viernes 23 de julio de 2010
Rodríguez se ha situado fuera de la ley
Ismael Medina
E L burka puede esconder la belleza o la fealdad de una mujer esclavizada o acomodada a su destino. Pero también un maromo, un imán fiscalizador de catres o un terrorista suicida. Ni tan siquiera es escrutable una mirada tras el enrejado del burka. ¿Pero acaso no andan por el mundo de la actual cultureta occidental , y más aún de la política, personajes que, aún en pelotas, encubren su verdadera catadura bajo el burka de la apariencia física, el lenguaje o la gesticulación?
Me vino el burka al magín mientras escuchaba, a retazos, el esperado debate de la No Nación. La democracia, reducida a referencia retórica, esconde bajo su vestidura, bajo su peculiar burka, un sistema político corrompido y corruptor, degenerado y degenerador, institucionalizado y desestitucionalizador, sometido y sometedor, prohibicionista y antiprohibicionista, capitalista y anticapitalista, socialista y antisocialista, constitucional y anticonstitucional. Caótico, en fin. Letrina política sobre la que los poncios del sistema se limpian sus disciplinados culos con los textos constitucionales, apenas ya otra cosa que ocasional y reciclable papel higiénico con retahíla de mentiras estampadas.
A Rodríguez se la ha deshilachado y hecho jirones el burka que le permitió ganar unas elecciones “por accidente” nada fortuito, engañar a una parte del electorado en 2008 y mantener todavía, a duras penas, el voto de quienes no lo cambian aunque les reconcoma la decepción, o viven del cuento, persuadidos de que si la teórica derecha llega al poder les arrebatará la bicoca. Dudo que osara hacerlo. Los votos andaluces, siempre decisorios, tienen el precio de asumir la mandanga chavesista, de la que Griñán es aplicado heredero. Una rueda de molino a la que se ve atado el PP si quiere ganar la partida electoral.
Decía que a Rodríguez se le vieron como nunca sus muchas desvergüenzas, carencias y vaciedades durante el debate sobre el estado de la No Nación. Me recordó el charivari parlamentario lejanos festejos provincianos de toros en que el carnavalesco Empastre, con el inevitable Don Tancredo en el centro del redondel, precedía a una terna de novilleros con ansia de notoriedad. Y hasta en ocasiones de matadores que, por necesidad, se sentían forzados a participar en la charlotada, aún a sabiendas que su eventual triunfo sería ninguneado por gacetilleros comprados por la competencia con más abultado sobre.
PERDIÓ ESPAÑA
CONSIDERO estúpida la manía mediática de encargar encuestas para decidir quien ganó la ficción de debate. Los sondeos de opinión tienen trampa, casi todos. Se configuran en función de las conveniencias de quienes los encargan y pagan. De ahí las discrepancias entre unos y otros. Lo que importa no es quien ganó o perdió, sino a quien asistía la razón. Pero si se trata de establecer quien perdió, la conclusión no es dudosa: perdió España.
He asistido durante mi larga vida profesional a sesiones parlamentarias en varias naciones a uno y otro lado del Atlántico o las seguí por televisión. Debates vivos y hasta encrespados en que alguna vez los diputados o senadores, donde los había, llegaban a las manos. La lectura de las actas parlamentarias de la II República evidencian asimismo una flexibilidad en las intervenciones y una extrema virulencia, sobre todo de la izquierda, aunque no fueron infrecuentes discursos admirables de parlamentarios de unos u otros partidos asentados sobre una sólida dotación intelectual.
Nada que ver con nuestras actuales dos cámaras, sólo teóricamente legislativas, cuyos reglamentos encorsetan cualquier asomo de auténtico parlamentarismo, las individualidades relevantes enmudecen si las hay, los presuntos representantes del pueblo se reducen a manada aplaudidora o pateadora y el presidente del cotarro actúa de apagafuegos de incendios verbales inexistentes. Más todavía bajo la batuta de José Bono, campeón difícilmente superable en materia de pasteleos y de aprovechamientos. Alguna vez lo he escrito y otros lo han sostenido: para este juego tramposo de totalitarismo partitocrático bastaría que se reunieran los portavoces de cada facción y pusieran sobre la mesa su peso electoral.
Lo habitual en cualesquiera de los parlamentos que he conocido es que el partido gobernante defienda su actuación, iniciativas y proyectos, en tanto la oposición las critica, las matiza, las vitupera o las rechaza. El papel de la oposición no reside en contraponer propuestas de gobierno que no le competen, salvo en vísperas electorales, aunque no siempre. Lo contrario es otra de las peculiaridades a que la izquierda se ha dado en nuestro raquítico y amaestrado parlamentarismo, con obsesivo énfasis desde que Rodríguez se subió al carro del poder por así convenirle al NOM y, como pastor recién salido de un psiquiátrico por imposibilidad de cura, se empecina en hacer de su rebaño una manada de lobos que se lancen a la yugular del PP.
REODRÍGUEZ INSISTE EN QUEDARSE PARA DESTRUIR ESPAÑA
El debate del estado de la No Nación se escenificó en tres secuencias:
LA de Rodríguez, apalancado en la mentira, una retórica huera, un ligero cambio de gesticulación a imitación de Sarkozy, según algunos, y el habitual empeño en presentar como proceso continuista y eficiente de gobierno una catastrófica y dispendiosa política de gasto público y pavoroso endeudamiento con medidas de ajuste que le impusieron desde fuera y que aplica de manera trastabillada, clientelista y contraproducente. Y, por supuesto, un constante ataque a la oposición y a Rajoy, su cabeza visible, enjaretando argumentos enlatados que repite con aburridora machaconería desde hace seis años. Y entre col y col, la lechuga averiada de trastocar y burlar la sentencia del Tribunal Constitucional en todo aquello que rechazan Montilla, sus compañeros de viaje hacia el secesionismo en la Generalidad y esa otra tropa con maquillaje conservador que en el Congreso y en los medios tiene a Durán i Lleida como acabado espécimen del tartufismo.
Pero si algo dejó claro Rodríguez es que no despegará el culo del sillón de la Moncloa aunque debajo del asiento le prendan un bidón de gasolina. Lo proclamó sin ambages durante el debate y lo repitió en la posterior reunión del Comité Federal del P(SOE). Apenas si caben tres explicaciones para penetrar en las causas de ese dar la espalda a la evidencia de que se ha convertido en mercancía política caducada y seriamente perniciosa para la deteriorada salud del enfermo terminal que es la España por él envenena con predeterminación y alevosía: que su congénita paranoia ha derivado en incurable esquizofrenia política; que logrará los votos de las minorías rupestres necesarios para seguir en el machito, mediante nuevas compras a costa de los ya escasos retazos de soberanía que el restan al Estado y de su propia existencia; o que se siente respaldado por el NOM para consumar la destrucción de España.
RAJOY HIZO LO QUE CORRESPONDE A LA OPOSICIÓN, PERO…
LA secuencia de Rajoy fue la que corresponde a toda oposición en tierra de garbanzos parlamentarios. He leído su trascripción con sosiego. No posee Rajoy el don de una oratoria encendida y subyugadora. Su cadencia es la de un profesional del Derecho que apenas si en ocasiones fuerza el tono, aunque sin romper la escala de una congénita o adquirida circunspección administrativa. Y no se diga que es así por gallego ejerciente.No han faltado en la política y otros menesteres gallegos que cautivaron con su oratoria.
Rajoy hizo, y con rigor, lo que corresponde a la oposición: enumerar todas las trampas, descarríos, engaños, falacias, contrasentidos, errores, fraudes, desatinos, arbitrariedades, veleidades y entreguismos acumulados por Rodríguez durante sus seis años de aberrante desgobierno, llevados a extremo demenciales durante el último ejercicio sometido a debate. Desarmó a Rodríguez y puso de manifiesto su incompetencia, su indigencia mental y el gravísimo riesgo que para España supone su permanencia al frente del gobierno. Una certidumbre que ya comparte una mayoría de españoles.
Hubo en las intervenciones de Rajoy, sin embargo, omisiones o superficialidades que inducen a la inquietud. Aludo en particular a que dejó pasar con una larga cambiada el toro de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto catalán y la chulería de Rodríguez de culparle por presentar el recurso de anticonstitucionalidad de casi centenar y medio de artículos, respaldados por unos cuatro millones de firmas, que no son pocas. La momia de pasarela, periódicamente reparada como la de Lenín, había tildado de fracaso el recurso del PP con el torticero argumento del número reducido de artículos rebatidos o sometidos a interpretación de la sentencia del TC, forzada por Maria Emilia Casas, respecto de la que no acierto a explicarme la causa de llamarla María Antonia en mi anterior crónica. Acaso por remedar en el hacer lo que una María Antonia mediática es ducha en pontificar.
¿Importa el poder como objetivo de partido o importa el poder para servir a España? Esta es la cuestión. Una desventurada ley electoral, reflejo como el Estado de las Autonomías del “café para todos” de Adolfo Suárez, ha condicionado desde el principio la ejecutoria de los dos partidos de cabecera, convirtiéndolos en rehenes de los minoritarios, en particular de los nacionalismos centrifugadores. Hasta el punto de que las ramas taifales del PSOE y el PP adquirieron entidad particularizada, tienen siglas propias y no siempre su política sigue las pautas de las direcciones nacionales. Consustancial al P(SOE) por su condición federalista desde su creación, entraña una notoria discordancia con la ideología original del PP. O para mayor precisión, de la gran masa de su electorado, parte del cual, desencantado, puede irse a la abstención privando a Rajoy de los votos indispensables para una posible mayoría absoluta.
No sé si Rajoy es consciente que recibió de Aznar una envenenada herencia en este ámbito. Aznar hizo concesiones perniciosas a CiU para mantener una mayoría parlamentaria que le permitiera llevar a término su programa de recuperación económica. Pero a costa de sacrificar lo más consistente del PP en Cataluña. La eliminación de Vidal Cuadras y de sus más leales colaboradores para tranquilizar a los presuntos afines democristianos catalanes condicionó el futuro electoral del partido en Cataluña. Un decaimiento previsible del que todavía no se ha repuesto. Rajoy no ha sabido reparar el daño ni seleccionar un equipo idóneo para la necesaria remontada. ¿Habrá aprendido algo del potencial electoral que esconde esa mayoría de habitantes de Cataluña que anegaron Barcelona de banderas de España en términos muy superiores a la manifestación contra la sentencia del TC instrumentada y pagada por el gobierno de la Generalidad con el concurso siempre farisaico de CiU?.
Gran parte de esos españoles de Cataluña que llenaron calles y plazas con la bandera rojigualda son inmigrantes e hijos y nietos de inmigrantes que dieron el callo hasta la extenuación y contribuyeron de manera resolutiva a la expansión de la economía catalana y al enriquecimiento de su alta burguesía. ¿Y por qué votan masivamente al PSC, pese a la turbia desviación independentista de Montilla y sus secuaces, se preguntan algún sociólogo y más de un columnista cabalgador de apariencias? Perduran, sin duda, el prurito de su origen proletario del que se apropió la izquierda. También en muchos, sobre todo entre la segunda y tercera generación de inmigrantes, el complejo de inferioridad del charnego del que Montilla y Carod (Pérez) Rovira son expresión enloquecida. Muchos de esos hijos y nietos se avergüenzan de que sus padres y abuelos fueran conocidos como los de la alpargata. Y ahí es donde falló y sigue fallando el PP. La necesidad de atemperarse con CiU por exigencias coyunturales de poder le hizo olvidar que su baza electoral en Cataluña radicaba de manera prioritaria, insisto, en devolver a esa masa de arribados de otras regiones el orgullo de su resolutiva contribución al despegue económico catalán. Y que ahora son las víctimas propiciatorias de una recesión que la región sufre en mayor medida que otras a las que los nacionalistas se creían superiores.
El PP, queriéndolo o no, fuera por táctica oportunista o por causas menos evidentes, entró en el juego perverso del despiece autonómico, de un ambiguo federalismo a su medida y de respaldo a un café estatutario para todos al que se amoldaron con celeridad y pie cambiado Camps en Valencia y Arenas en Andalucía. Si Rodríguez no consigue dar la vuelta a la sentencia del TC, estas dos taifas habrán de modificar sus respectivos estatutos. Y si lo logra, no se contentarán con ser menos que Cataluña. Sendero que no tardarían en recorrer otras taifas socialistas o peperas. ¿Es consciente Rajoy de la trampa a un tiempo constitucional y anticonstitucional que le condiciona y en la que al parecer se siente atrapado? ¿O no?
LOS NACIONALISTAS SACAN A RODRÍGUEZ NUEVAS TAJADAS DE UN CADAVÉRICO ESTADO
LA tercera secuencia del debate sobre el estado de la No Nación corresponde a las intervenciones de los portavoces de las minorías. Aunque importa sobre todo a efectos de futuro la réplica de Rodríguez, no es ociosa una síntesis de esas intervenciones.
Llamazares sigue fiel a un trasnochado y rancio estalinismo que le empapó hasta los huesos durante su periodo de formación en la Cuba castrista. Arremetió contra la deriva capitalista de Rodríguez con recetas arcaicas de capitalismo de Estado, ocasionalmente adaptadas a los desbaratados ajustes antisociales del gobierno.
Rosa Díez se ajustó con eficacia dialéctica a la vertiente populista de la estrategia de su partido. Juega a fondo las cartas de la unidad nacional y la crítica al disloque económico. Los dos boquetes para ganancias electorales que le ofrecen P(SOE) y PP. Pero soslaya que en lo demás ella y su partido son socialistas y laicistas a ultranza. Rodríguez pretendió despacharla haciéndose el chistoso, con olvido que el chiste, y macabro, es él.
Los portavoces de las otras minorías, a la cabeza Durán i Lleida (¿y por que no Durán y Lérida) compusieron el arco de los nacionalismos de variada estirpe ideológica y común denominador antiespañol. Se revolvieron contra la sentencia del Tribunal Constitucional, defendieron a ultranza los falsos derechos históricos, exigieron el reconocimiento de sus taifas como nación y demandaron a Rodríguez el cumplimiento íntegro de sus promesas e iniciativas de confederalismo asimétrico y dispersivo. Durán, envuelto en el burka de una moderación formal, desplegó exigencias que marchan en paralelo con las de Montilla. Nada nuevo. ¿No dijo Suárez que había de hacerse legal lo que estaba en la calle? Pues en ocupar la calle as lomos del caballo desbocado de la insumisión, como hizo días atrás la Generalidad, consiste la argucia para justificar la aplicación íntegra del Estatuto. Y de lo que venga después. Lo que ya proclamó David Rockefeller en 1966 y el NOM aplica a rajatabla: la destrucción de los Estados Nación.
La réplica conjunta de Rodríguez supuso un paso más delante de sus intervenciones anteriores en su doble obstinación de pasarse la sentencia del TC por el arco del triunfo y de comprar los votos de las minoría al precio que sea para aprobar los próximo e irreales Presupuestos Generales del Estado y apalancarse en la Moncloa. El rechazo del proyecto presupuestario equivaldría a la pérdida de una moción de confianza. Rodríguez necesita salvar ese escollo de cara a los tendidos internos de sol y a los exteriores de sombra. Pero aunque perdiera, eventualidad improbable cuando determinas minorías se sentirán temporalmente satisfechas con nuevo s mordiscos a la soberanía del Estado, dudo que Rodríguez se sintiera obligado a dejar el poder.
Rodríguez también se siente respaldado por una caterva de miles y miles de advenedizos en los órganos de dirección del partido, en taifas, diputaciones, ayuntamientos y multitud de empresas publicas, muchos de los cuales retornarían a actividades marginales, verían agotada la posibilidad de seguir rapiñando, bloqueada la posibilidad de mayor enriquecimiento y a descubierto frente a brazos gubernamentales de la Justicia en el caso de que, triunfante el PP, cambiara las reglas del juego hacia la independencia objetiva del poder judicial. Eventualidad que, hoy por hoy, permanece en el limbo de los buenos propósitos. Y de los deseos de una sociedad maltratada. Un sistema corrompido, una sociedad desorientada, unas Fuerzas Armadas (Art. 8º de la Constitución) chuleadas por la Chacón y una Jefatura del Estado encerrada en pasividad complaciente hacen posible que Rodríguez siga sin ser defenestrado.
RODRÍGUEZ PODRIA SER ACUSADO DE FRAUDE DE LEY
COLUMNISTAS y asiduos a tertulias radiofónicas o televisivas de variado pelaje siguen enredados en si Rajoy, tras pedir la convocatoria inmediata de elecciones, debía presentar o no una moción de censura. Ganas de marear la perdiz. Las mociones de censura se presentan para ganarlas cuando existe una mínima certeza. O en la inminencia de elecciones para desgastar al gobierno, aunque se pierda por el escaqueo aprovechado de las minorías. Sería suicida para el PP en las actuales circunstancias. La cuestión es, sin embargo, de muy superior calado. Se trata en realidad de que Rodríguez se ha situado reiteradamente fuera de la ley con sus repetidas vulneraciones de la Constitución y de las reglas de juego de la democracia, aunque esté prostituida. Y de que cometerá incuestionable fraude de ley si persiste en darle la vuelta a la tortilla de la sentencia del TC. No es acusación de mi cosecha. Lo han denunciado cualificados juristas.
El fraude de ley está definido y regulado en sus términos y en su penalización. Existen antecedentes judiciales al respecto. Presumo que también jurisprudencia. Y si todos los españoles somos iguales ante la ley, según establece la Constitución, ¿por qué excluir a Rodríguez pese a ser presidente del gobierno? Precisamente por serlo y por los graves daños que de su comisión para la soberanía nacional, para la integridad del Estado y para el bien común , su responsabilidad desborda con creces la que pueda atribuirse a cualquier otro español, ejerza funciones publicas o no. No se me oculta que difícilmente progresaría un recurso contra Rodríguez ante el Tribunal Supremo por fraude ley. En un Estado de desecho como el nuestro, la impunidad de quienes lo mangonean está acreditada. Pero aún así, sería un escándalo político mayúsculo, dentro y fuera de España, si alguien (partido, asociación o persona) osara jugar esa audaz carta.
Añado como apoyatura a lo antedicho que el fraude ley se define como “vulneración de la norma jurídica al amparo, aparente, de otra norma o disposición diversa”. O esta otra definición, robusta aunque muy lejana, que se encuentra en e Digesto y que en su esencia ha perdurado a lo largo de los siglos:”Obra contra la ley el que hace lo que la ley prohibe; y en fraude, el que salvadas las palabras de la ley elude su sentido”. A mayor abundamiento, recuerdo el contenido del Art. 6.4 del Código Civil: “Los actos realizados al amparo del texto de una norma que persigan un resultado prohibido por el ordenamiento jurídico o contrario a él se considerarán ejecutados en fraude de ley y no impedirán la debida aplicación de la norma que se hubiera tratado de eludir”. Pero hay más. Una sentencia del Tribunal Constitucional (26.03.1987) estableció que el fraude de ley “es una categoría jurídica que despliega idénticos efectos invalidantes en todos los sectores del ordenamiento jurídico”. Mi escasa dotación jurídica me veda entrar a fondo en la cuestión. Pero creo que las anteriores citas son suficientes a efectos informativos sobre la evidencia de fraude de ley cuando se conculca la Constitución y, mediante leyes orgánicas que le son contrarias, se persigue convertir la sentencia del TC sobre el Estatuto en papel mojado, por mucho que la sentencia tenga no poco de jeroglífico.
NO SÓLO HA TRAICIONADO RODRÍGUEZ A SUS ELECTORES
NIXON cayó por espiar a sus contrincantes y por mentir. Ministros y políticos de ciertos relieve fueron forzados a dimitir en ocasiones enjuiciados por corrupción, líos de faldas o de pantalones, prevaricación, tráfico de influencias, falsedad u otro tipo de conductas irregulares. Algunos se suicidaron al saberse a descubierto. ¿Por qué España ha de ser también diferente en este ámbito de transgresiones? Y cuando, además de fraude de ley, el presidente del gobierno y sus ministros (¿No fue Caamaño, actual ministro de Justicia, quien redactó el Estatuto de Cataluña de la mano de Rodríguez?) traicionan la confianza de quienes les dieron sus votos, fiados en un programa electoral incumplido y volqueteado. ¿Y no lo es desfondar la Constitución por la puerta de atrás, mediante sucesivos butrones, y violarla hasta su agotamiento para dar primacía al Estatuto independentista de Cataluña?
Tampoco faltarían consistentes argumentos para declarar a Rodríguez incapaz para el ejercicio de cualquier actividad responsable por perturbaciones mentales difícilmente reversibles y enviarlo al cuidado de un psiquiatra. Lo motejan de tonto en Europa. Como tonto del haba lo dejó el avispado Berlusconi ante las cámaras de televisión. Pero las disfunciones políticas e intelectuales de Rodríguez van mucho más allá de la mera tontuna. A las pruebas me remito.
Si el NOM perseguía cuartear y destruir España, no cabe duda de que acertó de lleno al seleccionar y promover a Rodríguez como alucinado y estajonivista enterrador.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5781
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