El sostén de Sarkozy
TOMÁS CUESTA
Martes , 23-03-10
EN Francia -«grandeur» obliga-, las verdaderas elecciones regionales son las que se dirimen frente al carrito de los quesos. Las otras -esas que ahora andan en lenguas tras el supuesto terremoto dominguero- son la pedrea del poder, o la piedra de toque, por no cargar la suerte. Un pellizco que alivia a los menesterosos y un pescozón liviano que despabila al prepotente. Un aviso de apremio o un anticipo a cuenta. Que el vencedor gallee es natural, puesto que el gallo es, como saben, el animal totémico de los vecinos del primero. Y es lógico, también, que el derrotado ni cante la gallina ni se duela en exceso. A Sarkozy le han dado la del pulpo, menos, en cualquier caso, de lo que se merece, pero aún sigue entero. Y así, con entereza, habremos de sufrir la serenata de los propagandistas de la buena nueva (¡Pleno al rojo! La izquierda hace saltar la banca y acorrala al banquero) y la salmodia quejumbrosa de las plañideras: ¡Por allí resopla! ¡Contemplad la joroba de la extrema derecha!
No es tan fiero el león como lo pintan ni el pintoresco espantajo es tan siniestro. Lo único que ha ocurrido es que «Monsieur le President» ha hecho uso y abuso de las ocurrencias. Que, si antaño era un mago, hogaño tiene trazas de prestidigitador fullero. Que se ha metido en faldas de once varas en lugar de meter a sus rivales en cintura y al país en vereda. Que se ha gastado en gestos el capital político que le confiaron en el 2007 y que, embrujado por el papel cuché, ha perdido el oremus, amén de los papeles. Que se ha quedado bizco guiñando el ojo izquierdo. Que las palabras vuelan y las promesas reptan. Que las deudas le abruman y que se le agota el crédito.
Y ese es el momento en el que Jean-Marie Le Pen da un paso al Frente (Nacional), se cruza en su camino y le cruza la cara con un sopapo dialéctico. «Los muertos que vos matáis/ gozan de buena salud», le espetó a bote pronto con briosa fachenda enarbolando un dicho muy francés (de Racine, por más señas) que los españoles consideramos nuestro. La primera en la Frente (Nacional, por supuesto). Nicolás Sarkozy, que es un truhán mediático, un virtuoso de la tele-realidad, un líder forjado a golpes de tele-ingenio, perpetró un error de bulto -se equivocó, «hélas!», de medio a medio- al sepultar al ochentón a la ligera. El horno todavía no estaba para bollos ni el hoyo para espectros y al Tenorio con alzas le toca purgar la bilis de añejos desafueros.
Sarkozy ha presumido de una decena de centímetros que no le pertenecen y de un par de millones largos de sufragios que le llovieron del cielo. O del infierno, tal vez, benditos sean. O del limbo, quizá, que es un paraje que frecuenta. Cuando rindió el Elíseo a cañonazos prometeicos («Au revoir», la cochambre; los sesentayochistas al trastero; «rien ne va plus», «c´est fini» el cachondeo) puso en solfa el discurso de Le Pen puliendo las soflamas y la intemperancia agreste y añadiéndole estilo al género. Menguado repertorio si ha de enfrentarse con Marine (la niña bonita del vehemente «condottiero») que le iguala en discurso y le aventaja en género. ¿Renace la bestia parda? ¡Huy, qué miedo!
Miedo da Carla Bruni, que es la encrucijada del «glamour» y del riesgo. Hoy por hoy, sin embargo, su dama es su refugio, su escudo, su sostén... ¿Un sostén sin sostén? Insostenible empeño.
http://www.abc.es/20100323/opinion-firmas/sosten-sarkozy-20100323.html
martes, marzo 23, 2010
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