miércoles, julio 12, 2006

Cuidar las fortalezas de la familia

jueves 13 de julio de 2006
VISITA DE BENEDICTO XVI
Cuidar las fortalezas de la familia
Por Juan Souto Coelho
Algunos están empeñados en cambiar España, pasando por encima de todo, retrocediendo a propuestas fracasadas y fratricidas, al precio humano que sea, no sólo políticamente, sino también social, cultural, moral y hasta religiosamente. Pero hay una propuesta que sí funciona: corregir las debilidades y cuidar, en libertad, todas las fortalezas de la familia.
Es importante no evadirse de la realidad y, a la vez, vivir el gozo y la gracia de la visita de Benedicto XVI al encuentro de las familias, en Valencia. Hay en este acontecimiento histórico una propuesta alentadora: romper con la apatía y la indiferencia, para recuperar y fortalecer nuestras raíces, los fundamentos que atesora nuestra nación milenaria, nuestra sociedad plural y diversa, alimentados por la savia del cristianismo, que ha moldeado instituciones, como la familia, estilos de vida, formas culturales, principios éticos y jurídicos, arte y literatura, tradiciones y fiestas. La familia, que echa las raíces en este humus, es la red de solidaridad más cercana y más íntima a cada persona.
Precisamente, una de las experiencias más saludables y sanadoras ha sido la solidaridad efectiva que se vivió entre las familias. Me impactó poderosamente la cantidad de jóvenes y de matrimonios jóvenes con sus hijos, el sentido de gozo y civismo que reflejaban en sus comportamientos: ningún altercado, sólo pequeñas y grandes muestras de ciudadanía; voluntariado, colaboración, sencillez de grandes, jóvenes y pequeños; aceptación alegre de las contrariedades, el tremendo calor, el polvo, las esperas y las aglomeraciones, las caminatas hacia los autobuses… No hubo ataques a nadie, ni desprecio, ni discursos a la defensiva. Para defender nuestra propuesta de familia no hace falta el insulto, el desaire y la descalificación; aunque, para algunos medios, las anécdotas y las frivolidades de un reducido grupito de exhibicionistas les hayan merecido más interés que la manifestación ejemplar de esta asamblea millonaria de familias. Y el que el Presidente del Gobierno no haya ido a misa está en su línea.
Para cambiar España hay que redescubrir todas las potencialidades creadoras de solidaridad y de libertad de la institución familiar. Los cambios actuales en la familia dictarán los cambios en las instituciones y en la sociedad futura. Es el gran reto de la célula básica, primigenia de cualquier sociedad. La familia y los derechos que le son propios, que son derechos anteriores a los del mismo Estado. La familia, dijo en Valencia Benedicto XVI, tiene derechos propios que no le pueden ser arrebatados por nadie, ni por un poder político, ni por un legislador. La Santa Sede viene impulsando, desde el año 1980, la "Carta de los Derechos de la Familia".
Los partidos políticos parece que han renunciado a defender las fortalezas de la familia, sólo les interesa como unidad económica, como factor de producción y de consumo; no así la dimensión de la solidaridad, la escuela de virtudes sociales que es por si misma. Deben saber los políticos que, dijo Benedicto XVI, "reconocer y ayudar a esta institución es uno de los mayores servicios que se pueden prestar hoy día al bien común y al verdadero desarrollo de los hombres y de las sociedades, así como la mejor garantía para asegurar la dignidad, la igualdad y la verdadera libertad de la persona humana". No pretendan sustituirlas. Denles lo que les toca por derecho para que decidan ellas mismas lo que está en sus manos.
Para algunos, la estancia de Benedicto XVI entre nosotros ha sido políticamente correcta, dicen que el Papa asumió un discurso conciliador, etc. Creo que no han entendido nada, mejor, lo han entendido demasiado y se apresuraron a hacer la lectura más interesada. El Papa dijo lo que correspondía, que "la familia es el ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y recibir amor, (…) espacio fundamental para la persona humana"; que "la familia es una institución intermedia entre el individuo y la sociedad, y nada la puede suplir totalmente. Ella misma se apoya sobre todo en una profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa, sostenida por el afecto y comprensión mutua".
Y, en consecuencia, invitó "a los gobernantes y legisladores a reflexionar sobre el bien evidente que los hogares en paz y en armonía aseguran al hombre, a la familia, centro neurálgico de la sociedad, como recuerda la Santa Sede en la Carta de los Derechos de la Familia. El objeto de las leyes es el bien integral del hombre, la respuesta a sus necesidades y aspiraciones. Esto es una ayuda notable a la sociedad, de la cual no se puede privar y para los pueblos es una salvaguarda y una purificación. Además, la familia es una escuela de humanización del hombre, para que crezca hasta hacerse verdaderamente hombre. En este sentido, la experiencia de ser amados por los padres lleva a los hijos a tener conciencia de su dignidad de hijos".
Este mensaje fue rubricado y reforzado por los aplausos frecuentes de una asamblea eclesial de más de un millón de personas. Estaba dirigido a España, pero no sólo; era para todo el mundo, no olvidemos que el Papa clausuraba el V Encuentro Mundial de la Familia, estaban presentes delegaciones, organizaciones, líderes sociales, políticos y religiosos de los cinco continentes, afirmando el carácter universal e insustituible de la familia.
La comunión en la fe en Jesucristo, en torno al Sucesor de Pedro, el sentido de pertenencia a la Iglesia, la solidaridad en las convicciones y en los comportamientos, han hecho de esta asamblea mundial de familias un auténtico sacramento de la familia querida por Dios, que es un bien para la persona, la sociedad y el mundo. Con la defensa de la familia la Iglesia da consistencia, cohesiona y estructura la sociedad allí donde desarrolla su misión.Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social "León XIII"

Gentileza de LD

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