Verdades y mentiras sobre las penas
Miércoles , 27-01-10
EL Gobierno ha recibido con evidente incomodidad la reactivación del debate sobre la cadena perpetua, que ayer volvió a reclamar Mariano Rajoy, quien recordó que esta pena está prevista y aplicada por la práctica totalidad de las democracias occidentales, empezando por las europeas. Pero al Gobierno socialista le molesta que se hable de cadena perpetua porque es un tema que los prejuicios progresistas de la izquierda consideran tabú, en la medida en que implica reconocer el fracaso de esas tendencias criminológicas que defienden a ultranza la rehabilitación del delincuente. Los argumentos del Ejecutivo socialista contra esta pena de prisión perpetua han aplicado el método de la manipulación. Primero, porque han vinculado este debate a «una incursión en la extrema derecha» por parte del PP. Es lo habitual: cuando el PSOE no sabe cómo participar racionalmente en una controversia, la tacha de ultraderechista. Lo que han hecho los socialistas es calificar de extrema derecha a todos los países europeos -Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania, entre otros- que aplican la cadena perpetua. En segundo lugar, porque afirma el Gobierno que esta pena es inconstitucional. Falso. La cadena perpetua sometida a un sistema de revisión periódica -que es el que ayer defendió Rajoy- sería conforme con la Carta Magna, como ya ha dicho el Tribunal Constitucional con ocasión de la entrega a Italia de mafiosos condenados a perpetuidad.
A pesar de la falsedad teórica y material de los argumentos del Gobierno, el más pernicioso es el que afirma que el sistema penal español es más severo que los que tienen la cadena perpetua. El ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, incluso se refirió al cumplimiento íntegro de condenas, que podrían llegar a cuarenta años, como si fuera una posibilidad generalizada. Esta visión de la justicia penal española es una absoluta distorsión. El cumplimiento íntegro hasta cuarenta años está previsto de manera efectiva sólo para delitos graves de terrorismo. Tratándose de delitos comunes, sólo se podría llegar a ese límite máximo si el delincuente hubiera cometido, por ejemplo, dos o más asesinatos especialmente agravados, que pudieran ser castigados cada uno con más vente años de prisión. En caso de violaciones, en los supuestos más graves, el violador múltiple no cumpliría más de veinticinco años, sin contar con permisos penitenciarios o libertades condicionales. En la mayoría de los países europeos, un solo asesinato basta para la pena perpetua.
http://www.abc.es/20100127/opinion-editorial/verdades-mentiras-sobre-penas-20100127.html
miércoles, enero 27, 2010
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1 comentario:
PEDRO JIMÉNEZ. LA REHABILITACIÓN Y LOS PERMISOS CARCELARIOS EN BRIANS.
Rafael del Barco Carreras
No es que en Brians hayan fracasado los tratamientos de rehabilitación, es que el concepto en si mismo es una gran mentira alimentada por cientos de “profesionales”, políticos o “intelectuales”, ¡un inmenso negocio! Un negocio de cloaca, de asco. Sicólogos, siquiatras, asistentes sociales, médicos (muchos contratados y pluriempleados), funcionarios, abogados especialistas en penitenciario, juntas de tratamiento, direcciones generales, políticos con “amigos”, y juzgados de vigilancia penitenciaria. Pretender que un psicópata drogadicto se rehabilite es de chiste si no fuera tan trágico. En definitiva, nadie pretende nada… siguen el “cuento”. Enormes carpetas bajo el brazo, entrevistas con profundas reflexiones… ¿a quien se le ha ocurrido que a un perro enjaulado y “torturado sicológica o a palos” al soltarlo se habrá convertido en un manso caniche? ¡Programas de rehabilitación, que sandez! El preso, supervivencia y la fuerza obliga, se adaptará más y mejor según su grado de inteligencia. Cuanto mejor pelotee más se acerca la libertad, pero en el caso de los violadores y asesinos su ego se pudre a límites que jamás comprenderemos los “normales”. Me decía uno, “cuando salga lo primero que haré es cagarme en la tumba de mi mujer…”, y a otro compañero de celda, justificando sus violaciones, tuve que “pararle los pies” confundiendo mi relativa condescendencia por el bien de la convivencia. Me lo impusieron en la celda por su seguridad. A Pedro Jiménez, por suerte, le conocí pero no conviví.
El lunes 1-03-10, cuando llegué al Palacio de Justicia para asistir de oyente al juicio por la corrupción en la Delegación de Hacienda de Barcelona, las teles y medios copaban la entrada. Días antes el despliegue por la ocupación de las pistas del Prat, y antes por las declaraciones de Josep Borrel o Lluis Prenafeta, ya me habían acostumbrado. Pero cuando, para mi gran sorpresa, alguien me advirtió sobre la repetición del juicio contra el asesino y violador Jiménez que cito en mis escritos aludiendo a la corrupción en Brians, me tentó la idea de cambiar de Sala.
Me decidí por Hacienda y De la Rosa, aunque estos días toque a Núñez y Navarro. Jiménez me repele, y recordar mi último año en Brians, 2004, cuando a violadores con asesinatos pasados y después de REHABILITADOS, o simplemente cuando a De la Rosa le concedían los terceros grados a ritmo de “plena corrupción”, y yo salí después de un torturante proceso burocrático SIETE DIAS después de cumplir la condena, no me apetecía.
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