jueves, marzo 05, 2009

Ladron de Guevara, Tras las elecciones vascas

jueves 5 de marzo de 2009
Tras las elecciones vascas

Ernesto Ladrón de Guevara

A mí siempre me ha parecido incomprensible cómo una democracia pueda admitir partidos que identifiquen la parte con el todo. Que pretendan que el espíritu del pueblo resida en ellos de forma patrimonialista; o lo que es lo mismo que el atributo de pertenencia pase por “el ente” guía sin el cual no hay carta de ciudadanía. Y que, por supuesto, el resto de la gente carezca de derechos políticos, en su ideario, más allá de lo meramente formal. Eso tiene un nombre en la historiografía que no se corresponde precisamente con el término de democracia.

Partidos así tenían que estar ilegalizados simplemente porque en sus bases de principios no se admite el pluralismo, aunque de forma táctica participen del juego democrático.

Esta mañana mis escoltas –sigo en un estado de excepción permanente- han sido testigos de la crispación airada de un conocido ultra vasco-nacionalista (de otro partido distinto del PNV que ha entrado en caída libre) que decía berreando, a gritos, que con qué derecho “esa gentuza va a gobernar a los vascos”, en una céntrica cafetería de la capital de Euskadi. Por supuesto, se refería a los que no pertenecen a su tribu cavernaria.

Por otra parte, Andoni Ortúzar, presidente del PNV vizcaíno, se ha atrevido a amenazar con “responder con todos los elementos a nuestro alcance” en el caso de que se envíe al pretendido custodio de las esencias vascas a la oposición. Habría que exigirle que aclare eso de “todos los elementos a su alcance”. ¿Van a llamar al primo de Zumosol? ¿Es el cuento del árbol y las nueces? ¿Cómo es posible que se permita ese tipo de amenazas sabiendo el país en el que vivimos los perseguidos por ETA y sus secuaces? ¿A qué se refiere con eso de responder? ¿Ya estamos con la misma historia de siempre de irse al monte para chantajear y condicionar el libre ejercicio de la representación política? ¿Pero qué tipo de enfoque político bananero de corte castrista tiene esta gente? ¿Qué se han creído? ¿Para qué sirven las elecciones entonces?

Argumentan que son el primer partido en número de votos y escaños. De acuerdo. Y, entonces… ¿cómo es que gobiernen la Diputación de Álava siendo los terceros en número de escaños tras las elecciones forales? ¿Por qué Ardanza fue en 1986 lehendakari si quedó su partido a dos escaños por detrás del PSE-PSOE en aquellas elecciones tras la escisión de los nacionalistas y el surgimiento de Eusko Alkartasuna ahora a punto de su extinción? ¿Es que Benegas, que entonces lideraba la opción socialista, no era digno de ocupar la lehendakaritza pese a ser el más votado?

Hablan de agresión como si el País Vasco, sus habitantes, el territorio, su historia y su cultura antropológica fueran de su pertenencia y propiedad. Así pensaba Mussolini, inventor del fascismo italiano. No admitía que alguien pudiera competir con su partido y mucho menos que se pudiera, por mecanismos electorales, reemplazarle al frente del Gobierno. El símil es aplicable.

Dicen que el sumatorio de voluntades de los escaños constitucionalistas es un frente político. Tiene gracia. Uno se pregunta qué fue aquel Acuerdo de Lizarra entre nacionalistas, por poner un ejemplo, o las políticas exacerbadamente soberanistas que ha desarrollado Ibarretxe, dando la espalda a las expectativas de la mitad de la ciudadanía vasca. ¿Ese sectarismo con antecedentes en la historia de España más graves pero no más esperpénticos no es frentismo?

Decía este servidor en el artículo de la semana pasada que el PNV no cedería el poder de forma pacífica. Lo está demostrando, porque en su ideología no se contempla la posibilidad de la alternancia por el simple juego de las mayorías. Lo están dejando al descubierto con sus actitudes. Es probable que veamos situaciones deleznables con el objeto de condicionar la próxima configuración de un gobierno que respete la legalidad, que es lo mínimo que se les debe exigir a quienes rigen los destinos de una sociedad.

No obstante, hay que felicitar, por ahora, a Patxi López por su entereza y firmeza a la hora de mantener unas posiciones sin las cuales la regeneración política, la democracia y la libertad quedarían claramente comprometidas, tras treinta años de régimen nacionalista. Si he de corregir las predicciones de mi artículo anterior lo haré con mucho gusto brindando con champán. Lo merece la ocasión. No obstante, solamente estaría justificado si se hacen políticas que no sigan la estela nacionalista. Si es para reproducir el paradigma Montilla no merece la pena. Pero, en todo caso, ahí estarían los parlamentarios populares y de UPyD para impedirlo.

En cualquier caso estas elecciones han sido un avance gigantesco por varias razones. Como mínimo porque ya no están los esbirros de ETA en el Parlamento, pero también porque el abrazo pseudo-comunista al nacionalismo se va a su casa y la cara de un independentismo caricaturizado de forma tragicómica está en sus últimos coletazos. Aralar ha crecido, pero es un mal soportable. Las tendencias soberanistas están en claro retroceso, y la sensatez empieza a ganar terreno a una esquizofrenia paranoide que campa por cada rincón de las Vascongadas. La gente tiene otro semblante por la calle, y ya empieza a haber un cierto tono de espontaneidad que alumbra un escenario donde el miedo deja paso a la libertad.

Todo eso si la estela del Antiguo Régimen no se extiende por las faldas de los montes que rodean las urbes vascas, resucitando a Zumalacárregui.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5085

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