Estatuto
La espantada de Zapatero
Ignacio Villa
En un gesto de desprecio hacía la soberanía popular, con un actitud que escenifica la culpabilidad del gobernante y con un punto de soberbia, Zapatero ha decidido no dar la cara. Es la demostración palpable de su forma de entender la política.
¡A Zapatero le ha fallado el despertador! Eso es lo que muchos diputados –incluidos los socialistas– han pensando cuando, este jueves por la mañana, han visto que el presidente del Gobierno no se encontraba en su escaño en el inicio del debate sobre la reforma del Estatuto de Cataluña. Pero no era así. Ante la pregunta sobre el paradero del presidente, la respuesta era lacónica, huidiza y patética: "Ahora viene, está trabajando en Moncloa".
El presidente del Gobierno ha consumado, este jueves, el mayor de los despropósitos. Nos ha embarcado en la turbulencia institucional más complicada de la democracia contemporánea española. Ha promovido como algo personal un Estatuto que rompe la nación española, que hace trizas la Constitución y dinamita el concepto básico en democracia como es la soberanía. Todo esto lo ha hecho Zapatero, con la ayuda de Artur Mas, en unos acuerdos secretos y nocturnos que han colocado a España en el precipicio del desastre. Y es que el presidente del Gobierno, poca política de Estado hace cuando todo lo fundamenta en el conchaveo personal.
El presidente, no contento con habernos conducido a esta situación límite, encima, en el momento clave, desaparece del mapa. Es una actitud miedosa, vergonzante y rastrera la demostrada por Zapatero que, además de no defender la reforma del Estatuto, tampoco ha estado presente en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo. En un gesto de desprecio hacía la soberanía popular, con un actitud que escenifica la culpabilidad del gobernante y con un punto de soberbia, Zapatero ha decidido no dar la cara. Es la demostración palpable de su forma de entender la política.Con una irresponsabilidad que sobrecoge, el jefe del Gobierno se ha quitado de en medio. Por miedo a ser identificado con el desaguisado, por el reparo de pasar a la historia como el destructor de la nación española o por la simple vergüenza de quién está sobrepasado por su propio desastre; Zapatero se ha puesto de perfil en la foto. Pero que nadie se engañe el culpable, el verdadero culpable de todo lo ocurrido es el presidente del Gobierno. Zapatero ha alentado, ha trabajado y ha impulsado la reforma del Estatuto; lo demás son milongas. Una vez conseguida la nación catalana, ahora le toca el turno al País Vasco y en este caso, además, con el apoyo de los terroristas.
jueves, marzo 30, 2006
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