lunes 17 de julio de 2006
Fundación Heritage
Irán y sus aliados de Hezbolá
por James Phillips
La Administración Bush debería promover la presión internacional no sólo contra la dictadura siria de Assad sino también contra Irán, que sigue yéndose de rositas con total impunidad.
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El ataque transfronterizo de Hezbolá (Partido de Dios), grupo terrorista afincado en el Líbano, que resultó en la muerte de tres soldados israelíes y la captura de otros dos que ahora son rehenes en el Líbano, ha abierto un volátil segundo frente en la frontera norte de Israel. Con este provocador ataque, Hezbolá ha mejorado de un solo plumazo su prestigio en el mundo árabe, ha distraído la atención del mundo sobre la creciente crisis por el programa nuclear de Irán y ha aumentado la presión sobre Israel, que ya estaba atareado en una intensa confrontación con la Autoridad Palestina liderada por Hamas justamente por un secuestro similar, el de un soldado israelí el 25 de junio. El ataque también resalta el papel que juega Irán, patrocinador de Hezbolá, en la intensificación de la violencia en Oriente Medio y que refuerza a quienes argumentan a favor de imponer sanciones para Irán.
Irán es el mayor beneficiario de la crisis en curso del Líbano que ha desatado Hezbolá, su viejo cliente libanés y chiíta. El ataque es la encarnación de la misión de Hezbolá tal y como la visualiza Irán. Irán creó Hezbolá en 1982 como el instrumento para exportar su revolución, movilizando a chiítas libaneses y desarrollando un sustituto terrorista para atacar a Israel y Estados Unidos.
Hezbolá tiene una larga historia de violencia contra Israel y Estados Unidos. Luchó contra las fuerzas israelíes que intervinieron en el Líbano en 1982 para atacar a los terroristas palestinos que operaban en territorio libanés; luego atacó a la fuerza pacificadora multinacional occidental enviada al Líbano tras el conflicto israelí-palestino allí acaecido. En 1983, los terroristas de Hizbolá bombardearon la embajada de Estados Unidos y las barracas de los marines americanos en Beirut y secuestraron a 15 rehenes norteamericanos en el Líbano en los años 80.
Irán suministra el grueso de la ayuda exterior a Hezbolá: armas, entrenamiento y dinero. Los guardias revolucionarios iraníes entrenan a los terroristas de Hezbolá y les han suministrado bombas sofisticadas y cohetes Katyusha de largo alcance, como los que explotaron el 13 de julio en Haifa, puerto al norte de Israel. Siria también apoya a Hezbolá y permite que Irán use los aeropuertos sirios para el transporte de armas, munición y material a sus aliados en el Líbano.
El presidente Bush dedicó sólo a Siria duras críticas por la reciente crisis, diciendo que "Siria debe ser vista como responsable de lo que sucede. Siria aloja al ala militante de Hamas. Hezbolá tiene una presencia activa en Siria. La verdad es que, si en verdad queremos que la situación se calme, los soldados deben regresar y Assad, el presidente sirio, debe mostrar algo de liderazgo a favor de la paz".
Irán se merece mucho más aún que Siria las críticas por los actuales acontecimientos acaecidos en Oriente Medio. No sólo fue el principal instigador al crear, patrocinar y armar a Hezbolá sino que también apoya el terrorismo de Hamas contra Israel. La Administración Bush debería promover la presión internacional no sólo contra la dictadura siria de Assad sino también contra Irán, que sigue yéndose de rositas con total impunidad.
Washington debería exigir la liberación incondicional de los rehenes israelíes, el desarme de todas las milicias libanesas, incluyendo a Hezbolá, así como sanciones internacionales contra Irán y Siria por seguir apoyando el terrorismo contra Israel al igual que contra los iraquíes y las fuerzas de la coalición que están apoyando al gobierno democrático de Irak.
Estados Unidos ha apoyado correcta y firmemente el derecho de Israel a defenderse. Debe vetar cualquier resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que culpe a Israel por la actual escalada de violencia –que claramente se precipitó por los ataques perpetrados por los grupos terroristas palestino y libanés– así como cualquier crítica a la respuesta comprensiblemente enérgica ante las provocaciones terroristas.
La Administración Bush también debería presionar para lograr una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU exigiendo sanciones contra Irán por su continuo incumplimiento de adhesión a sus compromisos legales con el Tratado de No Proliferación Nuclear y el Acuerdo de Salvaguardias con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Aunque Rusia y China se han opuesto a las sanciones, el despótico rechazo de Irán a aceptar la propuesta de la Unión Europea y así distender la crisis nuclear ha debilitado la posición de Moscú y Pekín para continuar con la falta de resolución en el Consejo de Seguridad.
Washington debería presionar y forzar a Rusia y a China bien a abstenerse o a no vetar una resolución enérgicamente formulada. Si optan por vetarla en el Consejo de Seguridad, entonces Estados Unidos deberá trabajar con la Unión Europea, Japón y otros países para imponer sanciones a Irán fuera del marco de la ONU.
Estados Unidos debe responder enérgicamente a la política provocativa y hostil de Irán que apoya el terrorismo y busca conseguir el arma más aterradora, la bomba nuclear. Lamentablemente, si Irán adquiere capacidad nuclear, apoyará aún más agresivamente el terrorismo en Oriente Medio y más allá de esas fronteras.
©2006 The Heritage Foundation* Traducido por Miryam Lindberg
James Phillips es investigador especialista en Oriente Medio de la Fundación Heritage.
Gentileza de LD
lunes, julio 17, 2006
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