lunes, marzo 15, 2010

Pio Moa, El caso Mateso y declaraciones de Juan Carlos al New York Times

El caso Matesa y declaraciones de Juan Carlos al New York Times

15 de Marzo de 2010 - 09:45:23 - Pío Moa

Las tensiones entre azules y tecnócratas estallaron con motivo del "Caso Matesa". Era esta una compañía que fabricaba unos telares mecánicos innovadores y vendía muchos, aparentemente, en el extranjero, recibiendo a ese fin cuantiosos créditos a bajo interés de la banca pública. Pero la mayor parte de los telares exportados se almacenaba, en lugar de venderse, aunque el empresario, Vilá Reyes, argüía que se irían vendiendo. La acumulación de créditos difícilmente reembolsables (hasta 10.000 millones de pesetas de la época) afectaba, por negligencia, al ministro de Comercio, García Moncó, al de Hacienda, Espinosa San Martín, y a su predecesor Navarro Rubio, ligados al sector tecnócrata. Vilá fue detenido y el gobierno acordó remitir la cuestión al fiscal. La empresa no parece que fuera insolvente y podía ser incautada, pero el sector azul vio allí la oportunidad de asestar un golpe político decisivo a los tecnócratas. Inspirada por Fraga y Solís, desató en julio de 1969, apenas resuelta la sucesión de Juan Carlos, una prolongada campaña periodística para airear al máximo el escándalo y asociarlo al Opus Dei, con filtraciones desde el gobierno. Como explicó Fraga, no se trataba de una cuestión por así decir técnica, sino esencialmente política, es decir, la ocasión de hundir a sus adversarios. Por ello el caso Matesa tuvo gran repercusión política, y el propio Fraga lo ha considerado, exagerando, "el comienzo de posfranquismo". El ministro democristiano Federico Silva Muñoz lo ejemplifica en esta anécdota: "Cuando llego a Presidencia me encuentro a Carrero con el Arriba [órgano de la Falange] en las manos. Está encendido y me dice: "¡Esto se ha terminado, o Fraga o yo!".

A Franco le irritó la instrumentación política del escándalo, que dañaba a todo el régimen, y lo resolvió en octubre con la formación de un gobierno casi totalmente reestructurado, del que fueron excluidos Fraga y Solís, con un retroceso del sector azul y un avance del tecnocrático. Pero no fue una victoria total de este, ni mucho menos, a pesar de que se ha llamado "monocolor" a aquel gobierno, es decir, de una sola familia. De hecho difirió poco de los anteriores, con falangistas, democristianos, tradicionalistas y tecnócratas. Los personajes más influyentes, aparte del vicepresidente Carrero, eran el tecnócrata López Rodó y el falangista Torcuato Fernández Miranda, ambos de acuerdo en la sucesión juancarlista. Fernández, que relevaba a Solís en la secretaría general del Movimiento, era un brillante político-intelectual, con influencia sobre Franco y Juan Carlos, de quien había sido tutor. Significativamente, tomó posesión con camisa blanca, en lugar de la azul típica de su partido.

Con frecuencia se ha adjudicado a este gobierno el calificativo de "inmovilista" como reacción contra el reformismo. López Rodó lo consideró "Un gobierno que iba a estar sin reservas al lado de Juan Carlos", resultado de un pulso "entre quienes propugnaban un Estado totalitario encubiertamente republicano bajo apariencia regencialista y los que defendíamos un Estado de derecho". Fernández de la Mora, que pronto sería ministro, coincide: "Un equipo de hombres eficaces y leales que, sin reserva alguna, apoyaran la instauración de la monarquía de las Leyes Fundamentales en la persona de Juan Carlos de Borbón. Esta era la clave de aquel Gobierno y lo que lo diferenciaba de los anteriores, donde había ministros no monárquicos o contrarios a la línea del Conde de Barcelona o simplemente regencialistas".

El ministro democristiano Silva Muñoz vio al equipo mucho menos eficaz. Menciona rencillas internas y dispersión: "Está pendiente el desarrollo de la Ley Orgánica del Estado, afrontar los temas políticos candentes, dar salida al asunto Matesa, establecer un plan de lucha contra ETA (...) Pero de eso nada se habla. Me da la sensación de que todo aquello está hueco y que no nos defiende más que la Guardia Civil"; "El Movimiento (...) se hallaba como grey sin pastor". El 14 de enero del 70 escribe: "¡Triste fin del Régimen! ¡ Qué vértigo hacia el abismo sienten los almirantes al frente de la flota del Estado (Ortí, Darlan, Raeder, Aznar)". Probablemente exageraba. Su aceptación del ministerio (Obras Públicas) había desagradado a sus compañeros democristianos, bastante contrarios a Carrero, a la solución dada a la crisis y al Opus. Silva aspiraba a "ir de manera controlada al pluralismo", a "un sistema de partidos o asociaciones que pudo haber sido mucho mejor, ideado y construido racionalmente y con tiempo". Creyó que el nuevo gobierno incumplía tal expectativa, y dimitió a los seis meses, sucediéndole Fernández de la Mora. Silva cita también la opinión de Fraga --expresada después de muerto Franco-- sobre la crisis ministerial del 69: "Un gran desastre nacional, del que derivan todos los males [posteriores] Si (...) se nos hubiera encargado a algunos auténticos reformistas hacernos cargo del poder, la historia había sido completamente distinta".

Mucho difiere el juicio de Fernández de la Mora: "Me enorgullezco de haber pertenecido al Gobierno que alcanzó la que hasta entonces era la más alta cota de bienestar nacional (...) que, luego, tardaría más de una década en recuperarse". Otro ministro, Licinio de la Fuente, subraya que aquel gobierno "gestionó uno de los períodos más interesantes del Régimen de Franco. En lo económico-social se alcanzaron los niveles más altos de crecimiento del PIB (...) En el orden social, la paz era absoluta y los índices de delincuencia de los más bajos de nuestra historia" Señala notables logros en el orden laboral, y "en el orden político se empezó a impulsar el asociacionismo y la apertura ideológica (...) y se avanzó mucho en la popularización de la Monarquía". Fernández de la Mora elogia a aquellos ministros: "En su casi totalidad, permanecieron leales al jefe y a las instituciones que sirvieron, a pesar de que luego lo consignado y lo rentable fuera denigrarles. La clase política española se ha caracterizado desde principios del siglo XIX por su impúdica versatilidad [menciona pocas excepciones]. Por muchas y bonísimas razones, a la casi totalidad de mis compañeros de Gobierno difícilmente podría considerárselos "políticos" en una partitocracia. No vivían de la cosa pública, no mentían sistemáticamente, no compraban publicidad encubierta. No hacían demagogia, no reclutaban clientes, no sobornaban ni cobraban comisiones ni negociaban con influencias". En los consejos, "no se empleaba el tiempo en "las cosas de la política", sino en la política de las cosas, es decir, en que España fuera cada día más ordenada, más justa y más próspera".

Como vemos, el gobierno de 1969 no puede resumirse en los adjetivos usuales de "monocolor", "tecnocrático" o "inmovilista" como es frecuente. Perseguía ante todo la instauración de la monarquía de Juan Carlos en una sucesión pacífica y sin traumas, y agrupó a las familias, mejor dicho, a los sectores de las distintas familias del régimen dispuestos a llevar a cabo la tarea, ardua por las incertidumbres propias de todo proceso semejante, y porque ni Juan Carlos ni la monarquía gozaban por entonces de grandes simpatías o popularidad, ni siquiera entre grupos bastante amplios del régimen.

Por otra parte, ¿en qué sentido evolucionaría la situación después de Franco? En general se esperaba mantener los principios del régimen, aun admitiendo un grado amplio de pluralismo y homologación al entorno eurooccidental, de lo que solo discrepaban los grupos, cada vez más minoritarios, opuestos a cambios significativos, y a quienes sus contrarios denominaron "el bunker". Pero no había una idea clara sobre los límites del cambio, aparte de la propia instauración monárquica.

Y Juan Carlos dio muy pronto indicio de por dónde podrían ir los tiros. En febrero de 1970, apenas seis meses después de ser nombrado sucesor de Franco a título de rey, el New York Times publicaba una crónica sobre el príncipe con estos títulos: "Soy heredero de Franco pero también soy heredero de España" . "Juan Carlos promete un régimen democrático". Le atribuía la idea de que solo tendría posibilidad de reinar bajo alguna forma de democracia, y la distinción entre el tipo de gobierno precisado durante la guerra civil, después de ella y el que se necesitaría en el futuro. Al embajador español en Washington, Jaime Argüelles, le disgustó el reportaje, y lo atribuyó a manipulación habitual en "los corresponsales y columnistas de la gran prensa americana". Poco después, el príncipe almorzó con Areilza, notorio opositor al régimen. Al contárselo a Franco, este le advirtió: "Ya lo sabe, Alteza; o príncipe o persona privada". Franco podía revocar el nombramiento de Juan Carlos, pero no parece haber desconfiado de él. Por lo demás, comprendía que la política no se haría del mismo modo tras su muerte.

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**** La editorial AKRON presentará la colección ¿Quieres saber más? El jueves 18 de marzo, a las 19,30, en el Centro Cultural de los Ejércitos, Gran Vía 13, Madrid.

**** La Fundación DENAES ha convocado el segundo Premio Nacional de Oratoria "Gabriel Cisneros" para universitarios, hasta el 21 de marzo de 2010, con un primer premio de 6.000 euros.Los participantes deberán enviar un vídeo exponiendo brevemente, uno de estos temas: "La importancia de la Nación para un ciudadano", "El derecho a estudiar en lengua materna" y "Argumentos en defensa de España como Nación", durante aproximadamente 3 minutos.La final se celebrará el jueves 22 de abril de 2010.

El jurado del premio en 2009 tuvo por maestro de ceremonias a José Javier Esparza, y un estuvo compuesto por D. Eduardo Zaplana, José Manuel Otero Novas, D. Andrés de Blas, D. Angel Lafuente, D. Felicísimo Balbuena, D. Nicolás Redondo, D. Alfonso Bullón de Mendoza, D. Gustavo Bueno y D. Ricardo Garrudo. Lo ganó Ester Muñoz de la Iglesia, estudiante de derecho.

**** El próximo miércoles 17 de marzo, a las 19:30 horas, el Instituto CEU de Estudios Históricos tiene programada la presentación del libro YAGÜE, EL GENERAL FALANGISTA DE FRANCO de Luis E. Togores. En la presentación intervendrán junto al autor: Alfonso Bullón de Mendoza, Jesús Salas Larrazábal, Juan Carlos Rodríguez Nafría y María Eugenia Yagüe. En En el Salón de grados del CEU, c/ Julián Romea 23, Madrid

**** http://historiademonesterio.blogspot.com/2010/03/una-buena-noticia-la-publicacion-de-la.html

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/el-caso-matesa-y-declaraciones-de-juan-carlos-al-new-york-times-5746/

1 comentario:

Anónimo dijo...

presentación del libro "el general yague imágenes inéditas", de maría eugenia yague en la sala polison del teatro principal de burgos