La reforma constitucional del PP, ¿nuevo debate sobre las autonomías?
Antonio Martín Beaumont
Hay quienes ven cómo cada transferencia a comunidades gobernadas por nacionalistas es utilizada contra la propia España, y otros que consideran las autonomías un derroche innecesario.
18 de julio de 2006. "Estamos trabajando ya (…) en nuestra propuesta al conjunto de los españoles para que España siga siendo una nación, para que la soberanía nacional no se parta, para garantizar la igualdad y para que haya un Estado viable". Así se expresó Mariano Rajoy el domingo, en la clausura de la universidad de verano de la Fundación FAES, en Navacerrada. ¿Trabaja el PP en una propuesta de reforma de la Constitución para incluir en su programa electoral? Desde luego. Pero, ¿en qué sentido?El propio líder popular lo anunció en su discurso: "España no puede convertirse en un Estado difuso, atrapado dentro de una madeja de intereses autonómicos que impidan la solidaridad entre territorios. (…) La soberanía del pueblo español tiene que sentirse sobre el conjunto del territorio. (…) No se trata de eliminar el Estado de las Autonomías, sino de evitar la mutación confederal a la que nos aboca el modelo pactado por Zapatero y los nacionalistas".Rajoy ha anunciado en diferentes ocasiones que si su partido recupera el Gobierno emprenderá un cambio constitucional porque la Carta Magna, tal como van las cosas desde que José Luis Rodríguez Zapatero es el inquilino de La Moncloa, está para pocos trotes.En la Convención Popular de marzo una ponencia de la secretaria de Política Autonómica del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, Fortalecer lo que nos une, dio pistas sobre los gustos del Partido Popular en este sentido: Reformar el artículo 150 de la Constitución para blindar las competencias del Estado; elevar a 2/3 la mayoría para aprobar reformas estatuarias en las Cortes; y recuperar el recurso previo de inconstitucionalidad.¿Camina el PP hacia un nuevo centralismo que cercenaría el Título VIII de la Constitución, tal como advierte el PSOE? Mariano Rajoy quiere representar un discurso de Estado que defienda la soberanía nacional, fuente de legitimidad de Gobiernos, Constitución y Estatutos. Un discurso, por cierto, que está siendo demandado por una parte de la sociedad que ve cómo -por presión nacionalista- se riega el jardín particular sin preocuparse del común, con lo que la idea de España, que impregna la Carta Magna, cada día está más marchita.Ahora bien, si es cierto que el sistema autonómico está bien arraigado en parte de la sociedad española, igualmente es cierto que otra parte ve cómo cada transferencia a comunidades gobernadas por partidos nacionalistas es utilizada contra la propia España; otros ven en el sistema autonómico un derroche de recursos. De ahí que no deba excluirse, una vez abierto el melón de la Constitución, que haya quienes puedan pedir también que se retrotraigan a la administración central competencias en manos de comunidades autónomas.En el PP, al igual que en la sociedad española, conviven estas dos almas: una más autonomista; otra más centralista. Por ello precisamente, Rajoy debe meditar bien adónde quiere llegar con su propuesta de reforma constitucional y si, una vez puesta en marcha, podrá frenar donde él desea.
Gentileza de LD
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