La Europa portátil
MARIANO RAJOY BREY, Presidente del Partido Popular
Viernes, 05-06-09
BALTASAR Gracián principia su obra El Criticón refiriéndose a una idea de Europa que resulta muy actual. En su obra alegórica, Gracián identifica Santa Elena como aquella pequeña isla que servirá de descanso a la portátil Europa. Una Europa portátil que está allá donde se encuentran sus naves y que más que un continente es una civilización de ideas.
Llegan las elecciones europeas y parece pertinente reflexionar sobre el destino de este viejo continente nuestro. ¿Cuál es la suerte de Europa?, ¿Cuál es su destino? ¿Cuál es el papel que debería representar España? Y la pregunta que suscita la idea de la Europa portátil de Gracián: ¿dónde se encuentran hoy las naves de Europa? Desde un europeísmo casi genético, siempre he pensado que nuestro deber es aproximarnos al debate europeo con el mayor realismo posible. Los ejercicios de europeísmo lírico y construcciones teóricas excesivas, sólo han contribuido a crear un lenguaje críptico reservado a los expertos y a ensanchar la brecha entre los ciudadanos y el proyecto europeo. Este efecto de desafección por incomprensión me preocupa sobre manera y por ello creo que el mejor europeísta hoy, es aquél que se arriesga a hablar claro.
La campaña de las elecciones europeas tiene lugar en un momento crítico para la Unión ya que Europa está sumida en su peor crisis económica desde los años 30. Un hecho es cierto, la crisis ha provocado una movilización de recursos públicos inédita que, bajo el paraguas de la excepcionalidad, ha tenido como efecto una transferencia considerable del poder civil al poder político y la congelación, espero que temporal, de un acervo económico muy valioso como era el pacto de estabilidad. Sinceramente, creo que aquellos que pensamos que las naves de Europa se encuentran en el espíritu emprendedor y la creatividad de sus ciudadanos debemos recordar que el objetivo es devolver lo antes posible al poder civil lo que el poder político ha tomado prestado.
Europa sufre hoy un desequilibrio estructural producto de la caída del telón de acero y de las sucesivas ampliaciones que hemos conocido. La liberación de esa Europa secuestrada por el totalitarismo y su incorporación a la Unión ha ido en detrimento de la profundización de la construcción europea. Ese es el precio justo que ha pagado la Unión por defender la libertad de nuestros socios del centro y el este de Europa. El efecto consiguiente ha sido la ineficacia de unas instituciones que fueron diseñadas para albergar a 15 Estados miembros y no a 27. Por eso es urgente sacar adelante cuanto antes el Tratado de Lisboa. El horizonte político del Reino Unido presenta perfiles de cambio que podrían suponer un bloqueo sine die del Tratado. Por eso, es el momento de empujar las ratificaciones pendientes y como dije en el último Congreso del PPE en Varsovia: ¡ahora o nunca!
Otro tema importante que conecta con la idea de la identidad de esa Europa portátil es el relativo a las ampliaciones pendientes y la delimitación final del limes europeo. Nuestros hermanos políticos de la CDU de Merkel y la UMP de Sarkozy han expresado su resistencia a la adhesión de Turquía. Nosotros pensamos que la UE no será respetada en el mundo si no respeta sus propios compromisos. Pacta sunt Servanda, porque es la credibilidad de la propia Unión lo que está en juego. Así, asumiendo que Turquía es candidato oficial a la adhesión debemos continuar las negociaciones y exigir a Turquía que cumpla las condiciones que marcan la hoja de ruta acordada por las partes. Eso sí, como llevamos en nuestro programa electoral, junto a la adhesión estamos abiertos a favorecer la posibilidad de otras fórmulas o marcos posibles de asociación con la Unión en el caso de que no se cumplan las condiciones.
Siguiendo con la idea original, la pregunta es: ¿y dónde se encuentran hoy las naves españolas de la Europa portátil de Gracián? Llevo días explicando por los pueblos y ciudades de nuestro país que no se puede defender eficazmente nuestros intereses en el exterior y en Europa si la situación interior de España descansa sobre la debilidad y la inestabilidad. En Europa, como en el resto del mundo, todo descansa sobre la credibilidad y la eficacia. Desgraciadamente, nuestro Gobierno y su Presidente no acreditan en estos momentos ni lo uno ni lo otro. Recuérdese si no el marasmo que creó con la legalización unilateral de inmigrantes ilegales, la desastrosa negociación de los fondos europeos, la retirada unilateral de Kosovo por no hablar del problema del desempleo que nos convierte en el hermano enfermo de Europa.
Resulta obvio que la economía española está en una fase crítica y que debe adaptarse intensamente a un nuevo entorno competitivo en el que las piezas del tablero de ajedrez a controlar son el conocimiento, la tecnología y el medio ambiente. Y sobre el medio ambiente debemos hacer un esfuerzo por entender que la defensa cerrada de nuestro campo y nuestra pesca es también la defensa de unos valores que nos reconcilian con la naturaleza y su necesaria promoción. No sólo se trata de defender a los agricultores, ganaderos y pescadores españoles sino de entender que defendiendo la calidad de nuestros productos estamos también dando satisfacción a una demanda emergente de las clases urbanas cada día más identificadas con la cultura de la sostenibilidad. Defender el campo no es antiguo por tradicional sino moderno por lo que de rescate de valores supone. Hay que terminar con el complejo infantil de eludir la defensa cerrada de nuestros intereses por temor a ser antipáticos. En Europa no se regala nada, ni la fruta, ni la hortaliza, ni la leche, ni el pescado. España es uno de los grandes y como uno de los grandes debe comportarse.
Intentemos pensar en el medio plazo, en el futuro de nuestro país en Europa y miremos al otro lado de la colina por un instante. En mi opinión, la gran apuesta estratégica de España a medio plazo es la educación. Un Estado miembro con un mínimo de ambición no puede consentir que su sistema educativo se sitúe a la cola de la Unión Europea en términos de calidad. Éste es el gran desafío y debe ser asumido por todos como la gran prioridad nacional. No hay alternativa, o nos reformamos o nos condenaremos a ser un país descapitalizado y anclado en la periferia de Europa.
Nuestras naves en esta Europa portátil son las personas, son los españoles. Levemos anclas, pues, cuanto antes y pongamos rumbo hacia la reforma de la educación. Actuemos con decisión si no queremos convertirnos en meros portadores del desencanto para las nuevas generaciones de españoles. Frente al inmovilismo imperante, pongamos en marcha un nuevo reformismo español que nos sitúe en el lugar de Europa que se merecen los ciudadanos. Empecemos por las personas, que a la postre son las verdaderas naves españolas de la Europa Portátil del siglo XXI.
http://www.abc.es/20090605/opinion-tercera/europa-portatil-20090605.html
viernes, junio 05, 2009
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