jueves, julio 08, 2010

Ernesto Ladron de Guevara, Estatut, Montilla y Mundial

jueves 8 de julio de 2010

Estatut, Montilla y Mundial

Ernesto Ladrón de Guevara

M E gusta ver las banderas de España en ventanas y balcones. Sólo separan 150 km mi ciudad de toda la vida (vascona o caristia, según se mire) de la localidad cántabra que alivia mis compulsiones y síndromes de Estocolmo. En tan poca distancia se producen dos fenómenos tan contrapuestos como son la represión latente y más que subliminal y la expresión natural de sentimientos y emociones cada vez que triunfa nuestra selección nacional de fútbol. Dos paisajes tan dispares como son uno impregnado de banderas nacionales de nuestra patria natural y otro donde se ha aprendido que cualquier semiótica de gestos que tenga relación con la comunicación de españolidad es peligrosa, bien porque los vigilantes de las esencias separatistas pueden obligarte a llevar escoltas para no ser linchado o porque, simplemente, puedes ser liquidado civilmente por los señaladores oficiales del apartheid, con o sin etiqueta de disidente.

A tal respecto recuerdo una pegatina que encargué como organizador de una manifestación de una plataforma por la libertad que me tocó encabezar -que se encargaron de liquidar los del oligopolio estatal dominante- en aquellos prolegómenos electorales donde Mayor Oreja y Nicolás Redondo iban de la mano. En aquella protesta que aglutinó a cuatro mil ciudadanos en una fría Vitoria –gélida en lo emocional y en sensaciones- nos pegamos en el pecho una estrella de David amarilla con el sintagma “POR DISIDENTE”, donde reflejábamos lo que significa el sufrir la exclusión e incluso la persecución simplemente por defender los valores y principios constitucionales, o por oponerse al nacionalismo imperante, de uno u otro matiz.

En esa ciudad, mi ciudad de toda la vida, simplemente el acudir a una de las concentraciones de los movimientos cívicos suponía el que se adjudicara a los asistentes el estigma de “enemigo del pueblo” y por eso se nos gritaba desde el otro lado (el de los contras) “así, así, así hasta Madrid” o “ETA mátalos” Ese vínculo del terror ha sido mucho más efectivo que la represión franquista en el ahogo de las expresiones de sentimientos, o identidades, más allá que las pulsiones gregarias por mucho que se diga lo contrario. Por eso, en un espacio geográfico tan próximo, e incluso tan idéntico como pueden ser el de la comunidad cántabra y la vasca se dan expresiones tan disonantes. En una la gente va envuelta en la bandera española para festejar los éxitos de la Selección española y en la otra se ahogan los gritos de júbilo cuando ésta mete un gol en la portería contraria, no sea que el vecino tome nota.

No obstante me asfixia la preocupación por lo frívolo del sentimiento patrio; es decir, el que solamente saquemos a relucir la bandera cuando se celebran competiciones de fútbol, y no cuando desde las propias instituciones del Estado se propinan sendas patadas al trasero de nuestra Constitución y a la supervivencia de la unidad e igualdad de la ciudadanía española, garantizada por el común nexo que es la Nación.

La reacción de Montilla y sus secuaces nacionalistas separatistas a la sentencia del Constitucional, abogando por la sedición, o por la secesión lisa y llanamente proclamada, es sumamente reveladora e indignante. Montilla no pertenece a un partido como CIU o ERC, característicamente separatistas. Montilla es la cabeza representativa del socialismo en Cataluña. Cuando socialismo y nacionalismo forman parte del mismo hecho causal el fenómeno resultante es fascismo en esencia. Y no voy a ser yo, como Cospedal quien rectifique esta expresión, pues, como Sánchez Dragó en su artículo de hoy en el Mundo, defino una realidad conceptual, una definición intrínseca que la historiografía moderna se empeña tenaz y pertinazmente en señalar. Ya que con leyes o sin leyes que amparen ciertos comportamientos políticos, cuando se persigue con multas lingüísticas o cuando se ahoga la natural libertad de los ciudadanos para hacer uso de las lenguas que les de la gana para educar a sus hijos o para comunicarse, por imperativo de estrategias de poder o de dominio, eso es simplemente fascismo, pues se liquida el derecho de las personas que es individual, y se atropellan elementales derechos humanos. Y eso será legal, como lo eran las leyes que amparaban el antisemitismo, pero no es legítimo. Y, por tanto, lo que ocurre en Cataluña es muy grave, no solamente porque es el principio de la segregación territorial sino porque se están poniendo las bases de la exclusión de las personas, que ya es un hecho cotidiano allí. Con Sentencia constitucional o sin ella.

Por eso se hace cada vez más necesario un proceso constituyente para reformar la actual Constitución y devolver a los ciudadanos los principios de libertad y de derechos individuales que propició el voto de muchos que, como yo, estamos siendo defraudados, eso sí, legalmente.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5757

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