miércoles, noviembre 22, 2006

El fresco del barrio

miercoles 22 de noviembre de 2006
De Juana Chaos
El fresco del barrio
José Antonio Martínez Abarca

Leche, miel, jamón dulce, pan blanco... Eso no es una huelga de hambre, sino una dieta de alimentos disociados, por la que se puede comer todo lo que se quiera de cosas hipercalóricas, todas juntas, adelgazando encima.

Los más viejos recordarán aquel anuncio de TVE de cuando era la mejor televisión nacional porque no había más, donde salía un dicharachero repartidor de pan Bimbo al que se le encaraba una vecindona: "este, un fresco". "Sí, señora, fresco", respondía el aludido, refiriéndose al pan de molde que acababa de llevar a la tienda de ultramarinos del barrio. Como los tiempos cambian que es una barbaridad, o dos barbaridades ("yo era tonto, y lo que vi me hizo dos tontos", decía aquel poeta chequista), la tienda de ultramarinos del barrio hoy sería un "centro de ocio" a las afueras, y el fresco, pero fresco, fresquísimo del pan Bimbo sería otra clase un tanto más inquietante de "repartidor" a domicilio: el etarra Iñaki de Juana Chaos, que inicia su segunda huelga (de falta) de hambre haciendo una especie de inacabable publirreportaje de productos para la buena nutrición de los escolares.
Leche, miel, jamón dulce, pan blanco... Eso no es una huelga de hambre, sino una dieta de alimentos disociados, por la que se puede comer todo lo que se quiera de cosas hipercalóricas, todas juntas, adelgazando encima. Con razón De Juana Chaos tenía mejor aspecto después de la primera huelga de hambre que antes de empezarla. Juraría que todavía saldrá mejor de esta segunda. Lo que le mueve no es la fe en la independencia del País Vasco, sino la confianza en el nutricionismo.
Siendo casi niño, viví aquellos días de la huelga de hambre del terrorista del IRA Bobby Sands en Dublín, verano de 1981. Carteles de Sands, en inglés, eso sí, no en gaélico, tupían las calles de la capital de un país entonces atrasado y rural. Aquel joven peludo, ojeroso y tapado con una mantita, Sands, no parecía jugar precisamente en la misma liga que De Juana. Yo diría que no estaba tan sano. Por no comer se entendía por entonces no comer, no hacer la merienda de los niños continuamente, que es lo que hace De Juana y lo que el feroz gastrónomo Alfred Hitchcock hacía decir a uno de sus personajes: que el secreto de comer bien en Inglaterra consiste en desayunar tres veces diarias.Yo ya veo a De Juana siendo contratado para darle credibilidad a aquellos chocolates políticamente correctos que se dirigían a las mamás progres, enemigas de todo lo que no es "sin", como "un vaso de leche en cada tableta". O en el papel del tío del helicóptero del Tulipán, aterrizando (he estado por escribir aterrorizando) en los colegios de enseñanza media a contarle a los niños lo que es bueno. Aquella señora del pan Bimbo tenía razón. Quien pretende pasarse por el osito de peluche con gorro de cocinero vasco rico-rico del logotipo es el tipo más fresco, aparte de asesino, que ha aparecido nunca por el barrio.

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