domingo, noviembre 26, 2006

Roma y Estambul

lunes 27 de noviembre de 2006

Roma y Estambul

JAVIER OTAOLA JOSÉ IBARROLA/ABOGADO Y ESCRITOR

Estambul es el nombre turco de la que hasta 1453 fue la segunda Roma, la Imperial Bizancio, la ortodoxa Constantinopla, una ciudad fascinante, antiquísima y moderna, musulmana, judía y cristiana, otomana y cosmopolita, ubicada en un punto geográfico de una belleza melancólica, que acumula en sus murallas, piedras, callejas y monumentos memoria de lo que han sido grandes capítulos de la Historia de la Humanidad. Es también la ciudad-patria del nuevo Nobel de Literatura Orham Pamuk, al que la Academia sueca ha distinguido con ese galardón porque en «la búsqueda del alma melancólica de su ciudad natal ha descubierto nuevos símbolos para el choque y el entrelazamiento entre las culturas».Estambul es el alma europea de un país grande y contradictorio, capaz de renovarse, que desde 1923 y sin renunciar a una identidad histórica mayoritariamente musulmana pretende incorporarse a la mejor tradición europea de democracia y laicidad, y que en los últimos cinco años ha realizado más cambios y reformas que en los treinta años anteriores. Un país en el que hunden sus raíces referencias históricas asociadas a la antigüedad clásica como Troya o la fundación de las primeras iglesias cristianas, Nicea, Éfeso, Galacia por parte del mismísimo Pablo de Tarso.Las críticas y las desairadas reacciones de ciertos sectores musulmanes al ya famoso discurso de Benedicto XVI en Ratisbona, las misteriosas advertencias de Ali Agca según las cuales si el Papa va a Estambul su vida corre peligro, han aumentado la expectación y la atención mediática sobre este viaje, aunque la ausencia del primer ministro Erdogan ha dejado sin efecto la posibilidad de un encuentro que hubiera sido de gran valor simbólico. Sin embargo, se mantiene y cobra máximo interés el encuentro que el Papa mantendrá con el gran muftí de Estambul Alí Bardokoglu.Siendo todavía cardenal Ratzinger, el actual Papa se pronunció claramente en contra de la eventual incorporación de Turquía a la Unión Europea en base a las diferencias culturales y religiosas derivadas de que el gran país otomano es mayoritariamente musulmán frente a una Unión Europea que está compuesta por países de larga tradición cristiana, a pesar de que la relevancia social y política de las pertenencias religiosas se ha difuminado en nuestro continente y a pesar también de que en el pasado ese cristianismo, en sus diferentes versiones, no ha sido obstáculo para que los europeos nos enfrentáramos en mutuos y dolorosos desprecios y en sanguinarias y crudelísimas guerras. ¿La cuestión planteada por la candidatura de Turquía es si la Unión Europea es un proyecto político y económico para promover los valores del humanismo democrático y la prosperidad del continente europeo o tiene otros objetivos?En este momento, en su condición de Papa Benedicto XVI, Ratzinger se prepara para acudir a Estambul invitado por el Patriarca Ortodoxo de Constantinopla, Bartolomeo I, y por el Gobierno de la República turca presidido por un musulmán, Tayyip Erdogan, que ha hecho bandera política de la posibilidad de conjugar su fe musulmana con la laicidad del Estado turco fundado por Kemal Ataturk y con su política de acercamiento a la Unión Europea.Benedicto XVI estará en Estambul el 30 de noviembre, festividad de San Andrés, el primero de los apóstoles que conoció el martirio, cuya cruz aspada ha sido el símbolo del tradicionalismo carlista entre nosotros. Una referencia muy apegada a la tradición y a los orígenes apostólicos de las iglesias ortodoxas y católico-romana anteriores al cisma de Oriente.La visita tiene, según se comenta en la prensa turca y en los teletipos de las agencias rusas, entre otros objetivos de orden más político, la finalidad -estrictamente de orden eclesiástico- de apoyar el reconocimiento de la jurisdicción universal del Patriarcado de Constantinopla. «El Pontífice apoya la política que aplica el Patriarcado de Constantinopla, que pretende someter a su jurisdicción todas las diócesis ubicadas fuera de los territorios canónicos de las iglesias ortodoxas», ha explicado el director de la Fundación San Nicolás, en Turquía, Muhammer Karabulut. Aunque nadie puede negar el gran valor político que tiene un viaje de esta naturaleza precisamente a Estambul.La prensa nacionalista turca y ciertos círculos políticos de Ankara han criticado la actividad ecuménica del actual Patriarca de Constantinopla, Bartolomeo I, y ven con malos ojos la presencia de Benedicto XVI en tierra turca, especialmente después del 'malentendido' de Ratisbona.Aunque desde nuestras secularizadas sociedades occidentales no tengan mucho sentido las viejas disquisiciones bizantinas (todavía se usa entre nosotros esa expresión para referirse a una disquisición puntillosa e interminable), no podemos dejar de tener en cuenta la importancia social y política que han recuperado las iglesias ortodoxas en el Este de Europa y la importancia que la cuestión de Constantinopla puede tener sobre los sectores más recelosos del islamismo en relación con el ambicioso proceso de europeización asumido por la mayoría de la clase política, intelectual y empre- sarial de Turquía.Por otro lado, aunque el Estado Vaticano no forma parte de la Unión Europea es evidente que su posición como líder de opinión con influencia universal puede favorecer o perjudicar la candidatura de Turquía, de ahí el elevado interés de la visita del Papa a Estambul si lo ponemos en relación con la hoja de ruta para la incorporación de Turquía a la Unión Europea.Curiosamente, en este punto, la negativa postura que hasta la fecha ha mantenido Ratzinger respecto de la adhesión de Turquía se contradice con la posición pública, completamente favorable, del Patriarca de Constantinopla con respecto a la integración de Turquía en la UE. Las minorías judías y cristianas son entusiastas partidarias del ingreso de Turquía en la Unión. Para el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, esta posibilidad es una verdadera tabla de salvación y una garantía de que el derecho a la libertad religiosa sea realmente efectivo para las minorías cristianas en un país mayoritariamente musulmán, pero en el que el cristianismo tiene raíces históricas profundas. Recordemos que a comienzos del siglo XX había en Turquía dos millones de cristianos, cifra que se ha reducido en la actualidad a 115.000 debido a una política sistemática de arrinconamiento social. Por este motivo, desde hace años, el Patriarca pide a la Santa Sede que favorezca la entrada de Turquía en la Unión EuropeaQuizá este encuentro pueda significar un cambio en la posición de Benedicto XVI, y a partir de este momento se pueda ver la futura y eventual entrada de Turquía en la Unión no sólo como un puente abierto entre Europa y las mejores tradiciones del Islam, sino también como una oportunidad de que se reencuentren las dos tradiciones cristianas representadas por Roma y Constantinopla. El viaje puede ser también un gesto de confianza de la Roma católica hacia la nueva sociedad turca que -no sin contradicciones y tensiones- pretende superar muchos de sus viejos lastres autoritarios e incorporarse plenamente a la tradición democrática europea. Inch'Allah!

1 comentario:

Saki dijo...

Estoy de acuerdo