martes 4 de julio de 2006
EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS
El escriba compasivo
Por José María Marco
Hace pocos días anunció su salida de la Casa Blanca otro miembro del equipo más próximo al presidente Bush. Esta vez el caído –en términos militares, que es como se está viviendo esta historia– es Michael Gerson. Gerson, nacido en Nueva Jersey en 1965, se ha encargado de redactar los discursos del presidente Bush desde el año 2000. Ha sido el creador de la imagen pública de Bush, el artista que ha forjado las palabras por las que Bush ha querido pasar a la historia y explicar a sus contemporáneos, y a la posteridad, el sentido de su presidencia.
Con la serie El Ala Oeste de la Casa Blanca se ha popularizado una imagen glamourosa de los redactores de los discursos de los presidentes norteamericanos: guapos, trajeados de Armani, dinámicos y brillantes. La imagen de Rob Lowe, en una palabra. Gerson es lo contrario. Un hombre gris, con aspecto de burócrata, que no ha debido de pasar por el gimnasio en su vida. Escribía sus discursos en un sótano sin ventanas. Lo más parecido al glamour era que le gustaba escribir en los Starbucks.
Es un adicto al trabajo, eso sí, y se cuenta que una vez que tenía que escribir un discurso particularmente importante se presentó en el Starbucks antes de que abrieran, a las cinco y media de la mañana. Entre sus manías está la de mascar los bolígrafos azules hasta ponerse perdido de tinta azul, y pasear por su despacho leyendo en voz alta lo que acaba de escribir.
A diferencia del personaje –tan idealmente progresista– de la serie televisiva, Michael Gerson no fue a ninguna universidad de elite. Cursó sus estudios –de teología– en un modesto establecimiento universitario del Medio Oeste. Tampoco es demócrata, aunque lo fue en su juventud, como lo era su madre (su padre era un republicano convencido). Y es, sobre todo, una persona profundamente creyente.
Gerson empezó a escribir para republicanos como Bob Dole y Jack Jemp. Luego trabajó en el periodismo y se incorporó a la Heritage Foundation, una de las grandes instituciones conservadoras de Washington. Bush lo integró en su equipo cuando comprendió que Gerson tenía el don de dar forma a lo que a él le resultaba natural pero difícil de articular en palabras: la fe como guía de conducta, en lo privado y –esto resulta mucho más polémico– en la vida pública.
De esta colaboración nació una de las muchas paradojas de la presidencia de Bush. Un presidente cuyas torpezas verbales han creado todo un subgénero literario –los "bushismos"–, que convirtió la palabra strategy en strategery, como una española convirtió el "candelero" en "candelabro", es el mismo presidente que en Senegal, en julio de 2003, habló de la esclavitud con las siguientes palabras:
"Durante 250 años los cautivos fueron asaltados en su dignidad. El espíritu de los africanos en Estados Unidos no se rompió. Lo que estaba podrido era el espíritu de sus captores. Hombres mezquinos se hicieron con los poderes propios de los amos y los tiranos. Años de brutalidad sin castigo, de malos tratos y de violaciones dieron por fruto una conciencia cruel e indulgente. Hombres y mujeres cristianos se volvieron ciegos ante los mandamientos de su fe y sumaron la hipocresía a la injusticia. Una república fundada en la igualdad para todos se convirtió en una cárcel para millones de seres humanos. Y aun así, como dice un proverbio africano, 'no hay puño tan grande que pueda esconder el cielo'. Tantas generaciones de opresión bajo las leyes de los hombres no consiguieron destruir la esperanza de la libertad ni derrotar los designios de Dios".
Se reconocerá que a Lincoln no lo habrían disgustado.
***
Bush, siempre aficionado a los motes, lo bautizó como el Escriba. Según Gerson, Bush es un editor exigente: le gustan los discursos claros y cortos. Ni que decir tiene que la espléndida retórica del escriba de Bush ha suscitado en estos años numerosas polémicas.
En 2005 la revista Time lo clasificó entre los 25 evangélicos más influyentes de Estados Unidos. Lo ha sido, sin duda. Gerson, además de escribir y pulir las palabras del presidente, ha participado en la toma de algunas decisiones estratégicas, en particular en cuanto a la incorporación de los evangélicos a la alianza que ha apoyado a Bush en estos años.
Bush, efectivamente, siempre ha gustado de exponer sus convicciones religiosas, y Gerson le ha proporcionado la inspiración religiosa que sostiene la argumentación pública de su acción política. Incluso lo ha teorizado, con gran claridad.
Según ha dicho él mismo, Gerson recurre a la retórica religiosa cuando el presidente, como ha ocurrido tantas veces en estos últimos años, debe ofrecer a sus conciudadanos apoyo en el dolor, y esperanza.
Así fue como, el 14 de septiembre de 2001, Bush dijo, en la Catedral Nacional de Washington:
"Los signos de Dios no son siempre los que esperamos. Aprendemos en la tragedia que sus propósitos no son siempre los nuestros. Aun así, las plegarias que nacen del sufrimiento de cada uno, ya sea pronunciadas en cada casa o en esta gran catedral, serán conocidas, escuchadas y entendidas (…) Este mundo ha sido creado con un designio moral. El dolor y la tragedia y el odio duran sólo un tiempo. La bondad, el recuerdo y el amor no tienen fin, y el Dios de la vida abraza a todos los que mueren y a todos los que lloran".
Gerson también recurre a la retórica de tono religioso porque conoce la influencia de la fe en la historia de Estados Unidos. Sabe que los sermones religiosos fueron la materia de buena parte de la Revolución Norteamericana, y que ésta se basó en parte en un gran movimiento espiritual recordado como el "Gran Despertar". Conoce las continuas referencias a Dios que se han hecho siempre en la política de Estados Unidos. Admira a Carter y le gusta citar a Franklin D. Roosevelt, que describía la lucha contra los nazis como la guerra de la Cruz contra la Espada.
En una ocasión, Gerson no dudó en introducir una bella cita de tiempos de la Revolución, cuando John Page, uno de los firmantes de la Declaración de Independencia, escribió a Jefferson preguntándole si no creía que "un ángel cabalga este torbellino y dirige esta tormenta". Entre sus oradores favoritos está Martin Luther King, de quien dice que tenía el don extraordinario de situar un hecho, o un momento, en la totalidad de la historia norteamericana. Como buen conocedor de los textos religiosos, sabe bien lo mucho que la retórica de los derechos civiles, en los años de lucha contra la segregación, debe al Antiguo Testamento, y más en particular al libro del Éxodo.
Si una de las funciones de un líder es proporcionar una historia, una estructura narrativa y argumental a la acción que encabeza, la religión es, para Gerson, parte fundamental de esa tarea. Las referencias religiosas sirven también para crear una tensión emocional de una profundidad difícil de alcanzar por otros medios. Las sociedades, afirma Gerson, necesitan valores morales de mayor calado que los sistemas políticos. Sin aquellos, estos se vuelven absolutos y, probablemente, totalitarios. A Gerson no le gusta el silencio religioso en el espacio público.
Por hacer referencia a esos valores, se le acusó de trufar los discursos de su jefe con mensajes crípticos, dirigidos sólo a los evangélicos o a los creyentes en una forma sectaria de cristianismo. Gerson siempre lo ha negado. Recuerda una alusión a la frase de Cristo sobre la viga en el ojo propio y la paja en el ajeno, que un periodista del New York Times tomó por una variación de un viejo dicho popular. Nadie en el equipo editorial del prestigioso periódico progresista conocía el origen de la expresión. Nadie había leído ni escuchado nunca el Sermón de la Montaña.
Más hondamente aún, las referencias religiosas de Gerson apuntan, siempre según él mismo, a una reflexión sobre la providencia. Gerson insiste en que se trata aquí de uno de los grandes motivos de la religión cívica norteamericana, y no elude los problemas que estas alusiones plantean: el posible mesianismo, la retórica del pueblo elegido, el riesgo de soberbia que conlleva asumir como propia la responsabilidad de la lucha contra el Mal.
A Gerson se le debe la famosa frase del "Eje del Mal" con que Bush describió a los países enemigos de la libertad tras el 11-S. Peggy Noonan, redactora de algunos de los discursos de Reagan, criticó el excesivo voltaje moral del gran discurso de la segunda toma de posesión, cuando Bush dijo: "Todos los que viven en la tiranía y la desesperanza saben que Estados Unidos no ignorará vuestra opresión. Cuando os alcéis por vuestra libertad, nos alzaremos con vosotros".
Pero Gerson casi siempre ha conseguido evitar la identificación del reino de Dios con el ámbito de la política. Cuando se mezclan, dice, la fe es la que más padece.
***
Las referencias religiosas también aparecen en la pluma de Gerson cuando Bush ha expuesto sus proyectos de reforma de los programas de bienestar social mediante el recurso a organizaciones religiosas. En defensa de este proyecto, Gerson siempre ha argumentado que no es una novedad completa, porque ya había habido colaboración entre el Gobierno y las instituciones religiosas. Además, se trata de una política pluralista, abierta a cualquier grupo religioso. Gerson siempre ha incluido alusiones a todas las religiones, incluido el Islam, en los discursos de Bush. A diferencia de Kerry, Bush ha hablado pocas voces en las iglesias, y nunca ha recurrido, como hizo Kerry, a textos religiosos para atacar la fe de su adversario.
El proyecto de colaboración con grupos religiosos no tuvo mucho éxito, aunque sí lo han tenido otros programas, como los de ayuda contra el sida del Gobierno norteamericano, cifrados en 15.000 millones de dólares y muy apoyado por Gerson.
En el fondo, la salida de Michael Gerson de la Casa Blanca no significa sólo un paso más hacia el final de la era Bush, tras la despedida de personajes clave como Andrew Card, John W. Snow y Karl Rove. También plantea un interrogante acerca de la identidad y la dirección de la derecha norteamericana en la era post Bush, es decir, después del "conservadurismo compasivo" que éste promocionó como alternativa política frente al republicanismo neoliberal de Gingrich y de los años 80.
Gerson fue uno de los más perfectos representantes de la ola compasiva. Es partidario de un Gobierno limitado, pero también es conservador en cuanto a los valores morales. No quiere que el Gobierno intervenga mucho en la sociedad, pero siempre se ha mostrado favorable a un Gobierno fuerte y con capacidad para fomentar en la sociedad valores como la libertad y la autonomía. Gerson, además de expresarla muy bien, simbolizó la gran alianza de liberales y conservadores que en 2004 dio a los republicanos la Casa Blanca y la mayoría en el Congreso.
En la belleza de los discursos escritos por Gerson se diluían las contradicciones que subyacen en una posición que llevaba al mismo tiempo a bajar los impuestos y a aumentar el gasto estatal en programas médicos y de enseñanza. Gracias a sus palabras, se habría dicho que los republicanos podían mantener al mismo tiempo un Gobierno creciente con unos ingresos paralizados, ya que no menguantes. Al apelar siempre a los principios, disolvía lo que en el "conservadurismo compasivo" había de dejación de los fundamentos doctrinales de la derecha norteamericana a favor de un tacticismo centrista tal vez irremediable.
El resultado ha sido un déficit gigantesco y, sobre todo, como ha dicho Andrew E. Busch, uno de los mejores analistas políticos norteamericanos, una considerable pérdida de credibilidad. No es que los demócratas estén rentabilizando la situación. Pero Estados Unidos necesita, en palabras de Andrew E. Busch, un "partido adulto". Los republicanos tienen hasta el 2008 para volver a serlo. Y no les vendría mal un nuevo Michael Gerson para articularlo de nuevo.
Gentileza de LD
lunes, julio 03, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario