jueves, octubre 13, 2011

Felix Arbolí, La existencia de Dios se debate en el Rastro madrileño

jueves 13 de octubre de 2011

La existencia de Dios se debate en el Rastro madrileño

Félix Arbolí

¿ EXISTE Dios o es sólo una palabra de cuatro letras que un grupo de hombres se han inventado para tener controlada a la mayoría?. Este tema se debatía en la mañana del pasado domingo en el Rastro madrileño. Aunque pueda parecer inapropiado el lugar, la Plaza del Campillo del Mundo Nuevo, plena Puerta de Toledo fue el ágora que un grupo de “Creacionistas” había elegido para exponer sus teorías y repartir su propaganda. Esta nueva secta o doctrina, (que por lo que me han contado está muy extendida en USA), es una de las muchas que han traído a nuestro país la marea de inmigrantes iberoamericanos y sus extraños “profetas” y creencias. Tan insólito espectáculo lo encontré en mi habitual paseo dominguero por esta típica zona madrileña. El grupo lo formaban tres mujeres, un hombre y un chaval con inconfundible acento argentino. Dos de ellos, sostenían una pancarta donde en dibujos y un texto no muy fácil de leer a cierta distancia, exponían su teoría sobre la Creación, según su versión de la Biblia, la salvación del hombre por Cristo y el anuncio de su inminente y segunda venida a la Tierra. Aunque todo ajeno a los dogmas y normas de la Iglesia católica. Insistían en que estaba finalizando el tiempo del perdón, pasado el cual ya no habría posibilidad de redención. Nos quedaba el tiempo justo para mostrar nuestro arrepentimiento y solicitar el perdón de nuestros pecados. Pienso que al ser infinita la misericordia divina no está sujeta a límites de tiempo y toda persona por muy malvada que sea puede sentir en un momento dado, incluso en sus últimos instantes, un arrepentimiento sincero y recibir la gracia divina.

Se acercó a la reunión un señor que dijo ser profesor, quien afirmaba que Dios no existía, que era sólo una palabra de cuatro letras, inventada por un grupo de individuos mejor dotados culturalmente que la mayoría para someterla y gozar de una serie de privilegios. Añadía que su existencia no estaba demostrada científicamente y por lo tanto era muy cuestionable. Intervino un señor ya mayor para indicarle que hasta los pueblos primitivos tenían la creencia en un Ser Superior que regía al Universo, la vida y la muerte, aunque variara la forma de llamarle y representarle.Al ser generalizada esta postura desde los albores de la Humanidad, sin distinción de lugares, etnias y costumbres, no podría tratarse de una falacia o invento, sino algo intrínseco que descubrimos en el instante que empezamos a razonar. La polémica estaba servida, aunque con corrección y buenas maneras. Otros se acercaban a ver qué ocurría y al ver la pancarta y oír lo que allí se “cocía”, sin apenas detenerse proclamaban su agnosticismo y ateísmo. Hubo hasta los que se mofaron de los del cartel calificándolos de fanáticos y locos. Como suele pasar en estos casos, nadie se ponía de acuerdo, ni lograba convencer al resto con sus razonamientos. Lo que sí resultaba chocante era lo inadecuado del escenario para esta asamblea teológica más propia de los antiguos sofistas griegos que de una mañana otoñal de Rastro madrileño. Aunque a diferencia de éstos, los protagonistas de este insólito conciliábulo”, no pedían donativo alguno, ni cobraban por el librito y folletos que regalaban a los que se acercaban, aunque me figuro que de alguna parte tendrían que sacar sus gastos.

Estamos viviendo unos años de locuras y desmadres en todos los aspectos y la cordura está en los índices más bajos en la cotización ciudadana. No sé qué tiempo me queda aún de peregrinaje por estas tierras, pero he llegado a un punto en el que a veces no sé ni cómo me llamo, ni qué hago en este paraíso más lleno de serpientes que de manzanas y hasta en más de una ocasión he pensado sin obtener respuesta convincente y viendo el entorno que me rodea, que no sé qué me voy a encontrar cuando termine mi andadura terrenal e inicie los desconocidos límites del más allá, si es verdad que existe algo o nos hallaremos ante una vacía eternidad donde todo es nada. Me agradaría más lo primero, por supuesto. Me estoy contagiando de esta demencia generalizada y no precisamente senil. Hay quien afirma que todo lo creado ha surgido de manera estrictamente espontánea, incluso la misma vida humana, y que cada individuo es una simple y diminuta partícula. Pura materia que no ha sido creada, ni puede ser destruida, solo transformada en energía y cuando morimos estas moléculas o energía regresan al medio para formar parte de otras estructuras, integrándose en la tierra, el espacio, los vegetales e incluso en algunos animales. Y algunos hasta opinan que esta energía es el alma, que se disipa e irradia en todas direcciones. Otros aceptan esta teoría, pero añaden que el mundo fue una conjunción de elementos en pleno caos y que Dios se había limitado a organizarlos y ponerlos en orden. Frente a éstos, el agnóstico defendía su postura apoyándola en esa constante búsqueda de Dios más allá de los límites existenciales, sin haber encontrado nada que lo convenciera.

Sobre esta cuestión hay mucho que reflexionar, creer y negar. Hay quien dice que en el instante de morir toda persona sufre una merma de peso de 21 gramos, exacta en todos los casos y la achacan a la salida del alma de su envoltura corpórea. Otros la atribuyen a la expulsión de gases, aunque no puedan aclarar el por qué se producen con idéntico peso en todos los casos. Yo sólo me limito a exponerlo. Existe asimismo una historia ocurrida en un hospital de Frankfurt, donde al ser intervenida una joven de 32 años, Karin Fischer, para corregirle unas válvulas que tenía implantadas en el corazón, la operación se complicó y contra todo pronóstico, ya que no se consideraba de alto riesgo, falleció a los cinco minutos de iniciarse la intervención. Nada pudieron hacer por reanimarla. Uno de los médicos filmaba todo el proceso para su posterior divulgación científica. Cuando revelaron la película, con gran sorpresa advirtieron que en el instante que se producía el fallecimiento se desprendía de ese cuerpo una forma humana transparente con los brazos abiertos y se elevaba hacia el techo. Hicieron pruebas, investigaron a fondo y al final no tuvieron más remedio que convencerse de que no hubo manipulación alguna. Todos coincidieron que se trataba de un prodigioso y único retrato del alma humana. Una copia se entregó a Juan Pablo II, quien encargó una profunda investigación sobre este asombroso hecho, que sigue analizándose aún en el Vaticano. Increíble y cierto. Vuelvo a limitarme a exponerlo.

Einstein decía que el hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir” y que “El azar no existe, pues Dios no juega a los dados”. Blas Pascal, que sólo conocía a dos tipos de personas: las que aman a Dios de todo corazón porque le conocen y las que le buscan de todo corazón porque no lo conocen y añadía que prefería equivocarse creyendo en un Dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que existe. Si tras la muerte no hay nada, nunca lo sabré, pero si hay Alguien, tendré que darle cuenta de mis actos. En este apasionante apartado, también ha intervenido García Márquez, para afirmar que le desconcierta tanto pensar que Dios existe, como que no existe. Finalizo esta breve exposición con lo manifestado por el mismo Voltaire: “ Si Dios no existiera, sería necesario inventarlo”. No me he ido a buscar estas declaraciones entre santos.

En mi barrio existen varias confesiones, sectas o grupos llamémosles religiosos, que nada tienen que ver con nuestras creencias católicas, aunque algunas invoquen a Jesús como Maestro. Mi propio vecino, dominicano, me ha confesado que pertenece a la Iglesia de Orleans o no sé que otro nombre, donde los cultos parecen conciertos de góspel o los antiguos espirituales de las iglesias americanas con fieles de color. A veces al pasar ante la puerta de uno de estos templos, que no tienen apariencia de iglesias, he oído su continuo concierto de cánticos y música. Creo, no obstante, que si obran de buena fe y son honestos en su forma de ser y de pensar, serán tan gratos a Dios como los que rezan callados y de rodillas. Nadie puede asegurar ser los únicos conservadores de la Verdad. Esta proliferación de nuevos cultos distintos a los nuestros, ha tenido su origen en la llegada de los inmigrantes de más allá del Atlántico, en unión de sus pastores y extraños “profetas” que han hecho de la religión un “modus vivendi”, nada desdeñable para sus cabecillas. Tanta insistencia sobre extrañas creencias y tanto encono en airear la crítica y negación de lo católico me alarma y preocupa porque hace falta la fe del Centurión para que los indecisos no caigan en el error y sean vencidos por la tentación de la duda y la confusión. Nos están sometiendo a una dura presión y un continuo machaqueo que ha de estallar más o menos temprano. Me hubiera gustado no vivir en esta época de absurdos y disparates, donde nada se libra de la mofa y la falta de respeto y se cuestiona la verdadera esencia de la familia, suplantándola y ninguneándola por una serie de uniones más sexuales que sentimentales. Donde se habla y comenta la existencia de Dios como si se tratara de la historia de los Incas, Atila, Alejandro o cualquier otro tema de pretéritas épocas y se consideran a los padres como rémoras de un arcaico pasado que hay que eliminar. Desde que se iniciaron los viajes espaciales y llegamos a la Luna nos hemos creído reyes de todo el Universo y aspiramos a extendernos y dominar todo ese firmamento cuajado de puntos luminosos, sin querer reconocer que cualquiera de ellos podría suponer varias Tierras y ser nosotros los sometidos y colonizados. Hemos hecho de la vanidad y la soberbia nuestro “dios” particular. Sócrates decía “ Los jóvenes de hoy, (se refería a los de su tiempo), son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran comidas y les faltan el respeto a sus maestros”. No parece que hayan pasado más de dos mil quinientos años desde aquella generación a la actual. Y esto es realmente lo preocupante y serio.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=6256

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