jueves, marzo 30, 2006

Joseba Arregui, Sin descanso

viernes 31 de marzo de 2006
Sin descanso

JOSEBA ARREGI
Dicen que dura poco la alegría en casa del pobre. Después de la declaración de alto el fuego por parte de ETA, más de uno dirá que ya es hora de descansar, que por fin se ha conseguido lo que tanto esfuerzo y lucha había costado: quitarnos de encima la pesadilla tremenda de un grupo que ha amenazado, extorsionado, amedrentado y asesinado en nombre de un proyecto político. Pero no es hora de descansar. Y no sólo porque falte la declaración final de abandono total y definitivo de la violencia terrorista. No hay descanso porque todavía es preciso seguir luchando por la libertad, por los derechos de ciudadanía, por una definición de la sociedad vasca basada en el acuerdo y el pacto, en el respeto a las diferencias y complejidades en nuestras identidades y sentimientos de pertenencia.Y no es hora de descansar porque la euforia del momento puede inducir a bajar la guardia, a creer que han desaparecido todos los peligros que acechan a la pluralidad y a la libertad de los vascos. Casi se podría decir que ahora más que nunca es preciso seguir atentos a la evolución de la política vasca para que en este momento de alegría y de relajamiento la confusión de palabras no sea el camino por el que se introduce lo que se ha evitado que entrara por el camino de la violencia.Lo primero que hay que evitar es pensar que ya que ETA ha dado un primer paso, ahora toca a los demás, al Estado, al Gobierno, a los partidos políticos y a los ciudadanos, dar los siguientes. No pocos empiezan a debatir acerca de los pasos siguientes a dar. Ante esa tentación es preciso subrayar que queda un segundo paso, el más importante, el anuncio definitivo de la renuncia definitiva a la violencia y al terror. Y que ese paso lo tiene que dar ETA, y nadie más. La pelota, acudiendo a los tópicos al uso, está, sigue estando, en el tejado de ETA, que es donde siempre ha estado desde que esa organización terrorista decidió no respetar la decisión, en consulta popular, de los ciudadanos vascos: el referéndum a favor del Estatuto de Gernika. Es un auténtico escarnio que ETA y Batasuna planteen que la solución al conflicto, como lo llaman, pasa por la consulta popular, por lo que los ciudadanos vascos decidan, cuando ellos han luchado con la violencia y el terror, o amparados en ellos, contra la decisión de los ciudadanos vascos.Ahora es más que nunca la hora para volver a hablar del pluralismo de la sociedad vasca y recordar lo que ese pluralismo significa. La sociedad vasca no es plural simplemente como lo puede ser la sociedad alemana, en la que hay personas de derechas y de izquierdas, progresistas y conservadoras, liberales y socialistas, y cristianas y agnósticas o ateas. Pero básicamente todas ellas se consideran pertenecientes a la nación alemana en el doble sentido de la palabra: pertenecientes a la nación cultural alemana, y al mismo tiempo ciudadanos de la nacion política alemana, del Estado federal alemán.La pluralidad de los ciudadanos vascos se refiere, además de la propia de las coordenadas clásicas de derecha o izquierda, al sentimiento de pertenencia: no existe homogeneidad en el sentimiento de pertenencia a una nación cultural en exclusividad. Ese pluralismo es el que hace que la afirmación correcta de que existe nación vasca no se corresponda con la afirmación de que Euskadi es una nación. Esa correspondencia negaría el pluralismo de la sociedad vasca en lo que al sentimiento de pertenencia se refiere. La libertad de los ciudadanos vascos depende de esa diferencia, de la misma forma que la libertad de los ciudadanos españoles depende de la diferencia entre España nación cultural y España nación política o Estado: si se confundieran los dos no habría sitio para el pluralismo en el sentimiento de pertenencia en el espacio constitucional español, lo cual supondría un recorte inaceptable para la libertad.En el mismo sentido, la diferencia entre las dos afirmaciones citadas -existe la nación vasca, pero ello no significa que Euskadi sea nación- es requisito necesario para la libertad de los vascos. Es la aplicación de la libertad de conciencia alcanzada gracias a la dolorosa y sangrienta experiencia de las guerras de religión en los albores de la modernidad a la situación de nuestros días: la libertad de conciencia se transforma en libertad de identidad, en la afirmación de que no hay identidad normativa, identidad obligatoria para nadie. Ese pluralismo es el que hace necesario el acuerdo a la hora de definir el marco de convivencia de Euskadi: tiene que haber expresión institucional propia y diferenciada suficiente para quienes se sienten pertenecientes -sea en exclusiva o no- a la nación vasca, y tiene que haber expresión institucional suficiente para quienes se sienten pertenecientes -en exclusiva o no- a la nación española: el marco de convivencia de los vascos no puede responder a una pretendida homogeneidad en el sentimiento de pertenencia a la nación vasca, y la Constitución española no puede responder a la pretendida homogeneidad en el sentimiento de pertenencia a la nación cultural española.Ése es el juego articulado en el marco actual, que como todos los marcos puede necesitar ajustes y reformas, pero que no puede ser puesto radicalmente en cuestión sin riesgo de inclinar la balanza demasiado en una dirección negadora de pluralismo y libertad. El discurso de la España plural siempre será incompleto, y por eso erróneo, si no se acompaña del discurso de la Euskadi plural, de la Cataluña plural, de la Galicia plural en el mismo sentido, y probablemente con más razón.No sé si se trata de un precio político aceptar el discurso de las dos mesas de la propuesta de Anoeta. Hay razones poderosas para no compartir ni la necesidad ni la conveniencia de la mesa de partidos políticos vascos, la mesa de normalización. Hay razones para ser reacio a aceptar el término mismo de normalización. Y habrá que plantear tranquila y argumentadamente esas razones. No puede haber una prohibición de hacerlo, de preguntar por qué debe ser extraparlamentaria, por qué no se asume la normalidad de una comisión del Parlamento vasco para debatir cuestiones previstas en la legalidad actual, con conformidad a las reglas que actualmente son las normales.Pero si al final hay mesa de partidos políticos vascos, de todos los partidos políticos vascos que rechazan la violencia y la condenan -entre otras razones porque también partidos democráticos vascos ven conveniente la mesa-, será preciso tener en cuenta que lo dicho sobre el pluralismo de la sociedad vasca no puede ser algo que está a disposición de los que discutan para deshacerse de él, que el respeto al pluralismo y a las consecuencias jurídicas y políticas que se deben extraer de él es innegociable si se quiere garantizar la libertad de los ciudadanos vascos.Y en este trabajo sin descanso va a existir una guía que es al mismo tiempo una exigencia fecunda: la memoria del significado político de las víctimas, de los asesinados por ETA, de quienes fueron objeto de atentado. Por mucho que ETA dé el paso definitivo que debe a la sociedad vasca, los asesinados no desaparecen. Seguirán siendo asesinados. Nadie les va a devolver la vida. Y seguirán siendo asesinados en nombre de un proyecto político. Seguirán siendo asesinados en nombre de una idea de Euskadi, de una idea de Euskadi que reclamaba homogeneidad donde no existe, que quería imponer una identidad y un sentimiento de pertenencia, que pretendía, por ello, recortar la libertad personal, la libertad de identidad, la libertad de opinión, la libertad de sentimiento de pertenencia. Y esa memoria es el mayor aliciente para defender la libertad en los tiempos que han comenzado con el alto el fuego de ETA: tanto como hasta ahora, con más fuerza que hasta ahora. Pueden ser tiempos de confusión, tiempos en los que se volverán a cursar palabras, conceptos y frases que sonarán muy bien, que prometerán la solución definitiva de todas las contradicciones y de todos los problemas, palabras y frases que hablarán de solución democrática, de consulta popular, de capacidad de decisión, de ampliación de consenso, de marcos de convivencia asumidos por todos.Y habrá que recordar lo que en realidad dicen esas frases: que hay que hacer sitio a los que, usando el terror, no han respetado lo decidido por los vascos en consulta popular, que no importa perder del consenso a quienes han estado dentro y han sufrido las consecuencias de la violencia con tal de incorporar a los que se han escudado en el terror. Y habrá que recordar que si el conjunto del nacionalismo puso en cuestión el marco actual de convivencia, lo hizo creyendo que ello era necesario para apaciguar a los terroristas. Habrá que recordar que la cuadratura del círculo es imposible en política y que también en política lo mejor sigue siendo enemigo de lo bueno.Sin descanso en defensa de la libertad y de los derechos de ciudadanía. Ahora con más tranquilidad, y por eso con más firmeza.

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