lunes 29 de marzo de 2010
La pedofilia, el clero, los musulmanes y los voceros
Félix Arbolí
E STOY harto y cansado, por no utilizar otra expresión más contundente, pero no muy correcta y menos aún para tratar este tema, de que se reincida una y otra vez hasta la saciedad y se acose de manera deliberada y mezquina a la Iglesia católica y a sus sacerdotes endosándoles la lacra de la pedofilia, a base de exagerar reiterativamente los errores, faltas y pecados que algunos de éstos puedan cometer como humanos que son. Lo cual no quiere decir que me parezca bien este mal proceder y manifiesta debilidad hacia lo prohibido, no sólo en su colectivo, sino en cualquiera otra profesión. El mal no tiene distingos en hábitos, ambientes y tipo de personas. Es detestable y pernicioso en todas las esferas y circunstancias. Y la pedofilia es uno de los más nefandos porque a la aberración que supone el acto en si, se une el engaño, la manipulación y el abuso hacia un menor. Pero pedófilos han existido, existen y existirán siempre, para desgracia nuestra, en todos los ámbitos, rincones y profesiones. Achacar este aberrante y deplorable vicio al sacerdote católico como exponente más generalizado del mismo, es a su vez, una calumnia tan perniciosa y llena de malas intenciones como el mal que se quiere denunciar. Si, porque tratar de escandalizar y cargar con las culpas de un dos por ciento de malos sacerdotes, o incluso un cuatro por ciento como dicen otros, con el resto de la Iglesia y a ésta como Institución, me parece insultante para los que hemos nacido católicos y queremos morir dentro de esta fe. No quieren reconocer los voceros de esta injuria que dichos pecados no deberían repercutir en toda una Institución que en este caso tan penosamente representan. Yo puedo ser una mala persona, un criminal y todo lo peor que uno pueda imaginarse y no por ello es permisible afirmar que mi madre y mis hermanos son de idéntica condición y responsables de mi mala conducta. Por otro lado llaman, y poco caritativamente por cierto, “hijos de puta”,-así con todas las letras, tal como únicamente se utiliza-, a los nacidos de mujeres que comercian con su cuerpo e ignoran quien pueda ser su padre y encima sin culpa alguna por parte de los así tan insultantemente llamados.
En un sentido vulgar esta expresión suele usarse para indicar que es una mala persona y a la que se desea insultar. Se mire por donde se mire, yo la estimo una ofensa demasiado grave para utilizarla contra el clero y la jerarquía eclesiástica de una doctrina seguida y practicada por muchos millones de individuos, entre los que orgullosamente me encuentro, aunque se vean algunas ovejas negras en el rebaño. Mucho menos lanzar veladas insinuaciones sobre la conducta del Papa, sin atreverse a hacerlo directamente, sólo dejarlo caer a ver si cuela, por no tener el menor indicio. Ya lo dice el refrán, “calumnia que algo queda”. No está bien criticar la falta de los demás, cuando uno no creo que esté libre de pecados. Menos aún reconociendo que sólo un dos por ciento de sacerdotes están considerados pedófilos y que al resto, es decir, al noventa y ocho por ciento, jamás se le ocurriría tamaña salvajada. Me da la impresión de que es ganar de rizar el rizo una vez más al estilo de esos judíos ultraortodoxos de los tirabuzones. Es más creo que este insulto lanzado públicamente hasta está penado en el Código Penal, aunque existan razones que puedan parecer evidentes para llamárselo a una persona determinada. Utilizamos expresiones e insultos sin detenernos a reflexionar si es correcto hacerlo o más aún si tenemos causas que lo justifique. Que un cura sea pedófilo o “efebólico” no quiere decir que todo el clero lo sea, ni que el Papa tenga que estar pidiendo perdón “Urbi et orbi” cada momento de su vida porque un cuatro por ciento o un dos, según versiones, de sus sacerdotes han cometido pedofilia. Ya lo ha hecho dos veces y ha condenado el deplorable comportamiento de esos malos sacerdotes, para los que ha pedido el perdón para su alma, pero no una excusa por su delito que deberá fijarlo y ejecutarlo la justicia de los hombres. Así lo ha indicado. ¿Qué más quieren que haga, que se recorra el mundo a pie, descalzo y dándose latigazos por los pecados cometidos por ese minúsculo grupo de erráticos y amariconados sacerdotes, a los que yo también desprecio, sin dejar por ello de sentirme dentro de mi Iglesia, ni fustigar con tanto odio al que para mi no es ni her Ratzinger, ni el anterior cardenal alemán, sino S.S. el Papa. Como católico, que no beato, ni meapilas, pues jamás lo he sido, me duele y ofende que le insulten, no en razón a su persona, sino a lo que representa. Un poco de respeto, por favor a su figura y a los que nos sentimos identificados con su Iglesia.
En tal supuesto, los musulmanes tendrían que hacer declaración y penitencia pública por la práctica de la llamada pedofilia, pues es costumbre habitual que los padres entreguen a sus hijas menores a hombres que pueden ser hasta sus abuelos, sin consultar con ellas, ni aceptar protestas o inconvenientes por parte de nadie. Y hay harenes todavía donde menores y efebos alternan los placeres de su amo y señor. Eso si después de la ablación del clítoris a la niña, para que sea sólo el varón el que tenga derecho a gozar con el coito. Hasta su mismo Profeta, al que respeto como a todo líder religioso, se casó seis veces y la última con una cría de nueve años y sin embargo estos depredadores del cura católico no hacen mención alguna de esta costumbre en otras religiones. No creo que sea por considerarlas ajenas a sus creencias, ya que al expresarse de esa manera no considero que se sientan tampoco católicos, ni inspirados por el Espíritu Santo. Lo cual sólo se explica porque para denunciar estos hechos en el mundo musulmán, que yo respeto al igual que quiero respeten a los de mi fe, hace falta tener los cojones como el caballo de Espartero y los que con tanta reincidencia resaltan los del clero católico, que sólo alcanza una ínfima cantidad, sólo necesitan una lengua viperina y las directrices de un gobierno que se mueve, como dice nuestro compañero Ismael Medina, bajo consignas masónicas y del Iluminismo. “That is the question”. Copio literalmente de su magnífico artículo en “Firmas”: “ ¿Tendrían cojones estos despreciables sujetos para introducir una burla equivalente relativa a Mahoma y a la religión musulmana?. No lo osarían. Y no por fidelidad torcitera a la Alianza de Civiliciones, -mi alianza de claudicaciones como la llamo yo-, sino por su congénita cobardía Saben que se juegan la vida si ofenden a Ala, al Corán o a sus ritos, tantas veces indeseables”. Son las palabras de mi admirado compañero, maestro y amigo. .
Pienso que ya estamos soportando una excesiva cobardía los que nos sentimos españoles y católicos o viceversa, con nuestro vergonzoso silencio y agachar la cabeza ante el continuo y sistemático insulto a nuestra religión y a nuestra patria. No se el tiempo que duraré en este valle de locos, pero quiero que cuando me llegue la hora tenga mi conciencia tranquila, el alma serena y la seguridad de que mientras he vivido y he podido he defendido mis ideales y he salido al paso de los que aprovechan el silencio de pusilánimes y cobardes para seguir lanzando sus baladronadas porque al frente sólo encuentran y tienen a un grupo de amariconados llenos de miedo.
Ya es hora de que se alcen voces defendiendo nuestras creencias y pidiendo el respeto debido a los que intentan abroncarnos y ofendernos con sus insinuaciones arbitrarias y torcidas interpretaciones estadísticas para atacar a la Iglesia católica, no sólo acusando a su colectivo de una falta gravísima, que sólo alcanza a un exiguo porcentaje, sino lo que es peor insultando a la figura del Papa, que es nuestro líder religioso, desde el mismo instante en que es proclamado, independientemente de lo que haya hecho o podido hacer en su etapa anterior. En tal supuesto todos los políticos son unos corruptos, todos los abogados unos chorizos, los cirujanos unos asesinos y los policías unos torturadores, etc, porque en todos los colectivos, sean de la índole que sean, siempre habrá un grupo minúsculo que haya podido cometer algún error e incluso una falta muy grave. No se puede generalizar cuando se trata de algo tan trascendental y de suma importancia no sólo en la vida, sino en la fe y la conciencia de millones de individuos. ¿No es peor pecado declarar santa una guerra en la que un individuo se suicida procurando matar al mayor número de inocentes, incluso de su propia creencia, en nombre de Dios?. De esto no hablan estos puristas de las buenas costumbres y extremadas conciencias?.
No pretendo ofender a nadie con mi artículo, pues en tal caso caería yo en el mismo error que deploro y critico. Sólo quiero que nos dejen en paz a los católicos y a nuestra Iglesia y se vayan a lanzar truenos y centellas por esos mundos perdidos donde el niño se vende al mejor postor por parte de sus propios padres, para que los exploten sexualmente, donde las niñas son entregadas al hombre poderoso que le triplica en edad, porque es la costumbre habitual en su pueblo y donde la mujer ha de ir encerrada en vida porque si para la Bibiana Aido el no nato, pero si concebido no es un ser humano y con esa prueba de sabiduría ha llegado a ministra de no se qué, para estas gentes la mujer y los niños son mercancías a disposición y en beneficio exclusivo del varón, el dios de la familia. Pero sólo es suficiente de que haya un dos por ciento de curas pedófilos para ensañarse con toda la Iglesia y en especial con el Papa, como si tuvieran la exclusividad de todos los males que afligen a la Humanidad. Y Zapatero sonriente y feliz repartiendo millones allende las fronteras…
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=2334
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