29-III-2006
La acobardada candidez de Rajoy
EDITORIAL
La condición sine qua non para que el Gobierno de ZP pague políticamente a ETA pasa por convencer a los españoles de que no hay semejante disposición. Rajoy ha colaborado este martes en esa tarea propagandística.
Los elogios que los separatistas de ERC y PNV han brindado a Mariano Rajoy tras su encuentro con Zapatero, aunque interesadamente exagerados, son, desgraciadamente justificados. Rajoy debería haber concretado claramente los precios políticos y penitenciarios que Zapatero no debe estar dispuesto a pagar, si quiere el apoyo del PP a este mal llamado "proceso de paz". En lugar de eso, el dirigente popular ha planteado requisitos tan vagos y genéricos que, no ya Zapatero, sino cualquier dirigente separatista suscribiría ante la opinión pública.
El caso es que Rajoy ha reclamado, en primer lugar, que "el Gobierno no tome ninguna medida que pueda interpretarse directa o indirectamente como una contrapartida política a la banda terrorista ETA".
Nadie va a reconocer eso. En lugar de dejar el juicio a terceros, ¿por qué no fija Rajoy qué sería para él una de esas "medidas" que los españoles deberían interpretar "como una contrapartida política a la banda terrorista ETA"? Por ejemplo. Si en los próximos meses –un año quizá– el gobierno de ZP respaldara, junto a los separatistas, un cambio en el marco jurídico del País Vasco, que proclamase dicha comunidad como una "nación", ¿debería ser esto interpretado, "directa o indirectamente", como "una contrapartida política a la banda terrorista ETA"? La verdad es que no sabemos cual es la opinión al respecto, ni de ZP, ni del propio Rajoy. ¿Vamos a hacerle el juego a los recolectores de nueces de ETA, por el hecho de que esta ya no sacuda el árbol? Esa fue siempre la estrategia de Estella y Perpiñán.
Sin adentrarnos en hipotéticos pagos futuros, fijémonos en la condescendencia del gobierno del 14-M hacia el estatus del PCTV, del que ya gozan los proetarras a pesar de la ley de partidos y de su renuencia a condenar la violencia etarra. ¿Debe ser esto interpretado –según Mariano Rajoy– como una de esas contrapartidas políticas a la banda terrorista ETA? Si es así, ¿por que no ha reclamado Rajoy a ZP una rectificación? ¿De que sirve, si no se menta a los proetarras del PCTV, reclamar a ZP el "escrupuloso cumplimiento de la Ley de Partidos"? ¿Acaso no es muestra de "escrupuloso cumplimiento de la ley de partidos" para ZP, su vista gorda ante la incesante actividad política de Batasuna y de la subvención pública del PCTV?
La segunda condición de Rajoy – "que no habrá concesiones a ETA ni directa ni indirectamente" es una absurda reiteración de la primera.
La tercera es que "ninguna mesa puede proponer o plantear ningún cambio en la legalidad vigente, ni en la del País Vasco, ni en la de Navarra, ni en la del conjunto de España". Esta supuesta exigencia delata, sin embargo, una enorme candidez. Cualquier propuesta, por disparata e inconstitucional que pretenda ser, queda en nada si luego no es tramitada vía parlamentaria. Cualquier propuesta de cambio, sea positiva o negativa, surge en una mesa de partidos. El Pacto por las Libertades no hubiera supuesto un cambio legislativo –a favor del endurecimiento de las penas y de la ilegalización de los proetarras– si hubiera quedado varado en la mesa de la Moncloa. Los acuerdos a los que llegaron los socios de ZP y ETA en Perpiñan en pro de la "desestabilización del Estado español" también hubieran quedado en nada si luego no buscaran reflejo en lo aprobado en el parlamento catalán y, dentro de poco, en el vasco. Tanto los estatutos irrelevantes para ETA –como pudiera ser el valenciano– como los que han despertado su entusiasmo y confianza en los terroristas –como el catalán– surgieron en su día en una mesa de partidos.
La cuarta condición es que "no habrá ningún contacto con organizaciones terroristas u organizaciones ilegales para tratar de estos temas". Pero si no es de estos temas, ya nos dirán Zapatero y Rajoy de qué va a hablar el gobierno con unos criminales que justifican, en todo momento y lugar, su alto el fuego en pro de sus objetivos soberanistas. En cualquier caso, y aun haciéndonos partícipes de la notable candidez de Rajoy, ¿qué hay de las víctimas de ETA? ¿Qué hay de su derecho a la justicia, sin la cual una nación deja de ser un Estado de derecho, por mucho que conserve sus fronteras nacionales?
Hay que reconocer que Rajoy ha dicho que "la administración penitenciaria debe seguir cumpliendo de manera escrupulosa la ley". Sí, pero, ¿por cuánto tiempo? Bien es verdad que creemos que el Gobierno del 14-M solo daría luz verde a las excarcelaciones generalizadas de presos si ETA anunciase su fin definitivo. Lo que el Gobierno del 14-M se dispone a pagar a ETA es un alquiler, un cese temporal de su lucha armada, pago insuficiente para que ETA la deje definitivamente. En cualquier caso, valga la omisión de Rajoy a hacer referencia al derecho de las víctimas a la justicia.
No obstante, el colmo de la candidez de Rajoy, que en mayor medida justifica los elogios de los separatistas al dirigente popular, ha sido que confiera credibilidad, sin prueba alguna, a las palabras de Zapatero de que no hay ningún compromiso con ETA. ¿De verdad esperaba Rajoy que Zapatero le hiciera semejante confesión? Viendo la trayectoria y los compañeros de viaje del gobierno del 14-M, Rajoy tenía la obligación de exigir garantías a ZP y no el derecho a fiarse de él. ¿Y que decir de la renuencia de Zapatero a una cuestión formal como es la convocatoria del Pacto por las Libertades?
La candidez con la que Rajoy ha dado su visto bueno a la entrevista con ZP es, simplemente, inadmisible. Esperemos que sea corregible. No hacerlo sería tanto como admitir la constitucionalidad de estatuto catalán por el simple compromiso de ZP de "dejarlo limpio como una patena". La condición sine qua non para que el Gobierno de ZP pague políticamente a ETA pasa por convencer a los españoles de que no hay semejante disposición. Rajoy ha colaborado este martes en esa tarea propagandística.
Bien es verdad que la estupidez y la complicidad ante los objetivos separatistas del terrorismo es demasiado abultada entre nuestra clase política y mediática como para reclamar al gobierno español que hiciera el mismo caso al comunicado de ETA que le ha brindado, respecto a Francia, el gobierno de Chirac. A diferencia de Francia, en España "el final dialogado de la violencia" y los "procesos de paz", como vías para acabar con el terrorismo nacionalista, ha sido una funesta constante entre nuestras élites. Aquí los errores del pasado no confieren la posibilidad de corregirlos, sino el derecho – incluso la obligación, dicen algunos– de volver a cometerlos. Sólo que Zapatero está dispuesto a pagar, además, políticamente a ETA.
Ciertamente, Rajoy no lo tiene nada fácil para cuestionar ese paradigma apaciguador que se quiere imponer desde los medios de comunicación. A partir de hoy lo va a tener todavía más difícil. Como en el cuento del falso traje del Rey, nadie se atreve a gritar que el monarca va desnudo. Sin embargo, Rajoy tenía la obligación de hacer frente a la mentira, haciendo una labor pedagógica que ayude a los ciudadanos a seguir sabiendo identificar el chantaje de ETA, por mucho que este chantaje sea camuflado por el gobierno del 14-M con los ropajes de la paz.
Gentileza de LD
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opi_desa_30600.html
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario