jueves, marzo 11, 2010

Ramon Sanchez, Con las vergüenzas al aire

jueves 11 de marzo de 2010

Con las vergüenzas al aire

Ramón Sánchez

D ESDE hace ya bastante, demasiado, tiempo, esta nación, otrora orgullosa, honorable, altiva y arrogante, malvive con las vergüenzas al descubierto. Y conste que no me refiero a ese puñado de sindicalistas catalanes, que, en señal de protesta por un proyecto de los empresarios, se empeñó en mostrarnos sus desagradables traseros, sin que uno encuentre la correspondencia entre un hecho y otro, como no sea el del exhibicionismo y la confusión del culo, nunca mejor dicho, con las témporas.

La deprimente situación por la que atraviesa España no se circunscribe sólo al capítulo de la crisis económica, sino que se extiende ampliamente al moral. Corrupción generalizada de nuestros políticos, alarmante inoperancia de la Justicia, colaboración entre altos mandos de la policía y los terroristas, flagrantes mentiras gubernamentales, etcétera, etcétera.

Una situación que en cualquier país medianamente democrático habría conducido a tomar medidas quirúrgicas para cortar de raíz esta sangría, pero que aquí se acoge con una normalidad que da pavor.

Los episodios de los últimos días, son para comer cerillas, que diría un castizo. Primero llegó la muerte por huelga de hambre del disidente cubano Orlando Zapata, que Zetapé, flamante presidente europeo, no se atrevió a condenar en foros continentales y que, ante la airada reacción de la opinión pública, tardó 36 horas en lamentar de forma melosa y generalista, no se fueran a enfadar con nosotros sus amigos, los hermanos Castro. Y después llegó lo de Venezuela.

La amistosa relación entre el energúmeno Chávez y ETA, y la de ambos con las FARC colombianas, era ‘vox pópuli’. La habían demostrado fehacientemente diversos medios informativos nacionales, aquellos no integrados en el pesebre del poder socialista. De ahí que el auto del juez Velasco no viniera sino a confirmar algo que todos sabíamos. Todos menos el Gobierno, claro.

Por un quítame allá esas pajas, derivado de la más o menos correcta aplicación de los términos ‘pedir explicaciones’ o ‘pedir información’, el dictadorzuelo bolivariano (me niego a llamarle ‘gorila rojo’ porque no quisiera insultar a tan inteligente primate) montó en cólera y puso a caer de un burro a nuestro país, volviendo a sacar a colación la época colonial.

Acongojados, Zetapé y su mayordomo oficial, Moratinos, se apresuraron a pedir disculpas (?), alegando que no era cosa suya, sino de los jueces. Ello, entre otras cosas, y esto no se ha dicho, originó que el portavoz de Chávez declarara que “los españoles se han arrugado”. Rizando el rizo de la servidumbre, la cobardía y el ridículo, con el fin de cerrar la crisis diplomática, nuestro beatífico ministro de Asuntos Exteriores accedió a suscribir una declaración conjunta en la que, como casi siempre, se echaba la culpa a la prensa. ¡A quién si no!

Claro, que Chávez y sus secuaces no se iban a conformar con eso. Al día siguiente el ministro venezolano de Exteriores, un tal Nicolás Maduro que no hace honor a su apellido, descalificó al magistrado de la Audiencia Nacional, vinculándolo “con la mafia de Aznar” y añadiendo que el PP “es un partido de la derecha con sectores ultrarreaccionarios y ultraderechistas, vinculados al pasado franquista”. El propio caudillo bolivariano puso la guinda al pastel de su acólito, manifestando que el documento del juez Velasco “carece de validez y es una denuncia mediática sin sustento alguno”, recurriendo igualmente a decir que los del PP son “los mismos agentes que encubren los crímenes perpetrados por la dictadura de Francisco Franco”.

¿Hasta cuándo va a aguantar no sólo nuestro Gobierno, sino nuestro país, esa sarta de insultos y descalificaciones? Apostaría a que no va a pasar nada. No conviene irritar a la bestia sudamericana. Zapatero evitará, una vez más, ‘mojarse’ porque es un cobarde irredento. Su penúltima ‘hazaña’ ha sido alabar públicamente la “valentía y trayectoria del juez Garzón”, al que dijo “tener presente”. Antes que él, el ‘pavo real’ de nuestra judicatura había recibido los elogios de José Bono (“no merece sentarse en el banquillo”, se atrevió a declarar) y el peligrosísimo secretario de Estado, Gaspar Zarrías.

No hay que olvidar que el magistrado jiennense tiene tres querellas en el Tribunal Supremo. Y es lo que uno se pregunta: ¿tanto es lo que sabe Garzón como para que el partido en el poder interfiera en procesos judiciales abiertos? ¿Por qué no se defiende igualmente al juez Velasco? No sé, pero me huele que el tema del ‘caso Faisán’ tiene mucho que ver con todo esto. Lo dicho, con las vergüenzas al aire.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5602

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