viernes 26 de marzo de 2010
Barack Obama despertó a una nación que dormía
GARY HUBBELL
Barack Obama es lo mejor que le ha ocurrido a Estados Unidos en los últimos cien años. Es ciertamente el salvador del futuro norteamericano. Es el mejor de todos los tiempos.
A pesar de que, entre los presidentes recientes, es el que más bajos promedios de aprobación ha obtenido en algunos aspectos o campos, la historia considerará a Barack Obama como la fuente de la resurrección de Estados Unidos. Obama ha hundido al país con una deuda que nunca antes pudimos imaginar.
Sus esfuerzos destinados a nacionalizar el sistema de salud han encontrado una resistencia fiera en todo el país. Los rescates del Programa de Alivio de Activos Depreciados (TARP, según sus siglas en inglés) y los planes de estimulación han tenido un efecto poco positivo en la economía nacional, mientras que el desempleo ha llegado a niveles inaceptables y parece que permanecerá así durante la mayor parte de la década.
Los programas de ayuda social han crecido hasta niveles insostenibles y entre la población existe un enojo creciente. Lo anterior explica por qué Obama es bueno para Estados Unidos.
Obama es el símbolo de un liberalismo progresivo que como un cáncer ha infectado nuestra sociedad durante los últimos 100 años. Del mismo modo que Hitler es la cara del fascismo, Obama pasará a ser en la historia el rostro del liberalismo desenfrenado. Un cáncer que ha hecho metástasis hasta un punto en que no puede ignorarse.
Los norteamericanos comunes que han vivido tranquilamente ganando un salario, haciendo contribuciones de caridad, asistiendo los viernes por la noche a los juegos de football escolares y pasando los fines de semana en la playa o dedicados a la caza no han sido tomados en cuenta.
Han despertado. El activismo político ha llegado a un nivel nunca visto desde la revolución americana, y Obama ha sido el catalizador de la reestructuración de la conciencia política y social norteamericana.
Pensemos en las estupideces que poco a poco hemos aprendido a tolerar durante los últimos 50 años a medida que el liberalismo se proponía reestructurar un país que era el símbolo de la libertad para todos los pueblos del mundo. Por compasión, las leyes migratorias se pasaron por alto. Las políticas de bienestar alentaron la irresponsabilidad, la fractura de las familias y un ciclo de generaciones dependientes. La deuda pública se consideraba el tónico que lubricaba la economía. Nuestros hijos terminaban una escuela en la que se les enseñaba que eran excepcionales y especiales, mientras gran parte de ellos eran incapaces de realizar las operaciones matemáticas básicas y leer y escribir correctamente. Los legisladores habían decidido que no se podía confiar en el pueblo para que defendieran sus hogares y despojaron a los ciudadanos de su derecho a poseer armas. Se penalizó a los miembros productivos de la sociedad con una carga pesada de impuestos con el fin de mantener a legiones de personas que no hacían más que holgazanear mientras se deleitaban en sus adicciones, obesidad, indolencia, ignorancia y “discapacidades”. Los criminales han sido arrestados y vueltos a arrestar, mimados y liberados para que volvieran a saquear a los ciudadanos. Los abogados, como rutina, se enriquecían a costa de doctores, contratistas y hombres de negocios gracias a reclamaciones dudosas.
Lentamente aprendimos a tolerar estas barbaridades moviendo nuestras cabezas en señal de incredulidad y así seguimos viviendo. Pero Barack Obama levantó la tapa de un caldero que hervía de insatisfacción y descontento
En la época de Barack Obama, los miembros de las Panteras Negras permanecían fuera de los colegios electorales vistiendo uniformes de comandos mientras hacían sonar sus cachiporras en la palma de la mano. A ACORN —una organización financiadas por los contribuyentes— se le dieron facultades para trabajar en el censo, a pesar de que sus miembros fueron sorprendidos cuando asesoraban cómo organizar grupos de prostitución infantil. Se contrata a un ex comunista para desempeñar un cargo gubernamental en la Casa Blanca como consejero del presidente. El gobierno se hace cargo de las compañías automotrices, y el sindicato de obreros del automóvil —cuyos contratos son absolutamente inviables desde cualquier punto de vista económico— recibe como recompensa una participación en las empresas. El gobierno saca de apuros a bancos de inversiones y compañías de seguros que pagan a sus ejecutivos vergonzosas bonificaciones en calidad de agradecimiento por el apoyo público. A los terroristas se les hacen saber los derechos Miranda y se les brindan abogados libres. Y, a pesar de la extraordinaria desaprobación pública, Barack Obama ha seguido impulsando un plan de salud pública que reestructuraría una sexta parte de la economía norteamericana.
Desconozco lo que han hecho ustedes, pero hace unos días cambié mi afiliación partidista de “independiente” a “republicano”. No albergo ilusión alguna de que el Partido Republicano sea perfecto, pero por lo menos está comenzando a despertar ante el hecho de que no podemos mantener elevadísimos niveles de deuda, ni podemos pagar subsidios corporativos ascendentes a miles de millones de dólares, ni podemos seguir siendo la policía del mundo y continuar concediendo ayuda a países cuyos ciudadanos tratan de hacernos daño, y que de alguna manera debemos recortar nuestros gigantescos programas de ayuda.
Suman millones los norteamericanos que han sufrido bastante. Ahora se están organizando, están estudiando la Constitución y los Ensayos federalistas, están leyendo historia y fallos judiciales, participan en actos y mítines, y un grupo de candidatos conservadores se postulan en las elecciones. ¿Se está gestando una revolución? Sí, en el sentido de existe la necesidad de reestructurar nuestras sensibilidades y prioridades. ¿Será una revolución violenta? No, pues se llevará a cabo mediante la interpretación del documento original que nos ha guiado durante 220 años: la Constitución. Del mismo modo que el péndulo osciló hacia el liberalismo y lo políticamente correcto, se moverá hacia el lado contrario para repudiar cien años de insensatez. De aquí a cien años, la historia decretará que el año 2010 marcó un viraje en el cual Estados Unidos retomó la vía correcta. Y esto se lo podemos agradecer a Barack Hussein Obama.
Gary Hubbell es cazador, ranchero y fue guía de caza y pesca. Gary trabaja en Colorado como corredor de bienes raíces. Se puede establecer contacto con él en su página web aspenranchrealestate.com
http://www.neoliberalismo.com/nacion-dormia.htm
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario