sábado, marzo 25, 2006

Los vigilantes de la playa

sabado 25 de marzo de 2006

Los vigilantes de la playa

MANUEL ALCÁNTARA

Los subsaharianos repatriados llegan a Canarias en cayuco. ¿Por qué le llamarán repatriar a volver a lo que nunca fue patria? La crisis de las vallas de Melilla y Ceuta pareció cerrarse después de las medidas de seguridad acordadas entre el reino alauí y España, pero no hay barreras tan altas que no pueda saltarse el hambre equilibrista. Además, los vigilantes de la playa son escasos para el perímetro de frontera que tienen que custodiar y muchos se cuelan. Viven en los bosques, como los gnomos de los cuentos. Sombras oscuras que tienen miedo, como en el poema juanramoniano, de volver en sí, por no darles disgusto de árbol distinto a los árboles iguales.Al no poder socorrer a los inmigrantes, España pide socorro a la Unión Europea para aliviar la presión migratoria en el norte de África. Mientras las mafias utilizan nuevas rutas para transportar hambrientos, el territorio es siempre el mismo y ya está superpoblado, pero curiosamente siguen cabiendo más malienses y más senegaleses, cuando parecía que no cabía ni uno más. El presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, se ha quejado ante los jefes de Gobierno de los Veinticinco, que no han visto más agua que el agua mineral que beben en las reuniones donde hablan de solucionar el problema. Les acusa de «cerrar los ojos» ante un drama que equivale a cuatro Titanic. Hay más náufragos que granos de arena.La tarifa por arriesgar la vida por ver si consiguen una mejor es de 1.000 euros. Una auténtica fortuna para esos infortunados seres humanos. La solución posible, o sea, la menos peor entre las malas, no es hacer las vallas de mayor altura, ni agujerear los cayucos, sino frenar las ganas de viajar en su propio territorio dándoles allí trabajo y comida. Mucho pedir.

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