viernes 21 de julio de 2006
Pobre Madrid
Javier del Valle
E L alcalde Gallardón nos vende un Madrid olímpico y su rival política a la vez que compañera de partido, Esperanza Aguirre, publicita una comunidad autónoma creadora de empleo. A cualquiera que no haya pisado esta comunidad y en especial la capital del reino le parecería que la situación de los madrileños es idílica. Nada más lejos de la realidad. Vivir en Madrid es insufrible, es la ciudad del stress, de la contaminación acústica y de los tubos de escape de fábricas y automóviles, es la capital de la insalubridad física y mental. A las ansias olímpicas de nuestro alcalde cabría responder que la ciudad tiene muchos problemas que resolver antes de aspirar a una grandiosidad innecesaria en la ciudad que alberga, entre otros, la prestigiosa pinacoteca de El Prado. Lo dice un gran aficionado al deporte al que le encantaría vivir el sueño olímpico. A la propaganda macroeconómica de Aguirre habría que añadir los datos que muestran la precariedad del empleo, la temporalidad de los contratos, los salarios de 600 o menos euros (¡sí créanlo que los hay!) y de unos periódicos que todas las semanas nos dan noticias de accidentes de trabajo mortales. Madrid amplifica los problemas laborales del resto del país. Aquellos que desde fuera de la capital cantaban aquel popular “Madrid se quema” como consigna anticentralista han acertado. Madrid se está quemando de verdad. En los últimos días hemos soportado incómodas averías provocadas por incendios en estaciones de energía eléctrica que han dejado a distintos barrios de la capital sin electricidad. Las autoridades locales siguen presumiendo de que tenemos uno de los mejores metros del mundo, pero se les olvida decir que conforme ha crecido cada día hay mayores averías, que el aire acondicionado, casi necesidad vital en este caluroso mes de julio, no funciona en la mayoría de los vagones y que la ¿inteligente? planificación de obras (cuatro líneas de Metro están siendo reformadas en estos momentos) aumentan nuestros dolores de cabeza. Hacer un trayecto en el que se tardan 20 minutos se puede triplicar si viajamos por la superficie atascada a través del autobús público. Del resto de obras prefiero no hablar, en especial de las de la M30, esa arteria que rodea el centro tan necesaria para desplazarse en coche, porque el texto se haría interminable. Esta degradación de la calidad de vida aumenta el caos de convivencia y la criminalidad pura, como las reyertas nocturnas con las que desayunamos tras los fines de semana, pero también la agresividad que se manifiesta en la falta de educación en la convivencia diaria, expresada con especial contundencia cuando estamos al volante. Son notas que describen de una forma pesimista la vida de Madrid. Llegan las vacaciones veraniegas y el que más y el que menos huye de la ciudad para olvidarse por unos días de sus problemas cotidianos. Y cuando regresemos a la ciudad encontraremos todo como estaba o peor si cabe y tendremos la sensación de vivir una relación de amor-odio con nuestra querida ciudad.
jueves, julio 20, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario