lunes 24 de julio de 2006
Vacaciones presidenciales
Los fogones de Zapatero
Isabel Durán
Cualquier parecido de Rodríguez Zapatero a un jeque árabe (con kefiya incluida), a un multimillonario del tercer mundo o a un jefe de un clan mafioso de los que se dejan caer por Marbella, es mera coincidencia.
Quince cocineros, más de doscientas personas entre seguridad, protocolo y personal de la casa, dos piscinas, helipuerto, cancha de tenis y baloncesto; esos son los pequeños detalles que conforman las sencillas, discretas y familiares vacaciones del presidente del Gobierno. Aquejado del "mal de la piedra", es decir, la afición aparentemente congénita al poder a vivir de manera fastuosa, aislado del resto de los mortales, rodeado de todo tipo de lujos con ostentosos hábitos de nuevo rico, José Luis Rodríguez Zapatero está encantado de haberse conocido desde el minuto uno en que pisó La Moncloa. Y no sólo él.
Primero fue su mujer, Sonsoles, la que protagonizó el escándalo utilizando las piscinas de los cuarteles de la Guardia Civil para dar clasecitas de buceo. ¿Cómo no iba la mujer de todo un presidente del Gobierno hacer uso de las instalaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para un cometido de vital importancia para el pueblo español como que la señora de Rodríguez aprenda las técnicas de inmersión? Destapado el affaire, reincidió la señora en el uso de las instalaciones para dejar muy clarito que ellos, los Rodríguez, no son unos Rodríguez cualquiera. No señor.
Después llegó la noticia de las pequeñas "obras de acondicionamiento" para la "familia real" en la residencia de La Mareta que no eran sino imprescindibles cambios como rodear de luz perimetral la piscina para disfrutar más y mejor en los baños nocturnos, rodearla de madera de teka, pintar la pista para acondicionarla a la cancha de baloncesto deporte familiar por excelencia, etc. En fin, indispensables reformillas de nada para que los Rodríguez, la muy real familia de España, descansen tan rebien. ¿Qué son 271.697,99 euros (45 millones de pesetas) de nada para conseguir tan magna y delicada empresa? Abanderado de la austeridad –"pido austeridad en el ejercicio del poder", dijo al llegar al Gobierno en 2004–, se adjudica ahora para su tercer veraneo a todo el equipo de cocineros del palacio de La Moncloa, compuesto normalmente por nueve cocineros y hasta siete camareros. Dada la natural disposición de la familia presidencial a desayunar, comer y cenar, la cosa no es para menos. Cualquier parecido de Rodríguez Zapatero a un jeque árabe (con kefiya incluida), a un multimillonario del tercer mundo o a un jefe de un clan mafioso de los que se dejan caer por Marbella, es mera coincidencia. Dijo el filósofo francés Charles-Louis de Secondat, uno de los padres de la democracia moderna, que "la corrupción de los gobiernos empieza siempre por las normas y los principios". Menuda chorrada, pensará Rodríguez. Éste Montesquieu, tan anticuado y absurdo, no se ha enterado de que llegados al poder, las normas y los principios, vacaciones incluidas, se imponen por sus "fogones", que para eso tiene quince cocineros.
Gentileza de LD
domingo, julio 23, 2006
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