viernes 4 de agosto de 2006
El Catalanismo, como reacción
Wifredo Espina
E S una oportunidad para abrir un gran debate sobre el Catalanismo. No debiera limitarse al ámbito catalán, por más que el cumplirse ahora cien años de la publicación del libro “La nacionalitat catalana”, de Prat de la Riba, compendio básico y decisivo del movimiento catalanista, pudiera llevar a una postura reduccionista del análisis de este fenómeno político, cultural y cívico, cuyo conocimiento es fundamental para explicar muchos acontecimientos, tensiones y planteamientos plenamente vigentes en el mapa español actual. Está en el fondo de toda la polémica sobre el nuevo Estatut, que ahora deberá pasar el examen del Tribunal Constitucional. La atenta lectura del texto estatutario, muy torturado, ambiguo y contradictório, para que no chocara frontalmente con la Constitución (como ocurría con el proyecto inicial), junto con la intuición de que no se querrá caer en un nuevo error histórico, hace prever que el Constitucional no declarará inconstitucional el nuevo Estatut, si bien es posible que considere inadmisible alguno de sus puntos y acote el sentido de algunos otros. Una sentencia demasiada contundente –impensable e ilógica, a mi juicio- contra la totalidad, o casi, de Estatut, refrendado -sin exceso de entusiasmo- por los catalanes, produciría una nueva reacción ciudadana en Cataluña, semejante a otras que marcaron el curso de la historia catalana y española. Recuérdese las desencadenadas por la Ley de Jurisdicciones, por el asalto a las publicaciones “El Cucut” y “La veu de Catalunya”, a principios del siglo XX, y más recientemente el ataque al President de la Generalitat, Jordi Pujol, por el caso de Banca Catalana, y la aprobación de la LOAPA (después desautorizada por el TC) que restringía muchas competencias concedidas en el Estatut de 1979, para imaginar las consecuencias de cometer un error semejante. Como explicaba muy bien –y oportunamente- el catedrático Borja de Riquer en una conferencia en la casa natal de Prat de la Riba (Castellterçol, 1-8-06), con motivo del centenario de “La nacionalitat catalana”, el Catalanismo surgió, en buena parte, como reacción a la decepción de Cataluña a la pesimista respuesta española ante los hechos del 98 (pérdida de las colonias) y fue cobrando fuerza ante las incomprensiones españolas de las características propias del pueblo catalán, que encontró en esta actitud y en ataques a su entidad el mejor caldo de cultivo para deslizarse hacia un nacionalismo cada vez más radical. Del catalanismo que buscaba la plena autonomía cultural pero no la política, se fue pasando a las reivindicaciones nacionalistas e independentistas. El olfato de los gobiernos centrales, principalmente de derechas, para comprender las sensibilidades regionalistas y nacionalistas, ha sido tradicionalmente escaso o nulo.Durante el largo y polémico proceso del nuevo Estatut, esto se ha repetido.La izquierda ha sido, como mínimo, más hábil, aunque seguramente más oportunista que sincera. No se puede negar la legitimidad de recurrir al Tribunal Constitucional para que juzgue con autoridad e independencia, la adecuación a la norma jurídica suprema del nuevo texto estatutario. Es legítimo y democrático. Decir otra cosa, sería como pedir la supresión de un Tribunal que en muchísimas ocasiones ha dado la razón a las pretensiones nacionalistas.Pero la razón y la intuición nos dicen que este Tribunal no caerá en otro error histórico. Una visión amplia y abierta del tema podrá evitarlo y ahorrarnos nuevas tensiones y reacciones, que no ayudan a construir un país de convivencia y progreso.
viernes, agosto 04, 2006
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