jueves, julio 20, 2006

Maragall, aguafiestas del nacionalismo

viernes 21 de julio de 2006
Maragall, aguafiestas del nacionalismo
Wifredo Espina
M ARAGALL siempre se proclamó catalanista y no nacionalista catalán. Fue a raíz del largo y agrio debate del nuevo Estatut que defendió con tesón y vehemencia el carácter nacional de Cataluña. Y logrando que en el preámbulo estatutario aparezca la afirmación de que Cataluña es una nación, en el sentido de que como tal la ha definido mayoritariamente el Parlament catalán. Pero el Estatut, aprobado por las Cortes españolas y refrendado por la mayoría de votantes catalanes, aunque con escasa participación en las urnas, no llega a hacer jurídicamente suya esta definición. De aquí el gran equívoco: Esquerra Republicana esgrimiendo su decepción por la trampa de la redacción en este punto del Estatut, y el Partido Popular alegando que esta redacción ambigua equivale, sin embargo, al reconocimiento legal de una nueva “nación” en contra de lo dispuesto por la Constitución. El Tribunal Constitucional deberá pronunciarse seguramente, entre otros, sobre si en este punto se ha vulnerado el ordenamiento jurídico democrático. Pese a este logro -no especialmente brillante- y a su idea de España como Estado federal asimétrico, Maragall no es un nacionalista: Más aún, toda su gestión como President de la Generalitat, como jefe del Govern tripartito y después del fracaso de éste, y como jefe de los socialistas catalanes, ha contribuido y esta contribuyendo a difuminar el nacionalismo catalán. Su entendimiento con Zapatero, su vinculación con el PSOE y su apoyo a Pepe Montilla como candidato a sustituirle en la Presidencia de la Generalitat, suponen una clara difuminación del tradicional nacionalismo reivindicativo y victimista, tan cultivado por Jordi Pujol y tan radicalizado por Carod Rovira. Precisamente, el candidato Pepe Montilla, en su primeros pasos preelectorales, se afana en proclamar la idea de la “Cataluña de todos los catalanes”, poniendo el acento en la idea de catalanidad, por encima del nacionalismo y del catalanismo. Su lema es clarificador y sugerente:“ahora es la hora de los catalanes”. Y intentado rebatir y superar la polémica sobre su origen andaluz, remata:”es la hora de hablar de los ciudadanos, de los catalanes, de todos los catalanes, y menos de esencias, menos de nación”, y denunciando que “hay gente que se llena la boca hablando de Cataluña, hay quienes llevan viviendo de mismo rollo muchos años”. Si esto lo dijera –como a veces ha hecho- cierta derecha le caerían chuzos de punta, pero dicho desde la izquierda... He aquí como el tan atacado Maragall por su supuesto, por algunos, nacionalismo separatista, acaba apareciendo –por obra y gracia del fracaso del tripartito y con la inestimable ayuda del candidato cordobés Montilla- como el gran aguafiestas del nacionalismo catalán. No lo tendrá fácil Artur Mas que ya acude al recurso de pedir un “cara a cara” televisivo con su opositor, que inteligentemente Montilla le ha aceptado

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