viernes 14 de julio de 2006
¿ESTAMOS GANANDO O PERDIENDO?
La futura yihad
Por Rafael L. Bardají
Walid Phares es un libanés exiliado en los Estados Unidos. Abogado y con experiencia académica en la universidad americana, reside en la actualidad en el área metropolitana de Washington DC, donde trabaja en la Fundación para la Defensa de la Democracia, un think-tank privado cuyo objetivo es la promoción y la extensión de la democracia liberal en el mundo.
Walid Phares no es un cualquiera al hablar del mundo musulmán y del extremismo islámico. Lleva años escribiendo sobre el peligro que representa el islamismo para Occidente y para los propios musulmanes que no son islamistas, esto es, que no buscan imponer en la Tierra el proyecto purificador y totalitario de un Islam inamovible, revelado al profeta por el mismo Alá y del que sólo cabe aceptarlo en su totalidad, sin interpretación personal alguna.
Phares saltó a la fama gracias a unas entrevistas televisivas posteriores al 11 de Septiembre. Los ataques sobre Nueva York y Washington, y la repentina "revelación" popular tanto de la figura de Ben Laden como de su organización, Al Qaeda, hicieron que surgieran muchas preguntas sobre quiénes eran los asesinos y el por qué de sus acciones. Muchas de esas preguntas se dirigieron entonces al doctor Phares.
En buena medida, el libro que comentamos, recién editado por Gota a Gota, la editorial de FAES, la fundación que preside José María Aznar, es una condensación y una profundización de las respuestas que su autor dio y sigue dando para tratar de explicar el fenómeno y la amenaza del Islam radical, el islamismo.
La edición original del libro en inglés era un gran repaso cronológico de cómo había nacido y se había desarrollado el extremismo islamista, hasta convertirse en el terrorismo que hoy amenaza cualquier rincón del planeta con su sueño de reconstituir el Califato. En la edición de Gota a Gota se incluyen más de 70 páginas nuevas, escritas para la ocasión, donde el autor intenta evaluar el estado de la yihad en las distintas zonas del mundo en que ha hecho acto de presencia, desde Europa al Pacífico, pasando por Oriente Medio. Aunque sólo fuera por estas páginas, ya merecería la pena leer la obra. Pero hay más, bastante más.
Para Walid Phares, la cosa es bien sencilla: el islamismo radical, cuya figura central es la yihad contra occidentales e infieles, cruzados, judíos y apóstatas de la fe, ha dado pie a su versión más radical, el terrorismo de Al Qaeda. Y Al Qaeda, por mucho que nos cueste asimilarlo, nos ha declarado la guerra. Una guerra total que, según la visión de los islamistas, sólo puede conducirles a la victoria aplastante, a la instauración del reino de Alá sobre las casa del Islam.
Ahora bien, aunque el mundo se quedara fijado en Al Qaeda desde el 11 de Septiembre, la obra de Phares nos viene a recordar dos cosas. La primera, que la yihad ya viene de lejos, con una protohistoria que arranca de la mano del terrorismo palestino de la década de los 70 y una historia que comienza a finales de esa década, con la instauración de la República Islámica de Irán y los primeros pasos de la resistencia antisoviética en Afganistán. La guerra del Golfo de 1991 no haría sino acelerar su maduración. La década de los 90, de hecho, está sembrada de atentados conducidos por elementos de Al Qaeda, aunque, sin lugar a dudas, el más ambicioso y espectacular hasta la fecha haya sido el ataque coordinado del 11-S.
La segunda idea de Phares nos dice que Al Qaeda no ha creado la yihad. Al contrario, Al Qaeda es una hija de la yihad. Por lo tanto, no deberíamos concentrar tanto nuestra atención sobre esa organización terrorista –aunque sea, con mucho, la más letal de todas las organizaciones del terrorismo islámico–. Para Phares, Al Qaeda es el producto destilado de una ideología que se ha venido cocinando durante décadas y a la que hay que combatir de manera eficaz, si de verdad se quiere vencer al terrorismo islamista.
La verdadera amenaza, pues, nos dice Phares, no es únicamente el terrorismo de Al Qaeda, sino una ideología extremista, totalitaria, islamofascista si se prefiere, que hunde sus orígenes en distintas patas y lugares pero que ahora confluye con toda su intensidad y fuerza para convertirse en una insurgencia global. Esas patas, tal y como se describen en el libro, son esencialmente tres: el movimiento social, de abajo arriba, inspirado por los Hermanos Musulmanes, la organización creada en Egipto en los años 20 por Al Banna y, tras su fallecimiento (1946), liderada espiritualmente por Sayyid Qutb (1906-1966), tal vez el mayor y más influyente teórico del islamismo (junto con el paquistaní Abdul Alá Maududi [1903-1979]); en segundo lugar, la vertiente oficialista, de arriba abajo, del wahabismo en Arabia Saudí, donde, a cambio de garantizar la legitimidad de la casa Saud, el Gobierno otorgó carta blanca a los clérigos radicales y los impulsó a propagar sus ideas antimodernizadoras y antioccidentales fuera de las fronteras del país; y, en tercer lugar, el jomeinismo, en tanto que vertiente revolucionaria que tiene por objetivo colocar a la minoría chií como vanguardia y líder del mundo islámico, apoyándose en el control férreo del Estado persa.
El resultado de muchos años de acumulación de las enseñanzas de unos y otros ha sido la generación de una corriente de opinión y una forma de entender la vida profundamente cerrada, arcaica y que culpa de la falta de progreso y del estado actual del Islam no a los dirigentes musulmanes, sino a los occidentales y a los judíos. La narrativa de este largo proceso, de más de 80 años, está espléndidamente desarrollada por Phares.
Es interesante destacar también el análisis que realiza de los dos factores que han propulsado más recientemente el crecimiento espectacular del islamismo: por una parte, la acumulación de riqueza sobrevenida por las ganancias del petróleo (se calcula que los beneficios del alto precio del crudo permitieron a Arabia Saudí invertir el año pasado cerca de 5.000 millones de dólares en actividades de propagación del extremismo islamista); por otra, las ventajas de la aplicación de las nuevas tecnologías, como internet, no sólo para diseminar la ideología del odio, la violencia y la muerte, también para mantener una comunidad virtual de los islamistas. Hoy, un joven como los que se inmolaron en Londres el 7-J o como los que perpetraron los atentados del 11-M está más cerca de lo que se difunde desde una cueva de Tora Bora que de sus vecinos. Sólo a un clic en el teclado de su ordenador.
Y esto es un hecho más que relevante, si se quiere confrontar el fenómeno de la propaganda islamista y frenar la tasa de reclutamiento de jóvenes radicales, convertidos en terroristas de la noche a la mañana.
En fin, quienes piensan que la amenaza del terrorismo islámico y de Al Qaeda ha sido exagerada tienen como lectura obligada esta obra de Phares. Se darán cuenta de que eso sólo es la punta del iceberg de algo mucho mayor, una ola de islam radical que está dominando la agenda del mundo musulmán y que amenaza con convertirse en un tsunami que todo lo arrase. Quienes sí creen en el riesgo existencial que significa para nosotros el terrorismo islámico tienen aquí una exposición detallada de la ideología que alimenta la yihad, de sus orígenes intelectuales y de las etapas de su desarrollo.
Hace unos meses, el secretario americano de Defensa, Donald Rumsfeld, se preguntó: ¿pero estamos ganando o perdiendo esta guerra? Para una posible respuesta, lea La futura yihad. Es lo mejor.
Walid Phares: La futura yihad. Gota a Gota, 2006; 540 páginas.
Gentileza de LD
jueves, julio 13, 2006
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