas, no por diferentes, menos respetables.

Nadie, en mi modesta opinión, debe creerse único poseedor de la verdad absoluta en cuestiones religiosas, aunque no sea nada malo, todo lo contrario, pensar que estemos en lo cierto y no nos empeñemos en despreciar y minimizar a las otras creencias. La religión es el conjunto de normas y acciones que debe practicar todo individuo para acercarse y venerar a ese Ser Supremo, en quien ha de confiar con un sentimiento sincero y profundo. Una creencia enraizada a través de una serie de vivencias y enseñanzas, a las que nos aferramos como estímulo en esta vida y confiada esperanza en una eternidad que sin ella no comprenderíamos, ni aceptaríamos. No podríamos resignarnos, ni comprender sin la ayuda de la religión, sea cual sea el nombre dado al Dios que la rige, nuestra conformidad y aceptación al abandonar a nuestros seres queridos y olvidar nuestros recuerdos, para enfrentarnos a ese mundo extra sensorial, totalmente desconocido, que ella nos promete como agradable final de nuestra existencia. Aunque difiera bastante lo que nos ofrece una u otra creencia.

Todo esto viene a cuento del programa de televisión que vi la noche pasada en el canal 64, “Historia”, del digital plus, con el título que he cogido para mi artículo. Se trataba de una entrevista reportaje a las presas palestinas de una cárcel israelí por delitos de terrorismo. Esas matanzas indiscriminadas y salvajes a las que ellas llamaban con la sonrisa en sus labios ,“homenaje a Alá” y “martirio en alabanza a nuestro Dios”.. Con todos mis respetos a las normas del Corán y a las reglas y enseñanzas del Profeta Mahoma, al que sus creyentes veneran y yo respeto y admiro, no puedo creer que este ser excepcional capaz de crear una religión seguida por más de mil millones de individuos, haya dicho e insinuado que había que usar el odio y el exterminio para homenajear a ese Alá tan grande, justo y poderoso. Que él tuviera que usar las armas para defenderse de sus enemigos en los principios de la implantación de su doctrina y huir de la Meca a Medida (Hégira), para salvarse de sus perseguidores, es normal y comprensible. Pero no justifica que sus fieles se carguen de bombas y elijan el lugar donde más muertes puedan ocasionar, para suicidarse cargadas de explosivos. Ellas lo llamaban inmolarse, sin tener en cuenta si esas personas asesinadas eran inocentes e incluso creyentes de su mismo Dios, como ha ocurrido más de una vez entre shiitas y sunnitas. Una de las entrevistas fue con una joven presa que estaba embarazada y le preguntaban si no se dio cuenta que en el lugar donde su compañero mártir y ella hacían su atentado, yo le llamo “ofrenda de sangre humana a la divinidad”, se encontraba una joven también embarazada, que junto a otras personas moriría en el atentado. Ella con la naturalidad que hablaríamos dos personas sobre el estado del tiempo y sin perder la sonrisa, contestaba que no la vio, que sólo advirtió cómo morían tres soldados israelíes y varias personas en medio de una fuerte explosión y un humo muy denso. Cuando la detuvieron se dio cuenta que la sangre de los muertos, se había mezclado con la suya debido a las heridas nada graves que sufrió. Al insistirle la periodista, si hubiera suspendido el atentado al ver a esa mujer en estado, ella dijo que no. Que una vez decidido el “martirio” no había nada que lo pudiera detener. Había que llegar al final cayera quien cayese. Y me dejó sorprendido de que una chica joven y guapa, que aclaraba era universitaria, dijera que estaba triste por no haber muerto en el atentado. “En ese momento Alá hubiera separado mi alma del cuerpo y se la hubiera llevado al paraíso, donde estará mi compañero mártir gozando de las setenta o cien vírgenes prometidas y si yo hubiera muerto sería la superiora de esas vírgenes”. Es decir que siempre la mujer sometida al hombre, aunque sus compañeras presas dijeran que El Corán había redimido y liberado a la mujer, “ ¿De qué y de quién?.”. ¿Y que pasa con esas “vírgenes” cuando los varones mártires le hayan hecho perder su virginidad?. ¿Se tiran a la papelera celestial o se les implantan nuevos hímenes?. . Ni el de “Ali Babá y los cuarenta ladrones”. No sé quién adiestra y asesora a estas mujeres pero al oírlas me daba cuenta que no sabían muy bien lo que decían, ni estaba tan claro el por qué habían expuestos sus vidas.

Que no me hablen de las cárceles israelíes, sobre todo de mujeres, como centro de represión y venganza. No he visto un lugar más tranquilo, confortable y permisivo entre todas las cárceles del mundo. No se si era un centro especial que habían elegido y preparado para el caso, pero no daba esa impresión. Las presas, algunas con muchas muertes sobre su conciencia, se hallaban a gusto, bien atendidas, en celdas limpias, confortables y amplias, aunque la mayoría del tiempo lo pasaran en un enorme patio con bancos y sillas, mesas y todo tipo de elementos usuales, donde hacían sus oraciones sobre alfombras, oían y comentaban El Corán y hasta se gastaban bromas unas y otras, como si se tratara de una residencia de señoritas. Disponían de toda clase de detalles útiles y hasta superfluos y gozaban de una grata armonía con sus carceleras judías. Vestían sus propias ropas, nada de uniformes, y se recorrían todas las dependencias en total libertad. La cárcel era un edificio enorme, cuidado, pintado y bien distribuido. Nada que ver con un Guantánamo.

Cuando le llegó la hora del parto a la embarazada la trasladaron al hospital, con todo tipo de atenciones, conversando amigable con su acompañante carcelera, que fue la que le entregó sonriente, con toda delicadeza y ternura el niño a la madre una vez acabado el parto. Le pusieron de nombre Barak (no se como se escribe) y cuando regresó a la prisión con su bebé las compañeras la hicieron un gran recibimiento. Habían preparado su habitación o celda con toda clase de detalles infantiles, cuadros, muñecos y demás, incluso la ropa, que muchas madres en libertad y sin crímenes sobre su conciencia no habrán tenido cuando han nacido algunos de sus hijos. Pasados unos meses, que indicaban a través de un texto sobre negro, se veía al crío lustroso, gordito y feliz, recorriendo con enormes muestras de cariño los brazos de unas y otras, mientras lo levantaban y decían ufanas y a voz en grito ” ¡Barac, un nuevo mártir para Alá!”. “!Ahora es un musulmán de Hamás!”. Ya desde la cuna lo quieren preparar para la guerra... Entre ellas había un grupo más exaltado que se definían, como “Hermanas religiosas islámicas”. ¡Pobre del no musulmán que cayera en sus cercanías!. Eran las que se encargaban del adoctrinamiento y “comecocos” a las compañeras. Una de ellas declaraba que la “Yihad” no era solo para la conquista de Israel, que luego seguiría Afganistán, Irak, y la liberación de todo país donde el Islam no fuera su única religión. “La Yihad” no terminará nunca”, Otra decía que no estaba arrepentida de lo que hizo y que cuando saliera volvería a hacerlo.

Hablaban de muerte, represión y rencor, sin que sus expresiones fueran de odio o venganza, con la sonrisa a flor de labios, como el que charla animadamente con la vecina en el supermercado. Están tan adiestradas y convencidas que miran su barbarie genocida y terrible, como la cosa más inocente y honorable del mundo. “Yo cuando salga me vengaré de los médicos del hospital donde me atendieron al ser herida en el atentado, ya que no me veo curada del todo….”. Sin pelos en la lengua, ni el más mínimo pudor en el corazón. Y todo ante una cámara televisiva que lo difundiría posteriormente, como así ha sucedido. Uno de los casos que más llamó mi interés, fue el de esa madre de seis hijos, de entre once o doce años y dos, que los dejó comiendo, mientras les dijo “Ahora vengo. No tardaré mucho”. Y se fue a buscar a su “mártir “ para conducirlo en su coche hasta el lugar más idóneo para causar mayor número de muertos. Los hijos la visitaron y tras unas escenas realmente emotivas, ellos le dijeron que su padre la seguía queriendo, a pesar de haberse casado con otra que se hallaba ya embarazada. “Te juro por el profeta Mahoma que papá te quiere mucho”, le dijo uno de ellos. “Fíjate que quiere poner tu nombre al hijo que espera de Kahira”.-su segunda esposa-. Ella comentaba que quería mucho a su marido y sabía que él a ella también. Se enfadó algo cuando se enteró que había vuelto a casarse, pero luego lo vio normal, ya que según El Corán el hombre puede tener más de una esposa. Al preguntarle la periodista, ¿cómo queriendo tanto a sus hijos se prestó al atentado, sabiendo que los dejaba solos tan pequeños?. Ella contestó que sí, que los quería muchísimo, siempre estaba acordándose de ellos y era lo que más le dolía, pero por encima de sus hijos estaba Alá. ¿Cómo pueden lavar la conciencia y el sentimiento a una madre de una forma tan funesta y radical?. ¡Incomprensible!.

Los gritos de exaltación a la “Yihad”, como guerra santa y a la inmolación suicida contra Israel eran continuos y nada reprimidos, aunque se hallaran presentes o cerca las carceleras. Había una con gafas, cara de empollona y solterona que libro en mano se encargaba de discursear, asesorar, rezar y adoctrinar a sus compañeras, sin que ninguna de ellas pusiera la mínima objeción en su presencia, ya que su cara no infundía mucha confianza. No obstante, en charla solitaria con la reportera, algunas pidiendo no las enfocara la cámara y otras sin el menor recato, le hacían ver que estaban allí porque eran mejor tratadas y con más comodidades en la cárcel que entre sus intransigentes familiares. Incluso se quejaban de malos tratos por parte de padre y hermanos y una vida casi de secuestro en su propia casa. No querían salir de la cárcel. Sus delitos no eran graves, sólo llevar un cuchillo encima cuando sabían la iban a registrar o hacer algo que llamara la atención de los soldados, para que las arrestaran, como una especie de evasión a sus muchos problemas padecidos. Hubo una incluso que fue valiente y se atrevió a decir “Cada una de nosotras tenemos uno o varios problemas, que nada tienen que ver con la política. Que no me hablen de patria, de Palestina y de todas esas cosas, sería mejor que solucionaran sus problemas, nuestros propios problemas”.

. . Hablando sobre la tan traída y llevada “Yihad”, he de aclarar que la guerra santa en árabe sería “ harb muqadasah” y en ninguna parte del Corán, se cita esta palabra, ni se usa la de “yihad”, como no sea para indicar el esfuerzo en el camino de Dios, es decir, la perfección”, nada que ver con bombas y misiles. Y tampoco se lee ningún aleya que hable de este “Yihad” como instrumento para convertir a los infieles. Se sabe que la palabra “infiel” era la usada por los cristianos en tiempos de la Inquisición -¡Qué vaya “Yihad” la que armaron también nuestros inquisidores!”- para designar a los que no tienen fe. En el Corán, se insiste en el pluralismo de las naciones y creencias como un bien y se rechaza la idea de que la humanidad pueda convertirse en una sola comunidad. “A cada uno de vosotros le hemos asignado una ley y un modo de vida . Y si Dios hubiera querido, ciertamente, os habría hecho una sola comunidad: pero (lo dispuso así), para probaros en lo que os ha dado. ¡Competid, pues, unos contra otros en hacer buenas acciones”. (Qur` án 22: 67-69). ¿Dónde están contenidas esas guerras y radicalizados proselitismos?. Lo único que les pedía es que compitieran en BUENAS ACCIONES. Y éstas a mi entender, no están en esos suicidios, rencores y asesinatos indiscriminados, donde mueren tantos inocentes. Creo que muchos se van a quedar una eternidad esperando a sus vírgenes…

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=1909

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