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"Azules" y "tecnócratas", "evolucionistas" e "inmovilistas"en 1969
14 de Marzo de 2010 - 09:24:48 - Pío Moa
Dentro del régimen crecían las desavenencias. Franco había impuesto el Movimiento Nacional por exigencias de la guerra civil, para evitar las indisciplinas y rivalidades, a menudo suicidas, habituales en la derecha. El propio éxito del Movimiento, tras una prolongada paz interna, lo había burocratizado, como probablemente deseaba el Caudillo a fin de limarle aristas de populismo y "revolución nacionalsindicalista". Solo una fracción de la política pasaba por él, y algunos dirigentes tendían a mirarlo como un organismo innecesario o molesto, en el que predominaba la Falange. Durante los años 60 el malestar entre las familias del régimen se acentuó, sobre todo entre los sectores llamados azul (Falange) y tecnócrata, al cual solía identificarse con el Opus Dei. Los tecnócratas iban ganando influencia, sobre todo por el "milagro español" debido a su labor económica. La mala relación se reflejaba en el mismo gobierno.
El Opus Dei ("Obra de Dios") era una asociación religiosa fundada por José María Escrivá de Balaguer a finales de los años 20, que había cobrado fuerza depués de la Guerra Civil, extendiéndose a muchos países. Su libro de orientación doctrinal, Camino, tenía difusión internacional en varios idiomas. Su orientación se resumía en la "santificación" del trabajo cotidiano, la vida familiar, el "bienestar espiritual y material del mundo", etc., y el Vaticano le había reconocido una prelatura independiente, con sus propios sacerdotes y numerosos laicos, desde la cual realizaba un activo proselitismo. Debido al acercamiento de la orden jesuita a los extremismos de izquierda y al marxismo, el Opus había sustituido en parte el papel de aquella orden. Sus adversarios la acusaban de constituir una secta simétrica de la masonería, que se infiltraba de manera oculta en los órganos de poder. El Opus daba gran importancia a su expansión en la enseñanza superior, el CSIC, etc., y había fundado una universidad propia, la de Navarra, todo lo cual chocaba con las aspiraciones de la Falange, nunca cumplidas, de hegemonizar la enseñanza. En el gobierno, gozaba de la protección especial del almirante Carrero Blanco, considerado la eminencia gris del Caudillo y que, aunque ajeno al Opus, tenía amistad estrecha con el opusdeísta Laureano López Rodó, orientador de la economía desde su ministerio del Plan de desarrollo.
No obstante, ni los ministros del Opus eran mayoritarios en el gobierno --Franco siempre había procurado el equilibrio entre las distintas familias-- ni los tecnócratas pertenecían todos a la institución de Escrivá ni esta era ideológicamente homogénea. Uno de los grupos más activamente críticos con el régimen se expresaba en periódicos como Nuevo diario, más acentuadamente en el diario Madrid, e incluso en El Alcázar, todos ellos en manos de empresarios o directores opusdeístas. La posición del Madrid, abiertamente contra Franco desde una orientación pro Don Juan, llevaría a su cierre en 1971. Según la versión oficial, el periódico había incurrido en deudas excesivas y e irregularidades financieras, mientras la opinión más extendida atribuyó el cierre a la represión de las libertades. Con todo, seguían saliendo regularmente, aunque recibieran a veces sanciones administrativas, otras publicaciones anti régimen de tinte radical o procomunista, como las revistas Triunfo o Cuadernos para el diálogo, las cuales tenían un público considerable en medios estudiantiles e intelectuales. Por otra parte, la Iglesia no estaba representada solo por el Opus. Había un sector democristiano distanciado de él y también poco afecto a Franco, y otro sector obrerista, además del tradicional pro régimen.
El éxito de la relativa liberalización económica auspiciada por los tecnócratas no satisfacía tampoco a la Falange, desde su oirigen partidaria de una fuerte intervención del estado en la economía y, parte de ella, deseosa de la "revolución pendiente", que incluía entre sus puntos la nacionalización de la banca y un sistema corporativo. La Falange había surgido en 1933 con una ideología de combate frente a los avances de los extremismos de izquierdas, en especial el PSOE, la CNT y los comunistas. Tenía muchas similitudes con los movimientos fascistas europeos de la época, atemperadas o desvirtuadas por su catolicismo. Según la Falange, el Opus despolitizaba la sociedad y la alejaba de los ideales originarios del régimen. El problema cobraba especial relieve en la universidad, donde los tecnócratas sostenían que los estudiantes debían concentrarse en el estudio y prescindir de la política. Ello, por una parte, arrinconaba al falangista SEU (Sindicato Español Universitario), poco querido por Carrero Blanco, por los ministros próximos al Opus Dei y por los democristianos, y por otra parte abría la puerta a una politización izquierdista, muy minoritaria pero sumamente combativa, que promovían los grupos comunistas.
Las discrepancias llevaron la cuestión al terreno de las asociaciones políticas, que entrañaban de un modo u otro una transición posfranquista aún nebulosa. En 1967 se había aprobado en referéndum la Ley Orgánica del Estado, que contemplaba la posibilidad de formar asociaciones políticas dentro del Movimiento, para superar el monolitismo burocrático de este. Dentro del propio régimen reinaba la incertidumbre al respecto. Carrero y bastantes más veían en tales asociaciones el embrión de los indeseados partidos políticos, que terminarían por romper el régimen desde dentro. Otros, como algunos falangistas, querían aumentar el pluralismo e imponer el sufragio universal como único medio para remozar las estructuras. Ya en 1966 un sector falangista había propugnado, en unas Conversaciones sobre el futuro político de España una mayor representatividad de los organismos, mayor autonomía de las Cortes y descentralización política y administrativa, control del poder por los parlamentos y creación de un sindicato de los asalariados aparte de la patronal. Con apoyo de tales reformistas se fundó en el mismo año 1969 el Club Siglo XXI, que tendría considerable protagonismo en la transición. Según uno de los reformistas, José Miguel Ortí Bordás, también relevante en la transición, se trataba de relacionar a políticos y militares con vistas a asegurar una sucesión estable a Franco, facilitar la relación de los partidarios de Juan Carlos con los demás políticos del régimen, y estrechar las diferencias entre los reformistas y los renuentes a la reforma. "Nuestros propósitos fundamentales eran dos: colaborar a que la sucesión tuviera lugar de acuerdo con la ley, con orden y tranquilidad ciudadana; y posibilitar la apertura de un proceso de democratización que nos condujera a la modernización política de España".
La Falange no era homogénea, y estos proyectos fueron vistos con recelo por los ministros "azules" José Solís Ruiz, secretario general del Movimiento, y Manuel Fraga Iribarne, de Información y Turismo. Otros falangistas rechazaban a cualquier cambio de alguna entidad, en el que veían un peligro para la continuidad del régimen. Casi todos estos sectores compartían la aversión a los tecnócratas y al Opus Dei.
No era posible, realmente, un sucesor de Franco con carácter de Caudillo, y en el fondo se planteaba, aun si de forma oscura, el dilema implícito en el régimen desde su propio nacimiento: ¿debía considerárselo una superación definitiva de las alternativas socialista, comunista o liberal, o bien como una respuesta excepcional a una crisis excepcional, revolucionaria, que debía concluir antes o después en un sistema similar a los demás de la Europa del oeste? Sorprendentemente, varios de los más reticentes a la liberalización política eran tecnócratas promotores de la liberalización económica, mientras que algunos de los más reformistas se hallaban en el sector azul, de siempre intervencionista.
Existía, además, una brecha generacional. Los viejos eran más conscientes de los avances del comunismo; el "mayo francés", los disturbios juveniles y obreros en los países occidentales, más la expansión de la droga, la pornografía, la irreligiosidad y el antimilitarismo, les mantenían reacios a cualquier cambio susceptible de engendrar peligros. "Los bárbaros esperan fuera de las murallas" comentaría con pesimismo Carrero Blanco, al presidente useño Nixon, en 1970. A los jóvenes, incluso los que hacían carrera dentro del régimen, la guerra civil les parecía remota, máxime cuanto que, contra lo que se ha dicho a menudo, el régimen mismo tendía a olvidarla, salvo ciertas retóricas. También veían lejanas las guerras presentes propiciadas por el comunismo o las tensiones en Europa occidental, de cuyas modas participaba poco la juventud española. Por tanto encontraban menos peligros en las medidas reformistas o aperturistas, pensando que el régimen se esclerotizaría peligrosamente si no iba adaptándose al entorno europeo. Diversos políticos jóvenes, falangistas, democristianos y también opusdeístas, se impacientaban pensando que el tiempo apremiaba, que la muerte de Franco podría originar una crisis sin salida, y acusaban de "inmovilismo" a quienes preferían marchar con pies de plomo. Estos, aun así, habían pedido en 1962, la entrada de España en el Mercado Común europeo, rechazada entonces por incompatibilidad política, aunque en 1970 lograrían un acuerdo comercial muy favorable para España.
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**** Felipe González carga contra "el ganao" que hay en la Justicia
Pues sí, mucho "ganao". Gracias al entierro de Montesquieu que él y Mienmano iniciaron.
****Los socialistas vascos elogian a García Hidalgo, imputado por el chivatazo
Siempre que mantenga la boca cerrada, se sobreentiende. La mafia protege a los suyos.
**** Zapatero, al PP: "Hagan algún sacrificio, que no lo han hecho en la vida"
Pues tiene razón: ni el PP ni el PSOE han hecho ningún sacrificio. Al contrario, el programa de ambos consiste en cargar los sacrificios sobre la población.
**** Rajoy ridiculiza el pacto anticrisis de Zapatero por "chapuza y broma"
Un buen par de bromistas.
**** Torrevieja anula un concierto de Bosé: "No es digno de venir a esta tierra"
Una reacción digna. Aún más digna por lo infrecuente.
http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/azules-y-tecnocratas-evolucionistas-e-inmovilistasen-1969-5741/
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