lunes, octubre 17, 2011

Daniel E. Jones, La situación política actual en Cataluña

lunes 17 de octubre de 2011

La situación política actual en Cataluña

Daniel E. Jones

C IEN preguntas del profesor Daniel E. Jones a Wifredo Espina (capítulo primero)

1. ¿Qué piensa de la reforma del Estatut de Catalunya y de sus consecuencias?

Que se hizo muy mal. En el fondo y en la forma. El fondo fue engañoso, y la forma de aprobarlo poco honesta. Aunque, es cierto, supone una mejora en el reconocimiento de la personalidad de Cataluña y en sus competencias respecto del anterior de 1979. Es un avance en contenido, pero tiene mucho de fachada que oculta muchos vericuetos de oscuridad interpretativa, trampas en las que pueden quedar atrapadas muchas esperanzas –como se ha demostrado después- y vías de agua por las que muchas promesas de boquilla se irán colando. En caricatura: un "churro azucarado" que salió por churro, y que está comportando muchas tensiones, a la hora de desarrollarlo y aplicarlo, y muchas desilusiones sobre esperanzas falsamente levantadas. La bajísima participación en el referéndum catalán fue muy indicativa, y se silencia con alevosía El Tribunal Constitucional, que en nuestro Estado de derecho es quien tiene la última palabra, ya dijo la suya en histórica, controvertida y poco afortunada sentencia -por no haber sabido conjugar legítimos intereses jurídicos-, palabra que algunos, que alardean de demócratas, se han llegado a plantear no acatar. Aquel Estatuto -del que Jordi Pujol no era partidario- fue una jugada electoral de Maragall y Zapatero, que ha salido mal y ha radicalizado el ambiente de confrontación Catalunya-España. Las consecuencias políticas, a largo plazo, de aquella operación aun no las sabemos. Y las tensiones creadas se suman a las más graves de una profunda crisis económica y social de gran alcance.


2. ¿Por qué los políticos están tan mal vistos? ¿Se debe, quizás, a los continuos cruces de descalificaciones entre unos y otros?

Abunda la falta de verdadera vocación, de honesta dedicación y talla humana y profesional. El sistema democrático no siempre escoge a las personas de más valía; es una de sus deficiencias. Las promesas incumplidas, los casos de corrupción, los pactos por intereses partidistas, el alejamiento de las preocupaciones de los ciudadanos, etc. son
causas suficientes para este desprestigio. Los continuos cruces de descalificaciones mutuas ayudan también a ello al dar una imagen de poca seriedad.

3. ¿La Iglesia se mete demasiado en política? ¿Debería abrirse y aceptar los matrimonios homosexuales, por ejemplo?

Pienso que sí entra demasiado en el terreno político. Su reino no es de este mundo, aunque las personas a las que va dirigido su mensaje son de este mundo y del mundo de la política. Por ello debe estar muy cerca de sus problemas y esto requiere una apertura permanente. Su carácter teocrático y, por tanto, no esencialmente democrático, le mantiene más abierta a los principios de la fe y de la tradición que a las cambiantes realidades humanas y a los progresos de la ciencia. Aquí está su grandeza –la inserción a las verdades que considera eternas- y sus limitaciones de comprensión de la problemática cotidiana. De otra parte, la existencia de dogmas limita al raciocinio, el principal instrumento del hombre, de aquí la tendencia al relativismo y al agnosticismo.
Respecto a su pregunta, concreta, opino que la palabra matrimonio no es la adecuada para nominar una situación distinta de la que significa; una palabra para cada cosa y una cosa para cada palabra. Pero yendo más al fondo, encontramos la cuestión de si Dios es de todos o cabe hacer distinciones, por ejemplo no es de los no creyentes ni de los pecadores, ni de los homosexuales, etc.
Un simple raciocinio nos dice que no hay Dios -si existe- de solo unos cuantos. No puede haberlo, pues repugnaría a la razón. Sería un contrasentido. Aunque esos cuantos fuesen muchos, o muchísimos, y llenasen plazas, calles y ciudades enteras. Incluso, si fuesen casi todos los hombres. Es de puro razonamiento lógico.
Si por Dios se entiende el creador, lo es de todos. No sería concebible que lo fuera solo de algunos, sería absurdo. Un Dios de absurdidades no podría ser Dios. Un Dios creador lo es de todos o de nadie. Si lo es de nadie, lógicamente no es Dios. No existiría.
Y si lo es de todos –se conciba como se quiera su creación- todos tienen su causa en él, todos llevan su marca. No unos sí y otros no. Y todos, por lógica, deben poder saber y saber de él. Por su propia naturaleza de creados de él. Todos, por primario que sea, deben sentir, de alguna forma, su aliento. Notar en si mismos el principio de su creación. Tener, implícita, noticia o eco de él y notar su empuje creativo.
Y si Dios creador es lo que llamamos el bien, todo creado debe percibir tendencia a la bondad. Y tener abierta, sin necesidad de mediaciones, inclinación o perpetuación al bien, lo que algunos pueden llamar salvación. Sin distinción de razas, culturas, niveles sociales (pobreza o riqueza), ni capacidad o madurez física o intelectual, ni tendencia sexual, ni grado de estudios o conocimientos explícitos.
Tampoco –parece de razón- ha de ser imprescindible adherirse, hacer un acto de fe, a favor de una tradición, una doctrina, de un libro mitificado, de un relato histórico o unos ritos concretos. La huella de la creación está en los creados. En su misma naturaleza, originariamente, aunque su conocimiento pueda concretarse, perfilarse, pasar del instinto o de la intuición connaturales a una explicitación más elaborada.
En otro caso, estaríamos ante un Dios para unos cuántos. Un contrasentido. Y no entremos ahora en quién ha creado Dios, si se autocreado, o si puede darse, al final, El Increado. Dios, en todo caso, está fuera de nuestra razón humana.


4. ¿Cómo cree que debería comportarse la Iglesia?

Es muy pretencioso opinar sobre esto. Pero pienso que debiera estar más alejada de todos los poderes oficiales y fácticos –políticos, económicos, sociales, etc.- , con una imagen más humilde y menos ostentosa y autoritaria, y mucho más atenta a las preocupaciones concretas de las personas que a su montaje doctrinal, no siempre creíble. Y receptiva a los cambios de todo orden y al progreso.

5. ¿Qué haría para neutralizar el terrorismo?

Otro tema arriesgado y comprometido. Hay que analizar las causas en cada caso. Me resulta difícil pensar que siempre es gratuito. Otra cosa es que no sepamos o logremos acertar en sus motivaciones o que las consideremos inadmisibles en nuestra cultura y contrarias a nuestros intereses. Sin un diagnóstico a fondo y sin prejuicios, nos limitaremos a combatir sus métodos violentos pero no a intentar erradicar sus causas, que generalmente nos da miedo reconocer.

6. ¿Está de acuerdo con la política de inmigración del Gobierno socialista?

De entrada, la inmigración me da una profunda vergüenza humana. A partir de aquí, no puedo encontrar buena ninguna política, sea de derechas o de izquierdas, que no vaya a solucionar sus causas. Con los seres humanos no se juega.

7. ¿Cómo valoraría la gestión del tripartito catalán?
Los dos Tripartitos fueron intentos de apartar la derecha burguesa catalana del poder, tras mandar esta durante muchos lustros. La idea de este cambio estaba bien, pero se hizo con trampa y con pactos contra natura. Unir socialismo con nacionalismo siempre será explosivo, o por lo menos muy difícil como mesclar el agua con el aceite. Y salió mal, un fracaso. La buena voluntad no es suficiente en política, y si a la incompetencia se añade un espíritu de exclusión, ya se cae en la mezquindad. Lo más positivo es demostrar que un inmigrante andaluz podía llegar a la presidencia de la Generalitat. Montilla, en este sentido, se merece el reconocimiento de todos, ha evidenciado que nuestra sociedad es más permeable de lo que parecía.

8. ¿Las campañas a favor del catalán que está haciendo el Govern son efectivas? ¿Cuál cree que será el futuro de este idioma?

Ahora más gente conoce y es capaz de hablar y escribir catalán que antes. La escuela y de manera muy importante TV3 han sido decisivos. Esto es evidente y hay que alegrarse. Una lengua es algo más que un instrumento neutro para comunicarse, es expresión de una manera de sentir y de pensar; de una forma de ser. No es el alma de un pueblo, pero es su forma de verbalizase. Si se refiere a la llamada inmersión lingüística en catalán, universal y obligatoria, eso ya es más discutible. Los que entendemos que las personas están por encima de los pueblos –entes más abstractos- defendemos la libertad personal sobre todas las imposiciones, por bien intencionadas que estas sean. Además, toda imposición genera rechazo. Entronizar las colectividades por encima de las personas es caer en los autoritarismos de nefasto recuerdo.
En nuestro caso de sociedad bilingüe en la práctica no se puede perder ni el catalán ni el castellano. Por el principio de la libertad de las personas y por sentido práctico. El futuro del idioma catalán está garantizado a medio plazo, a largo plazo puede ocurrirle como a tantos idiomas europeos que el tiempo, la demografía y la comunicación de masas se llevaron. La historia no se detiene.
El catalán no debe, ni puede, perderse en Cataluña. Tampoco el castellano. La desaparición, o disminución en el conocimiento, el uso o la calidad de uno de esos idiomas, sería nefasto para los ciudadanos y para la sociedad catalana.
Para los ciudadanos, porque les restaría posibilidades actuales y futuras; afectaría a sus derechos personales. Para la sociedad catalana, porque repercutiría negativamente en su convivencia y le restaría personalidad. Es una sociedad básica e históricamente bilingüe, pero con una acusada personalidad propia.
Los problemas, en esta cuestión, no están tanto en la calle como en la política; principalmente en los políticos, que han encontrado en este tema harto sensible un arma emocional e ideológica de movilización social y de confrontación política. Usar la lengua como arma política, lo haga quien lo haga, es bastante miserable.
El ciudadano de Catalunya, cualquiera que sea su origen, sabe que no dominar razonablemente la lengua catalana, le hace sentirse un tanto extraño en su tierra y con menos oportunidades de relación y promoción. Como le ocurre al que no domina el castellano. Cada vez se exige más saber el catalán en el mundo laboral, principalmente en el funcionarial. Pero quien no se desenvolviera con soltura en castellano encontraría aún mayores dificultades, en este mundo globalizado,
Esto en el terreno práctico. La, para algunos, denostada "inmersión lingüística" ha cumplido un papel relevante y beneficioso en el conocimiento del catalán, sobretodo para los procedentes de fuera y principalmente sus hijos, como también para los sólo castellanohablantes.
Los fallos del sistema han venido de la forma a menudo excluyente de su aplicación. Es decir, cuando en la práctica, el catalán ha sido considerado rigurosamente "preferente" y el castellano casi como de segunda y sin la atención debida a las personas.
Estos errores se pagan, especialmente cuando, de hecho, el contexto social es bilingüe y se desarrolla con bastante normalidad. Y las reacciones, desde dentro y desde fuera, a esos errores, suelen ser problemáticas y, si alguien aprovecha el conflicto, sectaria o partidistamente, se dramatizan, al menos en los foros públicos de la verborrea política i mediática.
Que el catalán, como lengua más propia en Catalunya, histórica y socialmente, lleva en sí misma un plus de legitimidad por cuanto representa más idóneamente una forma de ser y sentir, y de expresar una personalidad –que es la función de un idioma-, es decir, es más fiel expresión de su alma personal y colectiva, merece una protección especial, en un contexto de globalización despersonalizadora y tras décadas de duras dificultades, es lógico y no puede negarse. Lo malo seria hacerlo en detrimento de los derechos de los no catalanohablantes, que también son ciudadanos de Catalunya y cada vez más numerosos.
De aquí, el sentido del necesario equilibrio a la hora de afrontar en el día a día esta cuestión, que no es tanto jurídica ni política, como de buena voluntad y sentido común. Vehiculares o no (el nombre es lo de menos), las dos lenguas deben ser correctamente conocidas El principio de que el conocimiento de las dos lenguas es integrador, en un país realmente bilingüe, parece el más válido y un enriquecimiento personal de la ciudadanía, y colectivamente cohesionador. Y no ha de suponer atentar contra ninguna esencia patria, como sí podría serlo imponer, contra la voluntad de las personas, un idioma también de uso corriente –por tanto, también propio – aunque histórica y socialmente no tan propio.
Los pueblos tienen alma y un idioma idóneo para expresarla, pero no siempre un único idioma. La esencia de los pueblos es su alma, no el instrumento para expresarla. Aquella es más rica e íntima.


9. ¿Volverá a ganar las próximas elecciones el PSOE?
Zapatero lo ha quemado. Ha sido el peor presidente de la democracia. Inexperto e iluso. Un ex ministro, recientemente, me lo defina como “un insensato”. Ha alarmado a la ciudadanía que se refugiará en partidos más conservadores, como suele ocurrir en tiempos de pánico, como el creado por la actual profunda crisis económica, que Zapatero no supo prever y se empeñó en negar cuando ya nos empezaba a ahogar. Creyó, posiblemente al principio de buena fe, que negándola aplazaría sus efectos y que estos los podría aliviar con medidas sociales transitorias y de maquillaje que electoralmente le serían rentables. La profundidad y la duración de la crisis desbordaron sus previsiones miopes, y cuando se vio obligado a rectificar lo hizo mal y fuera de tiempo. La catástrofe se le echó encima. Ya no tenía crédico ni entre los suyos. El Partido Popular, sin muchos meritos, ha estado esperando ver pasar el cadáver político de Zapatero por delante de su casa. Pero el PP, ni nadie, tiene la barita mágica para salir pronto de la crisis, no se engañe la gente.

10. ¿Qué le parecen los intentos de lograr una Constitución europea que provoca bastantes recelos?

Meritorios. Sin una Europa política y económica institucionalizada, la moneda única carece de apoyo sólido. Pero pretender crear una Europa virtual, sin tener en cuenta la pluralidad que la caracteriza, es una quimera. De aquí los recelos y temores, que han llevado al fracaso aquellos intentos. La gravedad de la crisis económica será sin duda un acicate para afrontar con más impulso y realismo una mayor unidad euopea como única medida de supervivencia y autodefensa ante una ofensiva global y salvaje.

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=2817

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