viernes 14 de julio de 2006
LEVANTANDO EL VELO
Lecturas de verano para Cándido, Garzón, Del Olmo, Olga, Bacigalupo...
Por Javier Somalo
Si nos atuviéramos a los tópicos, diríamos que el Tercer y el Cuarto Poder se han puesto de acuerdo para editar un buen libro de servicio público que solucionara el problema de los textos judiciales. Pero al no estar seguros ya de que Montesquieu tenga amigos por España, nos parece más apropiado personalizarlo en sus autores: una puñeta y una pluma.
Javier Gómez Bermúdez, presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, mal que le pese a Baltasar, y Elisa Beni Uzábal, eficaz directora de Comunicación –informa a diario– del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, han dado a luz un manual con mayúsculas bajo el título Levantando el velo, magníficamente editado por Cie Dossat. Dicen que está escrito "a cuatro manos" pero en armonía, como los conciertos de piano ofrecidos por dos solistas. Y lo cierto es que suena bien. Eso sí, hay que advertir de que con este libro no nos aguarda una lectura placentera, porque los autores han tenido la osadía de ponernos deberes para el verano, cosa, por otra parte, que algunos periodistas agradecemos, vistos los tiempos que se nos han echado encima.
Con todo el respeto –y la envidia, en algunos casos– para los colegas que se dedican en exclusiva a la crónica de tribunales, esto de la Justicia ya no es terreno de especialización: cuando para hablar del Real Madrid o hacer fotos a Ana Obregón hay que llevar el Aranzadi en el macuto, se agradece que alguien haya traducido el lenguaje de la Justicia y nos haya explicado sus mecanismos básicos.
Los autos, las sentencias y las resoluciones siempre se nos aparecen plagados de farragosos subjuntivos, frases subordinadas interminables, sujetos sin alma y verbos sin acción. A lo mejor, en su origen ésta era la única forma de que los políticos no molestaran demasiado y los ciudadanos acataran y respetaran sin dudar, por aquello de que el que habla raro... convence. Excepto a Luis del Pino, claro; pero ese es otro cantar.
Si leemos con atención Levantando el velo nos haremos una idea de cómo debería funcionar nuestra Justicia: las labores propias de un Fiscal General del Estado, el proceso correcto de instrucción de un sumario, las competencias de cada jurisdicción, las faltas en que puede incurrir un juez o el funcionamiento de la Audiencia Nacional. Como buen manual, abundan los textos destacados con sombreados, en los que los autores llaman la atención sobre algún aspecto imprescindible para entender un determinado concepto.
Lo que no conseguiremos entender –será todavía más inexplicable tras la lectura del libro– es por qué un juez de lo mercantil dicta unas medidas cautelares en las que decide qué es lo que se puede decir del ABC y qué no. Tampoco nos queda claro cómo un fiscal puede esconder la ley ante un flagrante delito y dejar la decisión de prohibir un acto ilegal a un juez sin siquiera hacer una mueca. O cómo el sumario abierto tras el atentado más sangriento de la historia de España se ha cerrado batiendo el récord de irregularidades. O por qué sólo el director de un periódico tuvo que acudir a los tribunales por referirse a parte de un sumario sujeto a secreto, cuando lo hicieron todos. Que abandone también el que espere entender por fin cómo llegó adonde llegó don Enrique Bacigalupo, o por qué el narco más buscado de Europa, el Negro, cogió el barco de Vacaciones en el Mar delante de las narices de tres jueces y jamás volvió. Y, ay, el caso Sogecable...
Pero es que a estos escándalos no hay libro ni dios que responda. Es más, desde aquí recomendamos a los responsables de los citados sucesos que se lean el manual de Javier y Elisa. Que lo hagan este verano. De todas formas, en septiembre volverán a suspender. Eso sí, algunos periodistas entenderemos mejor ciertas fechorías.
Por otra parte, lamento discrepar –y después de la lectura del libro lo hago más humildemente que cuando lo empecé– de la cerrada defensa que hacen los autores de la independencia de todos los jueces de la Audiencia Nacional. Hay demasiadas diferencias entre lo que debería ser –lo explican los autores– y lo que es –lo vemos casi a diario–, pero se entiende que un manual no entre en esos detalles. Tampoco comparto que el "protagonismo" de los jueces de la Audiencia sea comprensible. Si Garzón lee el capítulo XII sabrá que el 11 de marzo de 2004 nadie le esperaba en los escenarios de la masacre, porque no estaba de guardia. Sin embargo, sí que se le esperaba en su despacho cuando se marchó a la Puerta de Alcalá a gritar junto a su hija y ante un micrófono "¡No a la guerra!". O cuando ese mismo descuartizador de Montesquieu escribió una sabanita en El País –¡un juez en ejercicio!– cantándole las cuarenta al Gobierno de turno, casualmente el de Aznar.
De todas formas, agradecemos el citado capítulo porque refuerza los argumentos de quienes hasta ahora criticábamos los desmanes judiciales (sin confundirnos demasiado pero ignorando qué artículo invocar) tirando sólo de sentido común.
En resumen, Levantando el velo debería estar en la biblioteca de todos los periodistas, en los programas de las facultades de la cosa, en las salas de los juzgados y en la mesilla de todo aquel ciudadano que crea en la Justicia.
Ahora esperaremos impacientes un Levantando la alfombra –o ampollas, depende de la gracia del editor– que nos explique tantos y tantos episodios de injusticia como los que en los últimos tiempos estamos sufriendo los españoles, esos que, según nuestra Constitución, tan apuñalada, somos iguales ante la Ley. ¡Ja!
Javier Somalo, redactor jefe de Libertad Digital.
Javier Gómez Bermúdez y Elisa Beni Uzábal: Levantando el velo. Manual de Periodismo Judicial. Cie Dossat, 2006; 358 páginas.
Gentileza de LD
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