viernes 14 de julio de 2006
Cuatro preguntas al Ombudsman (Defensor del pueblo)
Antonio Parra
E SPAÑA está envenenada, un polvorín vaya y el odio y la memoria de lo que fue la cosa va para setenta años nos llega a las orejas pero los santos siguen marchando. ¿Dónde están los justos de Israel? El pueblo llora, canta salmos por lo bajini en la trasera del vagón de la Línea I lleno de flores étnicas y ora agachando la cabeza, vías matritenses caminos de Babilonia el síndrome se acerca de la torre de Babel y nos sentimos un poco cariacontecidos e inermes para combatir la avalancha. Es el aliud y el alud. El mayordomo del propietario que baja a pedir cuentas. El señor de la viña se va a presentar dentro de cinco minutos. ¿Qué hiciste con mis talentos, tú? ¿Malgastaste mi hacienda? - Dicen que en la tarde de la vida nos van a examinar del amor. - ¿Si? Pues vamos a catear todos. ¿Qué está ocurriendo? ¿Es el aliud o el alud? ¿Galgos o podencos? ¿O la sombra de la Paloma de Pentecostés que pasa? No sé. Estoy lleno de dudas. Aquí todos nos conocemos. Así que cumplo lo que dice la Cabala y los Santos Padres (Jerónimo, Agustín, Policarpo, Antonio y Pagnufio) recomiendan para cuando vienen mal dadas: huye y llora y reza y calla. Mi querido san Iñaqui es más explicito y pide perseverancia. En tiempos de tribulación no hacer mudanza, pero si resucitara lo mismo que animaría a los viejos requetés a que gritasen a voz en cuello: -Gora San Fermín. -Gora Es el aurresku, el ijujjú y la jota que todo Español lleva en el fondo del alma. A ese munícipe modorro que rompe con la Santa Tradición había que meterle un Gora (no cabe duda de que la palabra vascuence es bella, se parece a un viva pero a veces puede ser un muera) por cierta parte, lo que pasa es que ya no quedan hombres ni en Navarra. Joder aquellos tiempos cuando se decía que no hay sujeto más temible que un requeté recién confesado y comulgado. En la calle la Estafeta años ha organizabas un encierro y a lo mejor salía una procesión o una romería que menudos son. Ya se fueron los forasteros. Sonó triste el “Pobre de mí” -¿Y tú eres de aquí o viniste a la función? -Soy meteco en mi propio país. Pronto un ilota. -¿Un esclavo querrás decir? Raro. ¿No es este tiempo de libertades? -Ya. Las reclamaciones al maestro armero. Cuando los nietos de los carlistas se declaran ateos legales, mal asunto. Nos quieren quitar todo lo que hace hermoso y agradable el soplo de la vida. La Bestia echa fuego por las fauces por los ojos y hasta por las orejas y por atrás todos los pedos y paridas eso sí políticamente correctos muy de guante blanco. Todo él es prensa rosa. Reginaldo pulido. Ayudadme zancas que en este mundo cruel todos son maulas. ¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí! Ya se acabaron las fiestas de san Fermín. Sin embargo, los borrachos en el cementerio juegan al mus y apagan la luz. La tía Melitona ya no amasa el pan que ha perdido la harina y la sal. Pero la levadura la tiene Pamplona la Tía Melitona, y para cadenas, Navarra, con lo que eso conlleva: valor y virtudes. Ciertamente esa era la letra de un viejo cantar carlista. En tiempo de tribulación no hacer mudanza. O lo que es lo mismo haticuenta de que eres un rebujo o un miquifú que se arrebuja junto al fuego del llar en una noche perversa de cellisca esperando que pase la tormenta. Es decir que hay ocasiones en que no cumple ser temerario. Ni echaopalante. Siempre audaz pero la cobardía a veces puede ser una virtud. El miedo es libre y algo muy humano. No me cuadran los cómputos. El de Loyola, sin embargo, siempre da buenos consejos. Su oficio es equidistante entre el legislativo y el ejecutivo. Un organismo independiente para defender a los de abajo en teoría pero las quejas al maestro armero aquí los pecheros seguimos en la mismas. Si vamos a esa ventanilla de reclamaciones los curritos de a pie y no somos maricones ni feministas ni esos inmigrantes a los que viste y calza de domingo la gran almadraba de esas onegés ocultas que estan repoblando España de nuevas etnias seguro que nos den portazos, pues vamos a tener que cerrar el pico, hay que joderse. Aquí las quejas al ombudsdam que sigue teniendo la cara de un autobús por detrás – y la palabrita se las trae pues a mi vecina le suena algo así como el transporte público- son como las reclamaciones al maestro armero. Estoy vendido porque amo a mi patria o porque considero que la bandera esa roja y gualda por la cual han muerto tantos no es un trapo, y que hay cosas por las cuales merece la pena verter tu propia sangre. Soy católico y todos sabemos que la iglesia se nutre con la savia de los que inmolándose nos proporcionaron energías en la fe gracias a su testimonio. Me gusta cantar las letanías y rezar la corona en privado. Se trata del defensor del pueblo. Si queda todavía un hombre de bien por estas latitudes yo diría que es él aunque sin poner la mano en el fuego. ¡Uno se lleva tantos chascos! Nos quieren poner de patas en la calle. Echarnos de nuestro propio país. Cuando voy en el autobús me sale complejo de Dr. Livingstone, soy meteco en la capital de estos reinos. España tierra de acogida. ¿De tantos? Ateme esa mosca por el rabo, señor ombudsman. Acláreme esa duda. Pero don Múgica me cae bien. Es gordo avuncular que nos recuerda un poco a ese tío que todos tenemos en Alcalá, vaya, tiene una cara muy simpática y es bibliómano como yo. Los dos sabemos del encanto de la letra muerta y de los sudores que hay que pasar para dar con una primera edición que valga la pena. No pronuncia bien las erres lo que a veces resulta muy gracioso y le llaman el “incombustible” pues ocupó el cargo de Defensor del Pueblo con los socialistas y con los peperos. Debe de ser que tiene buenas aldabas o que manda mucho aunque la verdad como es sabio y goza de esa sabiduría talmúdica que conocen bien los libreros de lance de España que lo tienen como cliente no se le han subido los humos a la cabeza. Y al igual que Martín Villa no se ha bajado en muchos años del coche oficial. El que vale, vale y el que no pues a la escuela. Le encuentro en la librería Valdés de Oviedo en esa costanilla del Campillín donde tengo tantas vivencias. -Hombre, Señor Defensor del Pueblo cuanto de bueno. Le vi ayer por la tele (Había sido contertuliano de un programa en la televisivo sobre el asesinato de aquel falangista en 1956 Matías Montero) a altas horas de la madrugada. -Pues ya tendría ganas. A nuestro ombudsman le gusta la literatura jurídica. Es un buen conocedor de la prosa forense sobre todo francesa encuadernación suculenta en piel de becerro y de ese tema tiene bien provistos los plúteos de su bien abastada biblioteca. Lleva un escolta de policías a los que conozco desde hace bastantes años de verlos guardar sus visitas a la Cuesta de Claudio Moyano y no parecen policías. Tienen un aspecto genial de ratones de bibliotecas. When one Greek meets another Greek, que diría Graham Green. Cuando un griego se topa con otro griego. En fin, sea Yo me encuentro, repito, al significado político en Valdés, la mejor librería de viejo de todo el país, que es uno de los lugares de España que a mí me recuerda al paraíso. El paraíso tiene que ser una gran bibliotecas de tomos que hojear encuadernados en piel. Está justamente en la cuesta alátere al Campillín ovetense. Su propietario José Manuel ese sí que es un justo de Israel por más que un carbayón asturiano entreverado de gijonés, y su esposa Conchita que atiende a los envíos por Internet un hada buena. Estos lugares que sustituyen a las viejas reboticas y se puede hacer tertulia son propicios a charlas sobre lo divino y lo humano. Yo le cuento mis quejas al Defensor y creo que hasta las torres caladas de la catedral adyacente de San Salvador pegan un brinco y los guardaespaldas me miran un poco de reojo. Vamos a ver Múgica qué es eso de quitarles las pelotas de goma a la guardia civil que defiende la valla de Melilla. ¿Es este un estado de Derecho? Pues sí lo es creo que debiera respaldar a sus fuerzas de seguridad. ¿O es que los pobres guardias civiles carecen de ombudsman? ¿Violar la frontera de un país no es un acto delictivo? ¿Por qué no hay en la opinión pública más transparencia de lo que está ocurriendo? Entonces aunque compadezco al pecado no cohonesto la actitud de esos subsaharianos que serán pobres y todo lo que se quiera pero no tienen ningún derecho a quebrantar la norma de una nación que trata de hallar atmósfera de convivencia pacífica con sus vecinos. Además parece que se pavonean de su “invasión” y en esa demanda son jaleados por una prensa que parece que recibe consignas secretas de no sé donde para hacer virtud de la necesidad aplaudiendo como una proeza lo que no deja de ser un acto ilegal: la violación de un territorio. Antiguamente eso se consideraba un acto de guerra. ¿Qué ocurriría por ejemplo si estas avalanchas ocurrieran en el Estado Zionista donde no entra nadie que no acredite su abolengo de madre judía al menos en tres generaciones y donde por el secuestro de un cabo primero se pone en movimiento toda la Wehrmacht israelí que arrasa ciudades y mata a casi medio centenar de árabes? ¿Ley del embudo pues? Y otra cosa. ¿A todos estos sin papeles que llegan en avalancha quién les viste y quién les calza? No he visto a ninguno que ande en arambeles o que se quede sin comer o que lo pase mal como lo pasábamos nosotros cuando íbamos a coger fresas o ciruelas a los campos de trabajo de Cornualles en los sesenta. Detrás tiene que haber una organización que corra a cargo del montaje. Están muy bien organizados y la operación está saliendo perfecta. Creo que en circuitos de inteligencia se llama Operación Sweeping in. Barrido hacia adentro. ¿Cómo puedo pechar con la discriminación laboral de la cual soy objeto y al igual que yo tantos españoles que van a trabajar con miedo no por el trabajo sino por el mal ambiente que se ha creado en los centros? El señor Defensor del Pueblo ante la avalancha de mis preguntas sonríe cariacontecido y sigue pasando las hojas de un tomo en holandesa encuadernación de becerro del siglo XVII. Y se va hacia la estantería siguiente rodeado de sus pretorianos. Yo le acabo de formular una pregunta que le recuerda a la nota de gastos del Gran Capitán. Demasiado para el body. Picos, palos y azadones y guantes perfumados. Todo para los que vienen a esta tierra de promisión o acogida y para los que están ya dentro y viven en la Piel de Toro desde hace muchas generaciones, palo y mala vida. España sabe ser madre dulce con el extranjero y madrastra para sus propios hijos con los que tiene una relación saturnina de amor odio. España devora a sus hijos. Por preguntar que no quede. Sin embargo todas estas interrogantes machacan al hombre de la calle a nuestro Juan español consciente y no hay que ser demasiado lerdo para entender que nos hallamos a la vista de un problema muy grave. No se trata de xenofobias sino aplicar la regla del sentido común ante lo que ven cada día nuestros ojos. Para eso uno es periodista con algo de tabelión o escribano de los fueros viejos. Sencillamente, doy fe. ¿Qué va a pasar aquí? Preguntas al ombudsman reclamaciones al maestro armero. Sale el ombudsman, rimbombante palabra y mucho puente para tan poco río, parierunt montes raquiticum mus, de la librería de lance como alma en pena rodeado de sus zaguanetes que le cubren la retirada hasta el asiento de su coche oficial. Yo sin embargo voy escotero. A pecho descubierto y sin más arma ni escudo que mi pobre pluma de caballero audaz. No tengo los arrimos que este señor que al igual que Martín Villa no se ha bajado del coche oficial desde Franco y eso que se confesó comunista. Con casa en la Moraleja por supuesto pues Múgica siempre fue un rojo muy sui géneris. No sé si lo seguirá siendo. Pero en todo caso se trata de un comunista con buenos padrinos y con conexiones óptimas que han permitido su incombustibilidad. Pues muy bien.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario