viernes, julio 09, 2010

Cesar Alonso, Rubalcaba y el terror

Rubalcaba y el terror

La dirección del PP ha atribuido esta aparatosa movida policial a la voluntad de Rubalcaba.

A la utilización partidaria que hace del poder policial.

CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS

Día 09/07/2010

Movilización de doscientos policías propia de las ya históricas persecuciones al clan de los charlines; tomas de calles y registros de dependencias públicas y domicilios particulares; detención sin mandamiento judicial de once personas además de la de José Joaquín Ripoll, presidente de la Audiencia Provincial de Alicante y líder del PP en la Comunidad Valenciana; finalmente brevísimo interrogatorio de este último —puro trámite de diez minutos— y puesta en libertad sin acusación alguna. Se fueron y no hubo nada. Al atardecer todos, detenidos y policías, pudieron seguir la victoria de Holanda sobre Uruguay pero una buena parte de la sociedad española pudo acostarse esa noche con el convencimiento de que la corrupción de la que se venía hablando desde hace tres años en relación con las contratas de basuras de Alicante había alcanzado a la parte sana del PP en la Comunidad de Valencia, la dirigida por el zaplanista José Joaquín Ripoll, el representante del ala crítica de Camps.
La dirección del PP ha atribuido esta aparatosa movida policial a la pura voluntad de Rubalcaba. A la utilización partidaria que hace este del poder policial. Mientras no se demuestre lo contrario González Pons está legitimado para hacer estas acusaciones. Es más: se echa en falta la intervención de Rajoy. Porque si las detenciones de Alicante no fueron ordenadas por un juez estaríamos ante la arbitrariedad propia de un régimen de terror o, si se quiere, de un Estado que en absoluto puede llamarse de «Derecho». Si la aparatosidad policial ( y los vejámenes aparejados a ella) no pueden ser justificados razonablemente, el Ministro Rubalcaba habría conseguido emular a los más consumados funcionarios de los sistemas totalitarios. Como ciudadano espero sus aclaraciones . Como persona que pudo tratarle durante años con la distancia amistosa que permite una disparidad ideológica creciente, yo desearía no obstante que pudiera alegar razones suficientes para su descargo. No sólo está en juego su credibilidad democrática sino la de su partido y la del propio régimen político.

http://www.abc.es/20100709/opinion-colaboraciones/rubalcaba-terror-20100709.html

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