miércoles, marzo 29, 2006

El controvertido Kim Ki-duk

jueves 30 de marzo de 2006
ESTRENO DE EL ARCO
Controvertido Kim Ki-duk
Por Juan Orellana
Cineasta coreano encumbrado por la crítica occidental. Así podría definirse más o menos a Kim Ki-duk, triunfador en festivales como Berlín, Venecia, Moscú, Locarno, San Sebastián... y menospreciado en su tierra. En España se estrenan muchos títulos suyos, y a veces dos simultáneamente. Esta semana le toca el turno a El arco, que fue muy bien acogida en el Festival de Cannes del año pasado y que ha dividido las opiniones. Como ocurre con casi todas las películas de Kim Ki-duk.
Quizá una de las causas de su éxito esté en la originalidad de sus guiones. Por estos lares andamos tan escasos de historias nuevas o sorprendentes, que en cuanto nos topamos con una que sí lo es, sucumbimos a su encanto. Pero el encanto de Kim Ki-duk nunca viene desprovisto de duras asperezas. Recordemos por ejemplo el argumento de Samaritan Girl. Yeo-jin todavía no ha cumplido veinte años y vive con su padre, agente de policía. Su mejor amiga, Jae-young se dedica a la prostitución. Yeo-jin es algo así como su manager, ya que le controla sus clientes y las ganancias. La historia se vuelve sórdida cuando, tras la muerte accidental de Jae-joung, Yeo-jin decide sustituirla. Cuando su padre lo descubre, desquiciado, busca la manera de afrontar tan terrible degradación.
Pero –y esta es la otra cara de la moneda– siempre hay un punto de intensa belleza y redención en los films del cineasta coreano. En el caso de Samaritan Girl, a pesar de su argumento, el énfasis está puesto en los conflictos morales del padre de la chica, que se debate entre la justicia y la venganza. Parece que se trata de un personaje católico, que hace continuas referencias a figuras de la historia de la Iglesia, incluida una bella alusión a Madre Teresa en el momento climático del film.
Recordemos también Hierro 3, que contaba la vida de Tae-suk, un joven que da vueltas por la ciudad buscando casas donde establecerse temporalmente en ausencia de los propietarios. Un día, mientras está buscando una, encuentra a Sun-hwa, una mujer recluida y maltratada por su rico y celoso marido. Ella decide seguir a Tae-suk en su vida errante de casa en casa, hasta que un día son descubiertos. La película, que no carece de algún toque violento y descarnado, es una hermosa metáfora sobre la soledad, la comunicación no verbal y la absurdidad de muchos aspectos de la vida moderna.
Ahora se estrena El arco. Se trata de un cuento lírico, mágico y simbólico que recupera las esencias de la narración cinematográfica del cine mudo: nada de palabras, todo el peso en las imágenes. Un marinero viejo encuentra a una niña abandonada y se hace cargo de ella, con la idea de casarse el mismo día en que la muchacha alcance la mayoría de edad. El marinero alquila su barca a pescadores, que a menudo intentan seducir a la muchacha, pero que renuncian a ello cuando el viejo la defiende con un arco y unas flechas. Hasta que un día ocurrirá algo imprevisto.
Una fotografía llena de cromatismo y acierto estético, una banda sonora cautivadora y unos rostros de máxima expresividad son los ingredientes para servirnos una bella historia. Una mirada imprevista sobre la protagonista, la cambia por dentro y la hace entenderse a sí misma de una forma nueva. Dos hombres aman a una mujer y los dos la consiguen, aunque de formas muy diversas. Uno consigue su virginidad –metafóricamente– y otro, la consigue para siempre. El film está cargado de símbolos y cuenta con una púdica escena erótica que abandona definitivamente el poco realismo del film para sumergirse casi en los mitos de la antigüedad.Toda la historia transcurre en un barco pequeño, y sin embargo, el film está tan bien concebido como estructura, que en ningún momento decae el interés ni nos asalta una sensación claustrofóbica. El rodaje fue muy duro (17 días en el mar), pero el resultado sólo transmite armonía lírica. Como contrapunto hay algunas escenas sobrecogedoras, como la del anciano con la soga al cuello, y otras enormemente tiernas.

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