jueves 11 de marzo de 2010
Ser español, con vergüenza de serlo
Ernesto Ladrón de Guevara
C UANDO en política se pierde el sentido del ridículo, de la decencia, o se carece de vergüenza, el resultado es catastrófico y la deriva puede terminar en cualquier grado de totalitarismo más o menos encubierto.
Sigo defendiendo el sentido pedagógico de la política. Sigo postulando la necesidad de difundir valores a través de la ejemplaridad de los personajes públicos. Sigo creyendo que nuestros jóvenes aprenden básicamente por la emulación de comportamientos, fijando en sus mentes modelos de conducta; estableciendo un esquema de valores mediante la identificación con personas que son referencias morales, referentes claros del buen ser y del buen existir. Existen teóricos del aprendizaje que han disertado extensamente sobre la forma de aprender conductas por los adolescentes, como la teoría de Albert Bandura que describió científicamente la forma de adquisición de patrones y respuestas intrínsecas por medio de la observación de comportamientos de modelos apropiados.
Pero ¿qué ejemplaridad van a recibir nuestros jóvenes de lo que observan a su alrededor en las formas de comportamiento público de nuestros gobernantes? ¿Qué pautas van a imitar con las barbaridades que se suceden todos los días en las actuaciones de nuestros políticos que son las que en teoría debieran de ser esa aula de educación para la ciudadanía que se pretende en nuestros institutos de secundaria? ¿Cómo voy a comentar y qué les voy a decir yo a mis alumnos estas próximas semanas al desarrollar el tema de “La democracia en España”, y me toque hablar de la separación de poderes, de los partidos políticos como forma de participación política o de la soberanía nacional?
Vayamos por partes:
No hay un solo día donde no me lleve un berrinche por las cosas que ocurren. Hoy, en concreto, me desayuno con una noticia en la que se recompensa con un nombramiento de consejero general de la Caja Vital –la de mi ciudad, en la que tengo parte de mis pequeños ahorros y de la que yo mismo fui consejero- a Víctor García Hidalgo, al que conozco por su trayectoria de paniaguado del Partido Socialista, del que no conozco profesión previa al margen de la política. Víctor García Hidalgo es, presuntamente, el responsable del chivatazo a ETA en el caso Faisán, según parece para salvar la cara de un testaferro encargado de la recogida de fondos para el llamado “impuesto revolucionario” de ETA, del PNV, entre otras cosas aún más escabrosas.
La excelente novela de Raúl Guerra Garrido, “La carta”, que aconsejo enfáticamente leer para conocer las interioridades de la extorsión etarra y el papel de los nacionalistas en el cobro del dinero, deja al descubierto en forma de supuesta ficción, no alejada de la realidad, las tripas de lo que ha ocurrido en el País Vasco durante treinta años en la financiación de las actividades etarras.
Víctor García Hidalgo, quien ha perdido la memoria en las contestaciones al interrogatorio del juez Garzón, será con toda probabilidad miembro de la ejecutiva de la Caja Vital, es decir corresponsable, junto a un presidente de la entidad financiera, hermano del presidente del Senado, de la política crediticia y financiera de la Caja. ¿Con qué confianza muchos alaveses como yo van a confiar sus dineros a esa entidad de ahorros, cuando el propio presidente está sojuzgado en su legitimad representativa por una sentencia judicial recurrida a la jurisdicción correspondiente en la que se pronuncia el Tribunal diciendo que su nombramiento es ilegal? Pues ahora tenemos a un presunto prevaricador y colaborador con banda terrorista acompañándole en las funciones de gestión de una entidad que debería tener a su frente a gente impoluta, a ciudadanos de bien, y a gestores incuestionables. Eso es la obra de un Partido Socialista al que en un tiempo desgraciado pertenecí, para imagen putrefacta de la política española.
Más ejemplos desdichados: este fin de semana el lehendakari socialista ha participado en un homenaje al que fue presidente de la Autonomía Vasca en el periodo efímero de la Guerra Civil. El lehendakari Aguirre se destacó por negociar con las fuerzas del bando sublevado y por intrigar contra la propia República, hasta el punto de que se perdió el frente del Norte por su causa. Precisamente el que fuera negociador en su nombre el padre Onaindía, nacionalista no precisamente adicto a las ideas de la izquierda, escribió un espléndido testimonio en el que revela la rendición de Santoña, sus motivaciones y el proceso sedicioso de las fuerzas gudaris nacionalistas que terminó en una espectacular bajada de pantalones. ¿Y este es el ejemplar defensor de la República al que se le rinde homenaje por don Patxi López? O es hipocresía, o favores pagados, o simplemente ignorancia, o, lo que sería peor aún, tactismo barato para tener al PNV sujeto en sus apoyos a ese presidente baldón de cuyo nombre no se deriva nada digno. Si fuera ignorancia, cosa que descarto, aconsejo la lectura del libro de Xuan Cándano “El pacto de Santoña (1937). La rendición del nacionalismo al fascismo”, que contiene un repertorio amplísimo de datos y documentos que lo prueban.
¿Cómo explico yo eso de la separación de poderes a mis alumnos de Educación para la Ciudadanía con la vergonzosa intrusión de Zapatero en la independencia de las decisiones del poder judicial sobre el caso Garzón?.
¿Cómo explico que hay libertades en España y que cualquier ciudadano tiene derecho a la participación política, a su derecho de reunión y asociación y a la libertad de movimientos, así como a la libertad de expresión, ante la impune y bárbara acción de unos nazis, estudiantes de una deprimente universidad catalana, que atacaron a Rosa Díez y a su cortejo? ¿Cómo explico yo a mis alumnos que hay justicia y que no se permite la vulneración de los derechos humanos, ante una agresión tan salvaje como la que presenciamos asustados la mayoría de los españoles, por parte de unos estudiantes que son los nuevos camisas pardas en la sociedad española, y que actúan con la impunidad con la que las juventudes hitlerianas atacaban a los bienes y a las personas de la comunidad judía en la Alemania de los años treinta? ¿Cómo explico yo que la España constitucional persigue los comportamientos xenófobos y las conductas constitutivas de flagrante delito si el propio Decano de la Facultad de Políticas de esa antieducativa universidad ha sido bañado en pintura roja sin que se conozca alguna consecuencia disciplinaria o punitiva para sus autores? ¿Qué universidades tenemos que alojan a semejantes energúmenos contrarios a cualquier valor de civilización? ¿Qué juventud estamos creando? ¿Se lo preguntamos al señor Montilla que lleva a sus hijos a un colegio alemán donde apenas se enseña catalán mientras se ahoga con sucesivas vueltas de tuerca las libertades de los ciudadanos catalanes en razón al impedimento de su derecho a usar y difundir la lengua española tal como ordena una Constitución Española actualmente desactivada?
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5599
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