viernes 4 de agosto de 2006
O todos moros...
Miguel Martínez
M E contaba una amiga sevillana, quien a su vez tiene otra amiga cordobesa, que ésta última, ferviente admiradora de la Pantoja y en una conversación relativa a la tonadillera, expresaba anonadada que no alcanzaba a comprender que pudiera existir alguien a quien no gustara la folclórica. Tanta era la admiración que sentía por la cantante que escapaba a su razón el hecho de que cualquier persona en su sano juicio pudiera verla actuar y permanecer indiferente a su voz, su arte y sus canciones. Para ella aquello era arte en grado sumo y todo aquel que no quedase admirado y extasiado ante tanto oficio debía ser, a la fuerza, insensible o cenutrio redomado. Una sensación similar me asalta a mí estos días en que la neurona no me alcanza a entender cómo, ante los bombardeos del Líbano, haya quien se quede impasible, asistiendo a dicho espectáculo como aquel que, tras su bolsa de palomitas, presencia una proyección cinematográfica de ficción. ¡Coño! Que son cadáveres de verdad y esa sustancia roja que salpica paredes y encharca las calles es sangre humana y no sirope de fresa. No entiendo que todavía haya quien se esfuerce en justificar tamaña barbarie, como tampoco entendería a quienes se empecinasen en justificar los asesinatos de Hezbollah, esos terroristas que hasta ahora eran los malos de la película pero que, día a día, se están viendo claramente superados por otros que se llaman a sí mismos demócratas. Calculen ustedes cómo se le queda a uno el cuerpo, que ya los “asesinatos selectivos” que viene llevando a cabo Israel le parecían una auténtica salvajada, ante el asesinato de 37 niños del tirón en Qana. Imagino que a ese nuevo tipo de táctica la denominarán “asesinato preventivo”, no vaya a ser que alguno de esos niños, en el futuro, tenga tentaciones de pasarse al lado oscuro de la fuerza y le dé por militar en Hezbollah. Cualquier día de éstos empiezan a esterilizar –como hiciera Hitler- a los palestinos de los campos de refugiados. Trabajo y bombas que se ahorran de cara al futuro. Y Bush continúa jugando al despiste, enviando a Condolezza a expresar sus deseos de paz pero manteniendo el veto, a ver si mientras marea la perdiz unos días le concede a Israel un poco de “vidilla” -las que están quitando a los libaneses- y le deja tiempo a que finalice sus trabajos de demolición. Los voceros de las buenas costumbres, muchos de los cuales presumen de ser intachables cristianos con sonoros golpes de pecho, insisten en el derecho de Israel a defenderse cuando no dan la callada por respuesta. Algún mitrado muy dado a prodigarse en política apuñala al Estatut y a ese alcalde que, sin ser zurdo, suele escaparse más por la izquierda olvidando su demarcación de medio centro derecho, pero su mitra, que ha sido vista manifestándose a favor de la familia por la Villa y Corte de Madrid, no sale a la calle cuando se trata de solidarizarse con familias libanesas. Claro que, ya lo dijo Rajoy, manifestarse a favor de la paz es de un paleto que te rilas. Desde luego los que deben estar haciendo el agosto son los fabricantes de raseros, que van a posponer sus vacaciones hasta septiembre para poder así seguir poniéndose las botas, porque estos voceros de los que les hablaba han tenido que comprar otro rasero para poder tener dos. El que ya tenían y que utilizaban para opinar sobre los misiles de Hezbollah no les sirve para los bombazos de Israel. Parece ser que las bombas de unos siembran el terror mientras que las de otros son el derecho a la defensa y la garantía de la democracia y de la libertad en la zona. Quizás ocurra, mis queridos reincidentes, que un servidor sea más simple que el mecanismo de un embudo, pero a la hora de juzgar a los que asesinan indiscriminadamente, lanzando sus bombas sobre la población civil, en vez de entrar en profundas reflexiones sobre si fue primero la gallina o el huevo, más fácil encuentro recurrir al refranero popular y decir aquello de “O todos moros o todos cristianos”.
viernes, agosto 04, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario