viernes, marzo 27, 2009

Ismael Medina, La Fuerzas Armadas en desguace y España indefensa

viernes 27 de marzo de 2009
La Fuerzas Armadas en desguace y España indefensa

Ismael Medina

D ECÏAN de Adolfo Suárez, algunos de sus colaboradores, que era incapaz de tener más de dos asuntos sobre la mesa. Cubrió esta carencia un equipo de colaboradores con experiencia política durante el franquismo en su mayoría, varios de los cuales le abandonaron cuando el monarca decidió llegada la hora de que los socialistas accedieran al poder para apuntalar la corona. Rodríguez ni tan siquiera está dotado para almacenar y digerir más de una idea, casi siempre contrahecha, y dispararla como inoportuno eructo según pinten los acontecimientos. Tampoco dispone de un equipo político experimentado, salvo en una demagogia de baja estofa con la que suple un oscuro complejo de inferioridad. Negados psicológica y funcionalmente para enhebrar una política de Estado a medio y largo plazo, el acontecer de cada día les pilla siempre desarbolados y apenas si disponen de otro asidero para salir del paso que la aplicación marrullera del diseño desvertebrador insuflado desde las logias.

LA RETIRADA DE IRAK LA ESTÁ PAGANDO ESPAÑA A MUY ALTO PRECIO

CREYÓ Rodríguez que con la abrupta retirada de Irak pagaba la deuda contraída con Chirac y Mohamed VI que tanto contribuyeron a su acceso al poder. Político de corto alcance y del montón, no cayó Rodríguez en la cuenta de que la vergonzante retirada de Irak, añadida al anterior desplante a la bandera de los Estados Unidos de Norteamérica, implicaba para España la pérdida de confianza de la primera potencia mundial. Y de buena parte de las cancillerías europeas, de rechazo. El agit-prop rodriguezco mantuvo una campaña desaforada para hacernos creer que el cierre en banda de Washington era una cuestión personal de Bush, pese a que cualquier persona medianamente informada era consciente de que la doble ofensa la sentían como propia republicanos y demócratas. Y la mayoría del pueblo norteamericano.

No pasó inadvertida en Washington la estúpida de una sonriente fotografía de Rodríguez con Mohamed VI, teniendo como fondo un mapa en el que Ceuta, Melilla, Canarias y Andalucía aparecían como marroquíes. Tampoco el progresivo deterioro reduccionista de nuestras Fuerzas Armadas, la deriva hacia un disgregador e incontrolado confederalismo de impredecibles consecuencias ni la campaña orquesta por la izquierda para amenazar con la derogación de los acuerdos bilaterales hispano-norteamericanos. Sucedió, asimismo, que Alemania y Francia iniciaron su retorno hacia el fortalecimiento del atlantismo, dejando a Rodríguez con el culo al aire. Los nocivos efectos para España no se hicieron esperar. Washington decidió desplazar a Marruecos el centro de gravedad estratégico para el control del acceso occidental al Mediterráneo y el consecuente espacio atlántico. La base británica de Gibraltar cobraba así nueva dimensión y reforzaba la reluctancia de Londres a cualquier tipo de concesiones. No paró ahí, sin embargo, la reacción norteamericana. Washington llegó luego a un acuerdo con Rabat para construir una gran base aeronaval en las proximidades de Tánger que suplirá a la de Rota.

ESPAÑA CONVERTIDA EN DÓCIL INSTRUMENTO DE LA POLÍTICA DISGREGADORA DEL MUNDIALISMO

CREYERON Rodríguez, sus ministros de aluvión y su enorme pandilla de asesores que podían contrarrestar el despego de la primera potencia mundial convirtiendo a España en una dócil delegación de la Secretaría General de las Naciones Unidas. Su refugio progresista y plataforma para que la mofeta política que nos preside paseara por el mundo, ufano, su sonrisa de cómico de vodevil y su insondable vaciedad. Cambió el teléfono rojo con el Despacho Oval por el teléfono triangular con el secretario general onunista y políticamente onanista.

Cada vez que la ONU decide enviar cascos azules a una zona conflictiva del mundo para que disparen bengalas multicolores en forma de palomas de la paz, Rodríguez responde con presteza y allá van nuestros soldados con orden terminante de componer la figura de Don Tancredo frente a las balas enemigas. Que para eso el ministerio de Defensa lo han convertido estos socialistas de pacotilla y ADN pabloiglesista en astracanada castrense. En misioneros uniformados del relativismo iluminista, condenados a morir por la ONU con la paloma picassiana entre los dientes y a que sus cadáveres retornen, casi de tapadillo, como muertos en accidente fortuito. Como los del Cougar en tiempos de Bono, el pastelero manchego, maestro en la confección de mazapanes encubridores con relleno excrementicio. Fue esa la causa de que el general Vicente Díaz de Villegas, al mando de 17.000 cascos azules en el Congo, bañado en sangre, dimitiera a las siete semanas de tomar posesión. Consideró que sus tropas no estaban allí para contemplar impávidas las matanzas entre facciones y de tantos miles de civiles indefensos, sino para imponer la paz por la fuerza de las armas. Pero la doctrina militar correcta no cuenta para los siervos del iluminismo.

Pocos columnistas han entrado en el fondo del problema planteado por nuestras “misiones de paz” en lejanos escenarios conflictivos. Tampoco, por lo general, sobre las causas de las feroces guerras intestinas que asolan amplias regiones africanas, ricas en materias primas estratégicas que poderosas multinacionales mantienen como reservas de futuro, a costa de la miseria de aquellos pueblos y de un continuo guerrear entre grupos tribales. También sacan suculenta tajada las empresas de las naciones que les suministran armamento, al tiempo que se les llena la boca con apelaciones al pacifismo y nutren de efectivos las mesnadas de cascos azules que despliega la ONU para enmascarar su complicidad con la estrategia del poder mundialista. Un juego criminal y protervo del que el gobierno Rodríguez participa con servil entusiasmo.

Está casi todo dicho o insinuado respecto de la espantada de Kosovo. La participación en los conflictos que desmembraron la unidad yugoslava fue iniciativa europea , canalizada a través de la OTAN y amparada en sus diversas fases por la ONU. Salvo en la declaración unilateral de independencia de Kosovo, si bien cuando la cuestión se explora a fondo comparece una calculada ambigüedad. La mayor parte de la población de Kosovo es musulmana, aunque no aborigen, sino consecuencia de una prolongada y forzada inmigración desde Albania y con Turquía como parte interesada. Está en el intríngulis de la Alianza de Civilizaciones promovida por la Secretaría General de la ONU y la que Rodríguez se apuntó de inmediato en connivencia con Turquía, cada vez más musulmana.

ALCANCE ESTRATÉGICO DEL ACOSO A SERBIA Y LA SEGREGACIÓN DE KOSOVO

SERBIA ha sido desde antiguo el nostálgico eslabón eslavo de Rusia. Y viene a cuento recordar lo que escribí en una anterior crónica sobre Barak Obama y su equipo preferentemente clintoniano. Me refiero a que el diseño estratégico de los USA, obra de Brzezinski, hombre de la máxima confianza de Rockefeller, pivotaba de manera obsesiva sobre el aislamiento de Rusia. De ahí que Washington alimentara la rebelión y resistencia de los afganos contra la ocupación militar y política por la URSS, hasta expulsarlos. Pero con la consecuencia no prevista de que ahora son los USA y sus aliados quienes hacen frente a esa misma situación. Y de que Rusia pretenda vengarse de la afrenta. Resulta, además, que el cartel mundialista del petróleo perseguía tender oleoductos por Afganistán para sustraer a Europa de la dependencia del petróleo y el gas rusos.

Quebrar el potencial nucleador de Serbia en el avispero balcánico y su vinculación eslavista formaba parte de la estrategia diseñada por Brzezinski y llevada adelante por los sucesivos presidentes norteamericanos, desde Carter, fueran demócratas o republicanos. Y no es casual que el Tribunal Penal Internacional se haya cebado con los dirigentes políticos y militares serbios mientras hace caso omiso de comportamientos nada diversos en otras de las repúblicas emergidas de la voladura del Estado yugoslavo. Tampoco de los terribles bombardeos de la aviación otanista sobre Kosovo ni de otros brutales excesos, incluidos los kosovares, respecto de los cuales la ONU guardó cómplice silencio.

La ONU, es cierto, no amparó la proclamación de independencia de Kosovo. Pero fue notorio su consentimiento desde que se produjo, hace poco más de un año. Si Rodríguez no retiró entonces nuestras fuerzas en Kosovo, pese a que se lo pidió el Partido Popular, se debió en buena medida a su vinculación instrumental con el secretario general de la ONU. También a que habría aparecido como una debilidad ante sus seguidores la aceptación de una propuesta del PP, partido enemigo a batir.

EL ORIGEN DE UNA DECISIÓN TARDÍA Y ESPERPÉNTICA

¿Y por qué Rodríguez decide un año más tarde de la independencia de Kosovo el golpe estrafalario de la espantada, valiéndose de Carmen Chacón, a espaldas del resto del gobierno y sin cumplir los requisitos obligados con la OTAN, con los gobiernos que también tienen tropas desplegadas junto a las españolas ni el gobierno norteamericano de cuyo nuevo presidente mendiga una fotografía?

La explicación más plausible reside en que Rodríguez necesitaba un golpe de efecto similar a la retirada de Irak, atemorizado como está por el revés electoral en Galicia, el desenlace indeseado de las elecciones en Vascongadas y el creciente descrédito derivado del hundimiento de nuestra economía y sus letales efectos sociales. Le ha sucedido lo que a un encantador de serpientes amaestradas a quien se le mueren. O al prestidigitador al que le roban la chistera. Parece confirmarlo su temeraria insistencia en sacar a relucir la retirada Irak frente a las certeras andanadas de Rajoy en la sesión parlamentaria del pasado miércoles.

Otras incitaciones, añadidas a las expuestas, motivaron o aceleraron la consumación de la espantada. Lorenzo Contreras sugería en La Estrella Digital una de ellas: la reciente entrevista de Rodríguez con Medvedev. No es descabellado suponer que el presidente ruso pudo advertir a Rodríguez de los riesgos que para las relaciones económicas entre ambos países y el difícil equilibrio interno español podrían derivarse de la permanencia de soldados españoles en Kosovo, equivalente al reconocimiento tácito de la declaración unilateral de independencia de una parte del territorio serbio. Pero si Mevdevev fue discreto de puertas afuera de la Moncloa, Boris Tadic, presidente de Serbia, no se recató durante su visita oficial a Madrid en advertir del efecto emulación que supondría para otros movimientos secesionistas la aceptación la independencia unilateral de Kosovo como realidad política irreversible. Llamada serbia de atención que subrayé en mi anterior crónica.

Se ha escrito, asimismo, que Rodríguez había decidido, para congraciarse con Obama, asumir la petición norteamericana a sus aliados, en particular los europeos, de aumentar sus efectivos desplegados en Afganistán, aunque no para una beatífica “misión de paz”. Rodríguez aceptó ese precio por futuras fotografías con el presidente norteamericano. Lo prueba la velada campaña mediática emprendida para justificarlo ante la opinión pública. Y ante sus seguidores, en particular. Pero la escasez de efectivos militares desplazables y la estrechez de los recursos financieros destinados a nuestras Fuerzas Armadas exigían retirar alguno de nuestros contingentes desplegado en otros escenarios geográficos.

Si lo anteriores ingredientes se mezclan en una coctelera moncloaca y se les añade una rociada de arbitrismo, incompetencia e ignorancia de las claves actuales de las relaciones internacionales, se entenderá mejor la naturaleza del bodrio que montaron Rodríguez y la Chacón para anunciar por sorpresa la espantada de Kosovo. El pasmo interior y exterior fue generalizado. Y también el derrumbe del ya escaso crédito internacional a que Rodríguez y compaña han conducido a España. A una España en fase iluminista de eutanasia y aquejada de una debilidad extrema frente a eventuales insurgencias internas o agresiones islámicas. Una indefensión política y militar que no es casual, sino resultado de un proceso desintegrador que ya puso sus huevos en el texto constitucional.

DESGUACE DE LAS FUERZAS ARMADAS PARA AEGURAR LA DEINTEGRACIÓN DE ESPAÑA

EL desmoche de la Fuerzas Armadas lo inició Gutiérrez Mellado, movido por resentimientos propios y acuciado por la exigencia partitocrática de erradicar cualesquiera afecciones franquistas en los cuadros de mando. Los continuos atentados de ETA, de los que eran objetivo preferente militares y guardias civiles, que también lo son todavía, hacían temer una perturbadora reacción castrense. Se puso entonces en práctica un peculiar remedo de la lejana “Ley Azaña”, encaminado a eliminar de los cuadros de mando a los considerados de dudoso “espíritu democrático” y sustituirlos por afines y predispuestos a la obediencia. Un mecanismo que se extremó tras la acción institucional del 23 de febrero de 1981, merced a la cual se lograron tres de los objetivos perseguidos por sus escondidos promotores: depuración y asfixia militar; acceso al poder del partido socialista y consolidación del monarca como salvador de la democracia. Se olvidó que las Fuerzas Armadas, fieles al mandato contenido en el testamento político de Franco, fueron las garantes de la transición hacia el sistema parlamentario de partidos promovido por la Cortes franquistas mediante la Ley de Reforma Política y asumida por la extensa y nueva clase media que creo el régimen constitucionalmente subvertido.

No es el momento de explayar un relato minucioso de lo acontecido a partir de entonces. Si acaso, señalar que bajo los gobiernos de González se siguió el camino iniciado por Gutiérrez Mellado de depuración subrepticia de los cuadros de mando, al tiempo que desde el gobierno se amparaban y excitaban los movimientos de objeción de conciencia al cumplimiento del servicio militar y de otros mecanismos antimilitaristas, paso previo a la inexorabilidad de derogación del servicio militar obligatorio y de creación de unas Fuerzas Armadas profesionales, o mercenarias, difícilmente sostenibles en forma acorde con las necesidades objetivas de la defensa nacional a causa de las limitaciones de nuestra economía. El objetivo fue satisfecho bajo el gobierno de Aznar. Queda en el aire la pregunta de si, a tenor de la herencia recibida, no le restaba otra alternativa y de si pudo evitarlo de habérselo propuesto.

El acceso al poder de Rodríguez, mediante un criminal “accidente”, sin duda calculado en sus efectos políticos por quienes lo diseñaron en la sombra, aceleró hasta el paroxismo el proceso que he descrito. Lo emprendió Bono desde el ministerio de Defensa con su habitual doblez y ha alcanzado cotas esperpénticas con el nombramiento de Carmen Chacón para ese departamento crucial. Además de la sumisión de Rodríguez as los dictados disolventes de la Secretaría General de las Naciones Unidas y del Nuevo Orden Mundial, no puede desconocerse el empeño rodriguezco en romper la unidad de España a través de un cenagosos confederalismo que vulnera frontalmente el concepto unitario de España definido por la Constitución y cuya defensa a ultranza atribuye a las Fuerzas Armadas el Art. 8º.

LA ANTIESPAÑOLA CHACÓN SE AFANA EN EL DESGUACE DE LAS FUERZAS ARMADAS

EL nombramiento de Carmen Chacón para sustituir a Bono no respondió al cumplimiento de la monserga de paridad en el gobierno entre el número de varones y de hembras, sino a la estrategia disolvente de convertir en “naciones” a las taifas secesionistas. Si algo distingue a Carmen Chacón es su pertenencia a un expeditivo nacionalismo catatalanista, adobado con un enfermizo resentimiento hacia España y sus Fuerzas Armadas, amén de su anclaje en un mostrenco feminismo y en un gaseoso pacifismo a ultranza. Son anecdóticos, aunque significativos, su reluctancia a usar el preceptivo “¡Viva España! en las visitas mediáticas a unidades desplegadas en el extranjero u otro tipo de revanchismo antiespañoles. Lo que importan son las decisiones que afectan a un efectivo diseño estratégico de la defensa nacional. Lo confirman unos mínimos datos sobre las medidas adoptadas durante sus pocos meses de mandato.

* Los efectivos militares en Vascongadas, ya perniciosamente disminuidos en tiempos de Bono, se han reducido hasta el extremo de convertirlos en presencia simbólica y carente de una mínima capacidad operativa. Y a despecho de que, tal y como la concibió Garicoechea, la policía autónoma vascongada responde a criterios de ejército profesional “gudari”. Se ha debilitado al propio tiempo el despliegue de unidades operativas y logísticas en el entorno de Vascongadas. Decisión nada casual que condiciona una pronta y eficaz respuesta en caso, nada improbable, de subversión separatista. También ha proseguido silenciosamente el debilitamiento del despliegue militar en Cataluña.

* Persiste la supresión de regimientos de arraigada tradición histórica bajo el pretexto de una reordenación y modernización del diseño estratégico de defensa.

* También hemos asistido al desmantelamiento de unidades de la Legión de gran solera, a despecho de que se trata de unidades de reconocida capacidad operativa, una de cuyas misiones prioritarias era la defensa de Ceuta y Melilla.

* La calculada inclinación a desfondar la estructura institucional de las Fuerzas Armadas ha alcanzado también a la Infantería de Marina, innovación española que data de 1537 y que todos los ejércitos modernos, y no sólo el norteamericano, han reproducido y potencian año tras año. Carmen Chacón la ha rebajado de Fuerza con entidad propia en el ámbito de la Marina de Guerra, a Cuerpo deshuesado y manipulable. Pierde así la Infantería de Marina “su carácter orgánico dentro de la Armada y queda desprovista de su entidad institucional”. Lo denunciaba Florentino Portero en un esclarecedor artículo publicado en “ABC” (07.03.2009) cuya búsqueda y lectura aconsejo a quienes lo desconozcan.

* La Academia General Militar, ya destripada en buena medida por Bono, trata de convertirla Carmen Chacón en una suerte de escuela de ingenieros militarizada. Y al frente de la Escuela Naval de la Armada tiene decidido colocar a un civil.

* La dotación en armamento de nuestros Ejércitos es casi tercermundista. El presupuesto de mantenimiento de la aviación militar, por ejemplo, condiciona brutalmente su operatividad y el entrenamiento de sus efectivos de vuelo y tierra. Lo absorbe en gran proporción el de la flota destinada al transporte de los miembros de la Casa Real, del presidente del gobierno, de sus ministros, de otros políticos de pacotilla y del nutrido acompañamiento de adláteres y tropa mediática. Condicionamiento que también afecta a la Marina de Guerra. Si se envían unidades a un escenario de conflicto más o menos alejado, apenas si hay disponibilidad económica para que se haban a la mar otras unidades.

* Se ha politizado al máximo la selección de los altos mandos militares e incluso de escalas inferiores al generalato. Priman para los ascensos la docilidad, las primas económicas, la afección ideológica y también la pertenencia a la masonería. No ha sido casual en este aspecto la iniciativa de equiparación generalizada entre oficialidad procedente de la escala de suboficiales y la oficialidad de carrera.


* El pacifismo de vodevil iluminista que hizo decir al pastelero Bono de nuestros soldados que prefieren morir a matar, lo ha institucionalizo Rodríguez mediante la degradación de la fuerza militar a ONGs uniformadas, en vez de en unidades de combate preparadas para vencer al enemigos y subsidiariamente para proteger a las ONGs civiles en el cumplimiento de misiones de paz y ayuda humanitaria que le son específicas.

* Pese a la escasez de fuertes unidades operativas, se mantiene el despropósito de sustraer a las Fuerzas Armadas los 4.000 efectivos humanos de la Unión Militar de Emergencia, en realidad una guardias pretoriana para Rodríguez y su gobierno. Y cuya capacidad para intervenir frente a situaciones de catástrofes localizadas se ve condicionada por el consentimiento que para su actuación otorguen las Administraciones taifales afectadas.

ACUSADORAS PLUMAS BLANCAS PARA LOS ALTOS MANDOS QUE BAILAN EL AGUA AL GOBIERNO

ASISTIMOS, en definitiva, al desguace sistemático de nuestra capacidad militar de reacción frente cualquier tipo de insurgencias interiores o de agresiones exteriores.
Una conspiración desmanteladota de las Fuerzas Armadas que, repito, forma parte de la encaminada a destruir la unidad de España. Rodríguez, que se declaró “rojo” sin que nadie se lo pidiera y alardeó de que el concepto de nación es “discutido y discutible”, no se apea del burro aunque ocasionalmente trate de disimularlo mediante declamaciones o decisiones coyunturales carentes de efectos prácticos. La mentira y el engaño son componentes inseparables de una enfermiza irracionalidad.

El malestar comienza a bullir y a manifestarse de nuevo en las escalas militares de mando directo sobre la tropa. No circulan todavía manifiestos como los que menudearon en tiempos de Gutiérrez Mellado. Pero emergen otro tipo de protestas al amparo de la informática y de las posibilidades que ofrece Internet. Los altos mandos que hacen servilmente el juego a la política disgregadora del gobierno están recibiendo mensajes consistentes en el dibujo de una pluma blanca. Su fuente de inspiración, obvio es recordarlo, reside en aquella lejana versión cinematográfica de “Las cuatro plumas”, cada una de las cuales, remitida por tres de los compañeros de regimiento que Harry dejó y por la novia que le abandona, contiene una acusación simbólica de cobardía. Harry reaccionó ante la afrenta y marchó a Sudán para rescatar a los antiguos compañeros y a sus soldados cercados en Jartún

La cuestión que propone este envío simbólico de plumas blancas a los altos mandos militares de nuestras Fuerzas Armadas es si contribuirán, como sucedió con Harry, a que reaccionen, redescubran las exigencias del cuadro castrense de valores y cumplan con su deber que no es el de sumisión complaciente a los caprichos devastadores del poder político. Los más dudan de esa eventual recapacitación.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5126

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