viernes 1 de septiembre de 2006
Montilla, la gran prueba
Wifredo Espina
M ONTILLA será la gran prueba en esta campaña electoral catalana, que ya ha comenzado incluso antes de finalizar agosto, el mes vacacional por excelencia, como hace notar José Cavero. Por varios motivos, pero, sobre todo, para ver hasta qué punto es una realidad (o hay algo de ficción) la tan proclamada integración de los inmigrantes en la sociedad catalana. Hasta qué punto es verdad la igualdad fáctica en deberes y derechos. Hasta dónde han sido asumidos como unos ciudadanos más. Incluso con posibilidades reales de llegar a ser presidentes de la Generalitat de Cataluña. Montilla será la gran prueba real. El debate irá más allá de si socialistas o convergentes, las dos fuerzas importantes en esta lid. Se irá más al fondo: la cuestión será de si nacionalismo o catalanidad. O de si catalanismo -que es más amplio- o simplemente catalanidad -ciudadanía catalana... Ya hace días que, soterradamente, se ha iniciado este forcejeo. De una forma disimulada, naturalmente, porque nadie se atreve a decir públicamente que un catalán de origen andaluz no puede ser presidente de la Generalitat. Hay aún un cierto pudor, y también un gran miedo a que esto restara votos. Pero se viene expresando de diferentes maneras. Se quiere guardar las formas, la compostura, pero todo queda claro, muy claro. Los mensajes que circulan son de este tipo: Montilla no puede ser catalanista porque no procede de la cultura catalana; no procede de la tradición catalanista; difícilmente puede un foráneo asumir el espíritu catalanista, etc. La lucha, más o menos subterránea, irá poniendo el acento en este aspecto. Hay ya muchas expresiones de Artur Mas, de Carod Rovira, de algunos socialistas del PSC y de entidades y figuras de la política, la cultura y de la sociedad catalana, muy significativas en este sentido. E Irán en aumento. El fenómeno de Montilla como candidato a la presidencia de la Generalitat será todo un test, ya lo está siendo, y desenmascara muchas hipocresías. Pondrá al descubierto no pocas falsedades. Será un revulsivo en profundidad. ¿Sólo pueden ser presidentes de la Generalitat los pura sangre de siempre? ¿Los surgidos de unos sectores o clanes ideológicos con marca de autenticidad? ¿Somos o no una sociedad fruto del mestizaje que históricamente nos ha caracterizado -y enorgullecido- a los catalanes? Un ciudadano catalán, no nacionalista ni catalanista, ¿no puede aspirar a presidir a todos los ciudadanos de una Cataluña tan plural como la nuestra? La gran prueba será Montilla.
jueves, agosto 31, 2006
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