El drama de una izquierda española troglodita y anclada en la Historia
23.09.11 |
08:24. Archivado en PSOE, Política, Democracia, Corrupción
Existe en algunos lugares del mundo (y también en algunos rincones aislados de España) una izquierda moderna, democrática, respetuosa de la libertad individual y capaz de generar riqueza y justicia, pero no es el caso de la lamentable gran izquierda española, que parece que no ha aprendido nada en los últimos años, ni se ha adaptado a la modernidad, ni sabe amar la democracia, ni es capaz de asumir la libertad con toda su grandeza. Está anclada en la Historia, sigue presumiendo de haber luchado contra el franquismo y, como acaba de demostrar el candidato Rubalcaba, continua persiguiendo y acosando a los que crean empleo y riqueza.
Esas ideas y sentimientos de la izquierda española la convierten en troglodita, en un peligro para el país y en la causa principal de la crisis actual y de que se cumpla, inexorablemente, ese principio histórico de que mientras la derecha crea riqueza, la izquierda la despilfarra y se endeuda.
Alfredo Pérez Rubalcaba se ha convertido en un político peligroso que, al igual que hizo Zapatero, conduce a su país hacia el desastre. Lo hace, sobre todo, porque antepone sus intereses personales y los de su partido a los de España y al bien común. Lo consigue, concretamente, al resucitar un impuesto obsoleto, injusto y confiscatorio como el del Patrimonio, ya erradicado de las economías democráticas del mundo y suprimido en la propia España, hace tres años, por Zapatero.
José Bono acaba de cuestionar la conveniencia de perseguir y castigar con ese impuesto a los que crean riqueza y empleo, pero Rubalcaba, irresponsable y troglodita, persigue a los ricos para contentar a esa izquierda española que no sabe avanzar, ni superar la derrota mundial del marxismo convertido en comunismo.
Es cierto que la izquierda española se considera heredera de la lucha antifranquista, pero no es menos cierto que aquella lucha contra Franco se hacía desde posiciones nada democráticas y con una fidelidad al totalitarismo que hoy repugna a los demócratas y a la gente decente. La izquierda española ha sido marxista, troskista, maoista, anarquista, estalinista y fiel a otros muchos totalitarismos, pero nunca fue demócrata, ni lo es ahora. Tolera la democracia porque no tiene más remedio, porque Europa y el mundo occidental viven o desean vivir en democracia, pero la adulteran cuanto y cuando pueden, introduciendo elementos totalitarios y acosando a las clases medias y a los que ahorran, como hace Rubalcaba, precisamente en un país que sólo puede salvarse si los que han logrado ahorrar invierten sus ahorros en empresas y en creación de empleos.
La izquierda española ha demostrado demasiadas veces que está estancada en la Historia y que tiende a mutilar cualquier idea de libertad, una libertad que desconoce y que no aprecia porque el comunismo la concibe como una inútil veleidad burguesa. Ese rechazo a la libertad, que se fragua anteponiendo lo colectivo al individuo y fortaleciendo al Estado en detrimento de la sociedad y de las personas, es la que está causando, una vez más, en nuestros tiempos, la ruina de España.
Aquel totalitarismo que inspiraba a la izquierda antifranquista era mucho más totalitario que el régimen franquista. Encarnada en gente tan admirada por la vieja izquierda española como Stalin, Ceaucescu o Tito, aquella izquierda fue sanguinaria y nutrió a la Historia humana de los dos mayores asesinos en serie del planeta: Mao y Stalin.
Si aquellos totalitarios se hubieran impuesto en la España del pasado, es más que probable que esta país hubiera quedado arrasado, como otros muchos países del mundo, por el comunismo, el totalitarismo más feroz inventado por el hombre desde el principio de los tiempos.
La vieja izquierda está tan convencida de su superioridad moral que jamás ha pedido perdón por haber asesinado, en nombre del Estado y del colectivismo, a casi un centenar de millones de personas, principalmente en la URSS y China.
La izquierda española nunca hizo su propia transición hacia la democracia. Simplemente, se adaptó a la democracia, pero si conocerla, sin amarla, sin creer en ella, considerándola como un lastre del que había que prescindir cuando la Historia lo permitiera.
Es a ese espíritu de la vieja izquierda que nunca fue demócrata al que apela hoy el irresponsable Rubalcaba para ganarse sus votos. Para conseguir ese puñado de votos anticuados y antidemocráticos, Rubalcaba es capaz de resucitar un impuesto del Patrimonio que creará más desempleo y pobreza porque eliminará los pocos focos de prosperidad que todavía quedan en las clases medias españolas, sin tocar un ápice a los verdaderos millonarios, cuyo dinero es volátil y está siempre protegido detrás de sicav y paraísos fiscales que burlan al fisco. Si de verdad quisiera sacarle el dinero a los ricos, Rubalcaba sabe como hacerlo, Pero lo único que él pretende es enarbolar la vieja bandera de una izquierda totalitaria que a España le conviene olvidar.
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Los malos políticos
21.09.11 | 16:43. Archivado en Política, Democracia, Corrupción, Zapatero
El mayor problema del mundo es el mal gobierno. Comparado con los demás problemas, el del pésimo liderazgo es el más dañino y destructivo del planeta. Nadie entiende cómo los ciudadanos se han dejado dominar por esa indigna ralea de políticos que, con su egoísmo, torpeza, arrogancia y vicios, están conduciendo al mundo hacia el sufrimiento y la destrucción. Los ciudadanos deberían ser muy exigentes con sus líderes, a los que entregan nada menos que el poder de decidir por los demás, pero los muy imbéciles ni siquiera les exigen que sepan idiomas. Deberían pedirles estudios superiores, certificados de limpieza penal y someterlos a todo tipo de pruebas, incluyendo controles antidroga y fe de valores humanos y de bondad, pero en lugar de eso permiten que incapaces, depredadores, ladrones y verdaderos delincuentes dirijan, en su nombre, los destinos del mundo.
Los malos políticos son más dañinos que los delincuentes y que los asesinos porque, al poseer un poder inmenso y al controlar los grandes recursos del Estado, incluyendo las leyes, el dinero público y las armas, causan injusticia, dolor y todo tipo de estragos. Sin embargo, a pesar de que los daños que causan llegan a ser peores que las plagas y epidemias masivas, es casi imposible que pisen las cárceles.
Países como España son un ejemplo vivo y elocuente de los daños terribles que pueden causar los malos dirigentes cuando se adueñan del poder. Miles de políticos españoles han robado, oprimido a los débiles, practicado el nepotismo, engañado a los ciudadanos, marginado a sus enemigos, utilizado el dinero público para fortalecer su poder personal y propagado todo tipo de vicios y corrupciones, infectando la sociedad hasta límites que jamás debieron ser soportados por una ciudadania digna y decente. Aunque los políticos aparecen en las encuestas españolas como el "tercer" mayor problema del país, en realidad son el primero, a mucha distancia del resto, porque el político es el responsable de otras graves preocupaciones como el desempleo y el mal estado de la economía.
Platón, en Georgias, pone en boca de Sócrates las siguientes palabras: "Pericles ha hecho a los atenienses perezosos, cobardes, charlatanes y ávidos de dinero, debido al establecimiento de un salario para los cargos públicos". Mas adelante toca uno de los temas cruciales de la política a lo largo de la Historia: "¿No hubiera debido, de acuerdo con nuestros principios, hacerlos más justos de lo que les habia encontrado, si verdaderamente poseía, para dirigirlos, las virtudes del político?".
Platón toca el núcleo del liderazgo: la capacidad que tienen los dirigentes para hacer de sus ciudadanos gente virtuosa o canalla. Pericles envileció a los atenienses, del mimo modo que muchos de nuestros políticos actuales, en lugar de "fabricar" ciudadanos responsables y pensantes, generan sociedades envilecidas y nutridas de esclavos, corruptos, fanáticos y gente cargada de envidia hacia los que triunfan, odio a los que piensan distinto y espíritu de revancha contra todo.
Muchos creen que la peor herencia que nos dejará Zapatero será la ruina económica, pero se equivocan porque su herencia más envenenada y ruín es una sociedad envilecida, en la que él ha alimentado el fanatismo, el odio al adversario, la disgregación, la envidia, el independentismo, el culto a la mentira, la convivencia con la corrupción, el desprecio a valores claves como el esfuerzo, la excelencia y el mérito, la pillería y una confusión inmensa que impide a la ciudadanía descubrir dónde está la verdad y donde la mentira, qué es bueno y qué es malo. Cuando Zapatero se haya marchado a "inspeccionar las nubes desde una hamaca", como ha afirmado, al exilio dorado que le corresponde como sátrapa, sin que pueda ser castigado por los estragos que ha causado, los españoles seremos no sólo más pobres, sino también más cobardes, charlatanes, envidiosos, corruptos, ávidos de dinero y peores personas.
Su última "fechoría" ha sido elegir como candidato a sucederle a un Rubalcaba que podría superarle en despropósitos, desatinos y daños a la nación.
Ese es su verdadro daño porque de la ruina económica se puede salir con medidas acertadas y una dosis adecuada de esfuerzo, pero reconstruir los valores destruidos por este pobre diablo será obra de décadas, de muchas décadas y de muchas transformaciones y traumas.
Aunque Zapatero sea de los peores especímenes de la fauna mundial de políticos torpes, egoístas y sin entrañas, hay muchos parecidos a él esparcidos por el planeta. La mejor prueba del fracaso de estos energúmenos con poder es su balance, la obra que dejan para futuras generaciones. Han contado con todo el poder del Estado y con sus inmensos recursos (dinero, armas, leyes, legiones de servidores, etc.), per no han resuelto ninguno de los grandes problemas de las sociedades que administraron, como ocurrió con Pericles.
El mundo, tras el mandato desgraciado de estos sátrapas, casi siempre es más injusto y triste que antes, con el foso que separa a ricos y pobres más ancho, con los débiles más desprotegidos y desamparados, con menos derecho a la vivienda, con menos dinero para ser dignos, con peor formación y con mucha menos confianza, esperanza e ilusión.
¡Malditos sean!
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La campaña de Rubalcaba fomenta la envidia, el odio y la disgregación
20.09.11 | 08:18. Archivado en PSOE, Política, Democracia, Corrupción
Una vez más, la izquierda, para controlar el poder, apela a las más bajas pasiones y fomenta en el pueblo la envidia y el odio. Por enésima vez, sólo para obtener votos, se agreden los pilares del Estado de Derecho, como acaba de hacer Rubalcaba en Cataluña, impulsando la insumisión de los catalanes ante la sentencia que les obliga a equiparar los idiomas catalán y español en las escuelas. Ese tipo de política envilecedora, indigna de una democracia de ciudadanos, es la culpable de la actual crisis de España pues produce personas ineptas, cargadas de odio, victimistas, adictas a la vagancia y lastradas por un resentimiento social que daña la convivencia y corrompe a la sociedad.
Este tipo de campaña ha sido tristemente frecuente en el PSOE y en la izquierda comunista española, donde han estimulado el odio de las masas hacia los banqueros, los especuladores, los ricos, los controladores aéreos, los capitalistas, el centralismo y contra todo aquel que haya destacado y sabido crear riqueza, generando una sociedad bestializada que podría llegar a disfrutar metiendo en la cárcel a todo el que haya ganado más que la media, repartiéndose después esa riqueza como botín.
La democracia debería apelar a lo mejor de cada ciudadano, fomentando la cooperación, el esfuerzo, la solidaridad, la unidad como pueblo y la admiración por valores como el esfuerzo y el éxito, pero muchas veces, empujada por partidos y políticos desalmados, hace justo lo contrario, fomentando la envidia y el odio al que triunfa. Entonce, se desacredita y exhibe la baja calidad moral y política de sus dirigentes y partidos políticos.
El PSOE sabe que el impuesto sobre el patrimonio, convertido por Rubalcaba en uno de los pilares de su campaña, es obsoleto y está erradicado de la inmensa mayoría de los países democráticos, porque es injusto y cobra dos veces por los mismos ingresos, además de castigar a los que ahorran con su esfuerzo, que son, precisamente, los que destacan y tienen capacidad de crear riqueza en cada sociedad.
Rubalcaba sabe que es un impuesto que castiga a las clases medias españolas, no a los verdaderos ricos, cuyo dinero está refugiado en empresas, en productos financieros exentos de tribuitación, como los sicav, o en paraísos fiscales, bien protegidos de la zarpa socialista, que ni siquiera les amenaza.
Lo que Rubalcaba y el PSOE pretenden con ese impuesto es fomentar la envidia y el odio a los cien o doscientos mil españoles que, por haber sabido y podido ahorrar, tengan que pagarlo. Esa cultura de la envidia es destructiva como el ácido y, si es aplicada, como es el caso de España, por políticos millonarios y cargados de privilegios, es también hipócrita, mentirosa y rastrera.
La España que pretenden crear fomentando la envidia y el odio a los que más dinero tienen es una sociedad deleznable y condenada a la pobreza, aunque esa sociedad, envuelta en sus propias heces, termine votando a los "amos" socialistas. Esa sociedad es justo el extremo opuesto a lo que se conoce como "el sueño americano", copiado por muchos países del mundo, según el cual una persona, aunque sea pobre, si se esfuerza, estudia y demuestra creatividad y valores, puede subir en la escala social, triunfar y convertirse en millonario.
El sueño español fomentado por Rubalcaba y sus seguidores es mucho más rastrero e indecente: apoyar causas que proporcionan poder, aunque sea bastarda, perseguir y acosar a todo el que gane o haya destacado o ganado mucho dinero, sólo para obtener el voto de los pobres envidiosos y adictos a las subvenciones y ayudas del Estado.
Un programa político que fomenta esa España de los vicios y de la bajeza no merece un sólo voto decente de los españoles.
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La triste cobardía de los maestros en España
14.09.11 | 18:08. Archivado en Educación, Partido Popular, PSOE, Política, Democracia, Corrupción, Cultura, España
Los maestros son, junto a políticos, periodistas y jueces, los mayores responsables del actual desastre de España. Durante décadas han sido valorados como la gente esforzada y sacrificada que formaba a nuestros niños y jóvenes con generosidad e independencia profesional, pero hoy han perdido, en gran medida, el aprecio de los ciudadanos porque han sido cobardes y han permitido, sin resistencia alguna, que el gobierno domine las escuelas, deteriore la educación y convierta a España en uno de los países peores educados del mundo desarrollado.
Tras haber mantenido un silencio cobarde durante los últimos años, cuando las escuelas e institutos han sido politizadas y han cedido, sin dignidad ni defensa alguna, el poder en las aulas a los inspectores y directores que los gobiernos regionales designaban para controlar, politizar y convertir la enseñanza en una gigantesca fábrica de esclavos indolentes y altivos, ahora se alzan, siguiendo las directrices de sindicatos y agitadores profesionales, aparentemente contra los recortes en la enseñanza, que más que un realidad es una consigna de la izquierda.
La prueba es que en autonomías de izquierda como Andalucía, donde oficialmente no existen recortes en la enseñanza, es donde más se están produciendo en la realidad, sin que los profesores y maestros, domesticados, protesten, probablemente porque los "amos" son de izquierdas. Sin embargo, la verdad es que el mapa de Andalucía está plagado de escuelas sin profesorado suficiente, instalaciones mal mantenidas y de centros de enseñanza dominados por el miedo, la indisciplina, la vagancia y, muchas veces, también por la violencia.
Para vergüenza del profesorado, los profesionales se han dejado dominar por los políticos intervencionistas y han perdido la libertad de cátedra, el derecho a enseñar en conciencia y hasta el histórico orgullo del magisterio independiente.
La actual rebelión de los que enseñan no es, como debiera ser, contra los que les han sojuzgado y arrebatado el control de las aulas, inundándolas de política, desidia y eliminando todo atisbo de esfuerzo, sino contra la derecha que, según dicen los sindicatos y los socialistas, quieren recortar los presupuestos de educación. Un comportamiento de esclavos digno de lástima, que indigna a muchos padres y ciudadanos, conscientes de que los verdaderos recortes a la calidad y a la solvencia del sistema educativo los ha dado la izquierda, convirtiendo a los institutos, las escuelas y hasta las universidades en centros de adoctrinamiento político bajo severo control gubernamental, de los que surgen jóvenes sin sentido del esfuerzo, desconocedores de la responsabilidad y ajenos al mérito y la excelencia, auténticos esclavos dispuestos a seguir consignas y a someterse a los caprichos y abusos de una de las peores clases políticas del mundo occidental.
Mientras ocurrió la vergonzosa ocupación de las aulas por parte de los políticos, los enseñantes, cobardes y paralizados por el miedo, guardaron un vergonzoso silencio o se convirtieron en tristes y degradados cómplices del gran atentado contra la educación en España, realizado en los últimos años bajo las directrices del poder político, el que ha convertido a España en campeón del fracaso escolar y en uno de los países peor preparados de Europa para afrontar los desafíos del presente.
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Decir al pueblo la verdad
12.09.11 | 13:06. Archivado en Política, Democracia, Corrupción, España
Los verdaderos demócratas españoles y la gente decente de este país están fatalmente obligados a votar en blanco o a abstenerse en las próximas elecciones generales del 20 de noviembre, ante la ausencia de ofertas electorales fiables, en especial la de los dos grandes partidos con opción a gobernar, el PP y el PSOE, víctimas de defectos semejantes: alejamiento de los ciudadanos, más fe en la partitocracia que en la democracia, tendencia a la mentira y a la manipulación y fácil convivencia con el despilfarro y la corrupción.
Aunque millones de ciudadanos votarán al PP y le convertirán en victorioso para castigar al PSOE, un partido que, bajo el mandato de Zapatero, ha traspasado todas las lineas rojas de la indecencia, la corrupción y el mal gobierno, el único partido político español que merecería el voto de la gente demócrata, honrada y libre española sería aquel que dijera al pueblo las verdades ocultas del lamentable y degradado sistema político español, sobre todo la "gran verdad" de que España no es viable sin enormes esfuerzos, sacrificios y privaciones.
La verdadera revolución hoy consiste en decirle a los ciudadanos las verdades que los políticos ocultan porque temen perder votos. Los políticos han antepuesto su poder y sus intereses al bien común y, en consecuencia, han ocultado las verdades más duras por miedo a perder popularidad, una actitud que les desacredita como líderes.
La primera verdad que hay que revelar es que, para salir de la crisis, harán falta sacrificios, sudor y lágrimas. La segunda es que España no es una democracia. La tercera es que el país está corrompido hasta la médula y que el foco principal de corrupción es, precisamente, el poder político. La cuarta verdad oculta es que la mentira se ha instaurado como política de gobierno y que los ciudadanos han sido engañados y manipulados de forma reiterada e indecente, durante las últimas décadas. Otra de las verdades que el poder tiene que reconocer es que la Transición fue un fraude y que entonces no se quiso instaurar una democracia sino una partitocrcia.
Pero hay muchas más verdades ocultas que necesitan salir a la luz paraque España pueda iniciar su durísima ruta hacia la regeneración:
Los partidos políticos y sus líderes son prácticamente impunes e inmunes y disfrutan de fueron y privilegios que en el pasado nunca tuvieron los sectores más privilegiados: nobleza, clero, milicia...
El dinero público se ha utilizado en España de manera delictiva y ha servido para comprar votos, ganar poder, castigar al adversario, premiar al amigo, comprar voluntades y silencios y sostener un Estado injusto y tiránico, basado en el premio y el castigo.
Que la Justicia no es independiente en España.
Que la Fiscalía y la policía han sido utilizadas por el gobierno en su propio beneficio, incluso para aplicar la ley con distinto criterio: una ley feroz para el adversario y una ley benigna para los nuestros.
Que la Constitución es un documento sin valor real, permanente violado por los políticos, que nos priva de la libertad de autogobernarnos; pero promete, mintiendo y sin cumplir, vivienda, trabajo y otros derechos jamás otorgados.
Que hay cientos de miles de personas, casi en su totalidad amigos o familiares de políticos, cobrando del Estado sin que sus servicios sean necesarios. Esos vicios de clientelismo, nepotismo y amiguismo han convertido el Estado español en inviable e insostenible.
Que los nacionalismos vasco, catalán y gallego son enemigos o adversarios de España y que aprovechan cualquier oportunidad para debilitar, dividir y destruir la nación. Jamás han hecho un favor u otorgado un voto sin cobrarlo y su mayor miedo es que los grandes partidos de ámbito nacional obtengan mayorías absolutas o pactos, lo que les resta importancia y les impide utilizar el chantaje.
Que la actual Ley Electoral es injusta por muchas razones, la principal de las cuales es que premia a los partidos nacionalistas y devalúa a los partidos nacionales pequeños, especialmente a aquellos que se presentan en muchas provincias y diluyen su voto, como IU y UPyD.
Que los ciudadanos españoles están privados de ejercer el derechos a votar libremente, esencia de la democracia, ya que en el sistema español quien elige es el partido político, que es el que elabora las listas.
Que los parlamentarios españoles (diputados y senadores), teóricos representantes de los ciudadnaos, a quien únicamente representan es a sus propios partidos, que son los que los colocan en las listas electorales. Es a los partidos y no a los ciudadanos a quienes obedecen, respetan y son leales, consumando así una de las peores carencias de la mal llamada democracia española.
Que los veerdaderos culpables de la actual crisis no son los banqueros, ni los financieros locos de Wall Street, ni los espaculadores, como afirman los políticos, sino la clase política, que no ha cumplido con su deber de regular la actividad financiera y ha permitido que se otorguen hipotecas basura, que se comercialicen fondos contaminados y que se falseen las cifras y datos. Los políticos han gastado más de lo que debían y han guardado un silencio cómplice ante los abusos y vilezas del sistema, úncamente porque ellos se beneficiaban de la prosperidad artificial.
Que la compra de sectores y estamentos de la sociedad cuya independencia, libertad y limpieza eran vitales para la democracia, como la prensa, los sindicatos, la patronal, una parte de los grandes empresarios y otros muchos, ha sido un vicio constante de los políticos, que así han envilecido el sistema y liquidado todo resto de democracia en la atribulada España.
Que el mayor problema de España y la causa del mayor rechazo ciudadano es la clase política, por delante de la situación económicsa y el desempleo, problemas estos creados por esa clase política española que carece de altura y solvencia, inmerecedora de respeto o reconocimiento ciudadano alguno por sus fechorías y daños causados a la nación.
Que existen muchos movimientos y pactos inconfesables del poder político español, explícitamente ocultados a los ciudadanos, porque su vileza y espíritu delectivo causaría escándalo y rechazo. Son acuerdos y decisiones que entregan instituciones y empresas como pago de favores, que destruyen puestos de trabajo, que venden poderes españoles al exterior, que financian iniquidades y otras muchas suciedades, todas ellas pertenecientes a las sucias cloacas del Estado, desconocidas por un pueblo español que, en democracia, debe disfrutar del inalienable derecho a informar y a ser informado con plenitud y veracidad.
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España y el desconocimiento masivo de las reglas de la democracia
11.09.11 | 11:34. Archivado en Democracia, España
Ver o escuchar una tertulia en televisión o radio es un suplicio para todo demócrata español que conozca las reglas del sistema, al igual que leer algunos editoriales y artículos de la prensa española. Lo primero que se descubre es que los periodistas son profundos analfabetos en democracia, además de haber sido captados o comprados por un partido político concreto, al que defienden por encima de la lógica, de manera a veces patética y vergonzante.
En esas tertulias se dice casi a diario que es potestad exclusiva del presidente del gobierno convocar o no elecciones anticipadas o que los políticos elegidos tienen todo el derecho del mundo a tomar decisiones en contra de la voluntad popular o de permanecer en sus cargos hasta que concluya la leguslatura, aunque el pueblo desee o exija su dimisión. Afirman, por último, que el derecho de los políticos a legislar, incluso en contra de la voluntad del pueblo, es sagrado.
Todas esas afirmaciones son aberraciones políticas antidemocráticas que demuestran una supina ignorancia de lo que es la democracia y de las leyes que la rigen. Los periodistas españoles son los más incultos de Europa en educación democrática y su sometimiento a los partidos políticos y a los grandes poderes, salvo algunas excepciones honrosas, son vergonzosos y dañinos para el ciudadano.
La verdad es justo la opuesta de la que ellos defienden. La voluntad de los ciudadanos debe prevalecer sobre la voluntad de los políticos en democracia y la representatividad nunca es un cheque en blanco, como afirman los energúmenos periodistas incultos, sino un mandato delegado que sólo tiene vigencia mientras satisfaga al ciudafano soberano, que tiene derecho a cambiar de representante o administrador, del mismo modo que un empresario puede cambiar al director de su empresa o un ciudadano a su abogado.
Los periodistas españoles conviven con la corrupción y la indecencia con la misma facilidad que lo hacen sus jefes, los políticos. Escándalos tan sangrantes de la democracia española, como el control de los grandes poderes del Estado por parte de los partidos políticos son considerados normales por esa manada de periodistas sometidos, que han abandonado al ciudadano y que actúan como verdaderos perros del poder. Hacen la vista gorda con la corrupción y ni siquiera han tenido agallas para denunciar el endeudamiento criminal de los políticos o la arbitrariedad en el manejo del dinero público, el nepotismo, el amiguismo, el enriquecimiento ilícito y otras canalladas de los políticos profesionales españoles.
>si en España existiera un periodismo decente, las noticias de apertura de prensa, radio y televisión tendrían que referirse, diariamente, a la corrupción política y al asesinato de la democracia perpetrado por los partidos políticos, que la han sustituido por una dictadura de partidos.
Los periodistas sirven de altavoz a la ignominia y secundan vergonzosamente las consignas de los aparatos de propaganda, repitiendo mentiras como que la crisis es un fenómeno mundial, que afecta a todos los países por igual, o que la culpa del drama la tienen los banqueros y los capitalistas, cuando es evidente que la culpa es de los políticos, que tenían la obligación y el mandato de controlar a los banqueros y no lo hicieron, del mismo modo que se endeudaron hasta la locura, convenciendo a los inversores y a los mercados de que muchos de los países prósperos nunca podrán pagar sus deudas.
Basta mirar al pasado y compararlo con el presente para descubrir el inmenso deterioro de las dos profesiones más desprestigiadas, rastreras y culpables de la España actual. Políticos y periodistas eran considerados, en los años posteriores a la muerte de Franco, como héroes de la soceidad y eran profesionales valorados, respetados y admirados, mientras que hoy ocupan el trasero del dsprecio y del rechazo de los ciudadanos, que se sienten traicionados, tanto por los políticos como por sus perros del periodismo sometido.
Los editores y muchos periodistas han defendido a su partido preferido por encima de toda lógica y verdad y han renunciado a la independencia y a la crítica a cambio de fraguar un contubernio con los políticos que les proporcionaba publicidad, concesiones y otros muchos favores. El gran traicionado por esos pactos antidemocráticos ha sido el ciudadano y la democracia, el primero porque ha quedado abandonado, sin defensa y sin acceso a la verdad, y la democracia porque el periodismo ha permanecido en silencio mientras era asesinada y sustituida en España por una oligocracia de partidos, comandada por políticos impunes, muchos de ellos corruptos, arbitrarios e indecentes.
Tras la culpabilidad de los políticos y de sus grandes cómplices, los periodistas, viene el delito de los jueces y magistrados, que han sido incapaces de defender la independencia de la Justicia y han permanecido quietos mientras los políticos invadían su territorio, sagrado en democracia, y se autoadjicaban el sucio derecho a nombrar jueces y magistrados.
Detrás viene la culpabilidad de los otros sevidores del Estado, principalmente de los militares, fuerzas de seguridad, funcionarios y educadores, todos ellos testigos mudos que han permitido que la milicia pierda su honor, que las fuerzas de seguridad sirvan más al político que al ciudadano, que los funcionarios admitan la ignominia, el robo y todo tipo de indecencias en su entorno y que los educadores se sometan a unos planes educativos destinados a fabricar esclavos y fanáticos, en lugar de hombres y mujeres libres y responsables.
Solo detrás de todos esos estamentos y profesionales vienen los ciudaanos comunes, culpables también de haber parnecido pasivos mientras que los canallas les arrebataban la democracia y convertian la nación en una pocilga. Han sido humillados, despojados de sus derechos fundamentales, acribillados a impuestos y sometidos hasta la vergüenza, sin que se hayan rebelado, como era su deber, y enviado a las cárcreles a los delincuentes y a sus casas a los polítivos inútiles y fracasados que han destrozado el proyecto de España.
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España y el desconocimiento masivo de las reglas de la democracia
11.09.11 | 11:33. Archivado en Democracia, España
Ver o escuchar una tertulia en televisión o radio es un suplicio para todo demócrata español que conozca las reglas del sistema, al igual que leer algunos editoriales y artículos de la prensa española. Lo primero que se descubre es que los periodistas son profundos analfabetos en democracia, además de haber sido captados o comprados por un partido político concreto, al que defienden por encima de la lógica, de manera a veces patética y vergonzante.
En esas tertulias se dice casi a diario que es potestad exclusiva del presidente del gobierno convocar o no elecciones anticipadas o que los políticos elegidos tienen todo el derecho del mundo a tomar decisiones en contra de la voluntad popular o de permanecer en sus cargos hasta que concluya la leguslatura, aunque el pueblo desee o exija su dimisión. Afirman, por último, que el derecho de los políticos a legislar, incluso en contra de la voluntad del pueblo, es sagrado.
Todas esas afirmaciones son aberraciones políticas antidemocráticas que demuestran una supina ignorancia de lo que es la democracia y de las leyes que la rigen. Los periodistas españoles son los más incultos de Europa en educación democrática y su sometimiento a los partidos políticos y a los grandes poderes, salvo algunas excepciones honrosas, son vergonzosos y dañinos para el ciudadano.
La verdad es justo la opuesta de la que ellos defienden. La voluntad de los ciudadanos debe prevalecer sobre la voluntad de los políticos en democracia y la representatividad nunca es un cheque en blanco, como afirman los energúmenos periodistas incultos, sino un mandato delegado que sólo tiene vigencia mientras satisfaga al ciudafano soberano, que tiene derecho a cambiar de representante o administrador, del mismo modo que un empresario puede cambiar al director de su empresa o un ciudadano a su abogado.
Los periodistas españoles conviven con la corrupción y la indecencia con la misma facilidad que lo hacen sus jefes, los políticos. Escándalos tan sangrantes de la democracia española, como el control de los grandes poderes del Estado por parte de los partidos políticos son considerados normales por esa manada de periodistas sometidos, que han abandonado al ciudadano y que actúan como verdaderos perros del poder. Hacen la vista gorda con la corrupción y ni siquiera han tenido agallas para denunciar el endeudamiento criminal de los políticos o la arbitrariedad en el manejo del dinero público, el nepotismo, el amiguismo, el enriquecimiento ilícito y otras canalladas de los políticos profesionales españoles.
>si en España existiera un periodismo decente, las noticias de apertura de prensa, radio y televisión tendrían que referirse, diariamente, a la corrupción política y al asesinato de la democracia perpetrado por los partidos políticos, que la han sustituido por una dictadura de partidos.
Los periodistas sirven de altavoz a la ignominia y secundan vergonzosamente las consignas de los aparatos de propaganda, repitiendo mentiras como que la crisis es un fenómeno mundial, que afecta a todos los países por igual, o que la culpa del drama la tienen los banqueros y los capitalistas, cuando es evidente que la culpa es de los políticos, que tenían la obligación y el mandato de controlar a los banqueros y no lo hicieron, del mismo modo que se endeudaron hasta la locura, convenciendo a los inversores y a los mercados de que muchos de los países prósperos nunca podrán pagar sus deudas.
Basta mirar al pasado y compararlo con el presente para descubrir el inmenso deterioro de las dos profesiones más desprestigiadas, rastreras y culpables de la España actual. Políticos y periodistas eran considerados, en los años posteriores a la muerte de Franco, como héroes de la soceidad y eran profesionales valorados, respetados y admirados, mientras que hoy ocupan el trasero del dsprecio y del rechazo de los ciudadanos, que se sienten traicionados, tanto por los políticos como por sus perros del periodismo sometido.
Los editores y muchos periodistas han defendido a su partido preferido por encima de toda lógica y verdad y han renunciado a la independencia y a la crítica a cambio de fraguar un contubernio con los políticos que les proporcionaba publicidad, concesiones y otros muchos favores. El gran traicionado por esos pactos antidemocráticos ha sido el ciudadano y la democracia, el primero porque ha quedado abandonado, sin defensa y sin acceso a la verdad, y la democracia porque el periodismo ha permanecido en silencio mientras era asesinada y sustituida en España por una oligocracia de partidos, comandada por políticos impunes, muchos de ellos corruptos, arbitrarios e indecentes.
Tras la culpabilidad de los políticos y de sus grandes cómplices, los periodistas, viene el delito de los jueces y magistrados, que han sido incapaces de defender la independencia de la Justicia y han permanecido quietos mientras los políticos invadían su territorio, sagrado en democracia, y se autoadjicaban el sucio derecho a nombrar jueces y magistrados.
Detrás viene ñla culpabilidad de los otros sevidores del Estado, principalmente de los militares, fuerzas de seguridad, funcionarios y educadores, todos ellos testigos mudos que han permitido que la milicia pierda su honor, que las fuerzas de seguridad sirvan más al político que al ciudadano, que los funcionarios admitan la ignominia, el robo y todo tipo de indecencias en su entorno y que los educadores se sometan a unos planes educativos destinados a fabricar esclavos y fanáticos, en lugar de hombres y mujeres libres y responsables.
Solo detrás de todos esos estamentos y profesionales vienen los ciudaanos comunes, culpables también de haber parnecido pasivos mientras que los canallas les arrebataban la democracia y convertian la nación en una pocilga. Han sido humillados, despojados de sus derechos fundamentales, acribillados a impuestos y sometidos hasta la vergüenza, sin que se hayan rebelado, como era su deber, y enviado a las cárcreles a los delincuentes y a sus casas a los polítivos inútiles y fracasados que han destrozado el proyecto de España.
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La dramática decadencia del socialismo español
05.09.11 | 18:04. Archivado en PSOE, Política, Democracia, Europa, Corrupción, Zapatero
En Estados Unidos dicen que en España ya gobierna Rajoy, una exageración, sin duda, pero que revela algo indudable: que el PSOE de Zapatero ofrece un encefalograma casi plano y apesta a cadáver.
El imperio socialista se está derrumbando a marchas forzadas y está perdiendo todos aquellos rasgos que le hicieron un partido ganador. Ya ni siquiera es capaz de exhibir su sorprendente facilidad para lograr acuerdos con casi todas las formaciones políticas del arco parlamentario español, con los sindicatos, con los grandes empresarios y hasta con organizaciones clandestinas y delictivas como ETA, mientras el Partido Popular, que durante años se ha encontrado aislado y sin capacidad para hacer lo mismo, gana amigos y ve como se le abren las puertas del poder.
Los socialistas han "vendido" su capacidad para hacer amigos como un valor político, como el resultado del diálogo, pero en realidad es todo lo contrario: el PSOE ha sido capaz de pactar con todos porque ha carecido de principios sólidos y ha preferido la estrategia a las ideas y los valores.
Los socialistas se declaran amigos de las víctimas del terrorismo, pero las humillan cuando legitiman a ETA e incorporan a los terroristas al sistema democrático, sin arrepentimiento, sin abandonar las armas; dicen que son demócratas, pero pueden llegar a acuerdos con todo tipo de organizaciones totalitarias, como los comunistas españoles, dominadores de IU, y con la ETA armada; se declaran españoles, pero mantienen estrechas relaciones y pactos de amistad con partidos nacionalistas radicales, antiespañoles e independentistas; se declaran socialistas, pero sus mejores amigos son los grandes capitalistas y empresarios españoles, con Emilio Botín a la cabeza.
El PSOE es un sorprendente e inquietante nido de contradicciones. Dicen que respetan el Estado de Derecho, pero escupen sobre la separación de poderes y controlan la Justicia al nombrar jueces y magistrados o al poner a la Fiscalía al servicio del gobierno; se declaran amigos de los débiles y necesitados, pero han hecho pagar la terrible factura de la crisis a las clases más humildes y desposeídas de España; alardean de su política social, pero el de Zapatero es el gobierno que ha destruido más políticas sociales en menos tiempo, desde la Guerra Civil; se autoproclaman "progresistas", pero han creado una sociedad que retrocede en casi todos los ámbitos: en el trabajo, con cinco millones de desempleados, en la prosperidad, con más de diez millones de pobres, en la democracia, con millones de ciudadanos decepcionados con el sistema, en la política, con media España insatisfecha con el liderazgo, y con la limpieza, creando una sociedad tan corrupta que ha sobrepasado a todas las de Europa y se compara ya con las más sucias y vergonzantes del Tercer Mundo.
He leído o escuchado a muchos pensadores de altura afirmar que cuando un partido puede pactar con todos no es digno de confianza porque carece de principios. Lo decía con especial insistencia Sandro Pertini, fallecido presidente de Italia. Es cierto que él se refería, cuando lo dijo, a la Democracia Cristiana italiana y quizás también al socialismo de Betino Craxi, partidos expertos en gobiernos polícromos y multipolares, pero el PSOE español de Zapatero se parece a esos dos partidos italianos como dos gotas de agua.
De todas las contradicciones y renuncias del socialismo español, quizás el capítulo más lamentable y sucio sea la facilidad que demuestra para sellar pactos "contra natura" con partidos situados, teóricamente, en las antípodas ideológicas. El PSOE ha pactado con independentistas, nacionalistas radicales, amigos del terrorismo, sindicatos corruptos y antiobreros y múltiples partidos de la derecha española. Y esos pactos, ideológicamente imposibles, sólo son posibles porque el PSOE ha sucumbido siempre a la tentación del poder, ha renunciado a las ideas y a los principios y ha abrazado la permanencia en el gobierno como la única y gran ideología del partido.
El pretendido "progresismo" socialista es un inmenso fraude, pues no se puede ser progresista cuando, al mismo tiempo, se cultivan "comportamientos" como la corrupción, la protección de los que, desde sus filas, violan las leyes, presentando imputados como candidatos, destruyendo la prosperidad, empobreciendo a los españoles y generando un profundo rechazo hacia la clase política y hasta a la democracia.
Dicen que han abandonado el marxismo, pero no tienen dificultad alguna para entenderse y colaborar con los marxistas totalitarios españoles, con los que querían pactar para conservar parcelas de poder como Extremadura, la ciudad de Sevilla, donde el candidato comunista a las elecciones,Torrijos, era un imputado por la Justicia, y en otros lugares, siempre para mantenerse en el poder, único gran "valor" del socialismo español configurado por Zapatero y Rubalcaba.
La última gran decepción del socialismo español ha sido la elección de Rubalcaba como candidato. Después del fracaso del Zapaterismo, el PSOE necesitaba un candidato limpio, ajeno a los fracasos y que no hubiera tenido participación alguna en la ruina de España, pero Zapatero eligió como sucesor a su principal cómplice, condenando así al partido a una derrota que probablemente será cruenta y dramática.
Ante el espectáculo aterrador de un socialismo español que ha abandonado al pueblo y que aplica las recetas que le exigen los ricos del planeta, los ciudadanos españoles decentes, conscientes y responsables miran hacia la derecha, para buscar en ese espacio una alternativa de gobierno esperanzadora, pero allí sólo encuentran un partido que se financia de forma parecida al PSOE, que convive fácilmente con la corrupción y que tiene una idéntica concepción de la democracia, a la que ha abandonado para abrazar la partitocracia más radical, sin ciudadanos, con el concepto de la "representatividad" hipertrofiado y exigiendo a los votantes un impresentable "cheque en blanco" que les permita hacer lo que quieran durante la etapa de gobierno.
España, realmente, se encuentra en una terrible encrucijada sin esperanza y, en manos de políticos sin alma y sin valores, parece abandonada por sus socios, por los mercados, por la suerte y hasta por la misma Providencia.
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El socialismo, sin dinero, no es viable
03.09.11 | 21:44. Archivado en PSOE, Política, Economía, Ideología, Zapatero
Muchos socialistas españoles están deprimidos y de luto porque, tras haber sido forzados a apoyar la reforma constitucional pactada entre Zapatero y Rajoy, que limita el gasto y que impone la estabilidad presupuestaria, tienen la sensación de haber firmado la sentencia de muerte de su partido.
Me asegura un amigo socialista, miembro de los equipos estratégicos del partido, que Zapatero acaba de darle la puntilla al socialismo español al haber pactado con el PP la reforma constitucional que impide gastar más de lo que se ingresa. Para miles de socialistas, es evidente que, sin dinero abundante, el socialismo es inviable y que el PSOE, sin una vía libre para endeudarse, está acabado.
A partir de ahora, el gobierno sólo podrá gastar de acuerdo con lo que ingresa, lo que significa que las políticas sociales, esencia del socialismo, serán más o menos generosas según la capacidad de austeridad y ahorro de cada gobierno, lo que coloca al PSOE, más despilfarrador y atado por el clientelismo y la necesidad de colocar y alimentar a sus militantes y aliados, en clara desventaja con respecto al PP, un partido con menos compromisos clientelares, más austero en el gasto y con más capacidad de generar riqueza.
En adelante, el partido político que suprima más ministerios, empresas públicas, administraciones duplicadas, radios y televisiones autonómicas, cargos de asesores y enchufados inútiles será el que pueda financiar más y mejores prestaciones sociales.
Hasta ahora, los socialistas han financiado su política social, de la que han alardeado siempre, gracias al endeudamiento, pero ahora, después de que Zapatero haya agotado el crédito con su política demencial de despilfarro y endeudamiento masivo, el grifo se ha cerrado y el socialismo español, sin recursos públicos para comprar votos y voluntades, sin dinero para alimentar a los suyos y sin capacidad para practicar el amiguismo, el clientelismo, el nepotismo y otros vicios que les proporcionaban votos, se ha quedado inerme y sin futuro.
El PP, gracias a la estabilidad presupuestaria, ha capado a su principal adversario político y le ha privado de su única ventaja electoral: la de gastar sin límites para financiar el clientelismo, la compra de voluntades, sus lujos y privilegios desproporcionados y unas prestaciones sociales que utilizaba con maestría propagandística para fortalecer su imagen de partido amigo de los humildes y desposeídos.
A partir de ahora, el partido mas social en España no será el que más se endeude, sino el que más se aparte de la corrupción, el que suprima la financiación mafiosa, a cargo del Estado, de los partidos, los sindicatos, la patronal y otros estamentos que , en democracia, deben ser autónomos e independientes, el que sepa ahorrar más en la gestión pública, el más austero y el que consiga adelgazar un Estado que, por culpa del electoralismo, del egoísmo político y del gasto descontrolado y loco, se había tornado inviable y esperpéntico.
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La receta de Cospedal es un giro hacia la decencia
01.09.11 | 19:11. Archivado en Partido Popular, Democracia, Economía, Corrupción, España
Las recetas impuestas por la popular María Dolores de Cospedal, presidenta de Castilla la Mancha, una mezcla dura de austeridad y ética política, es un giro que conduce no sólo a la recuperación de la economía, sino también a la dignidad de la política, a la recuperación del prestigio del liderazgo y a la decencia de una sociedad castellanomanchega que, conducida por sátrapas insensatos como Bono y Barreda, había deambulado durante demasiados años por las rutas de la decadencia, el abuso de poder, el despilfarro y la ruina económica y ética.
Nada menos que 500 liberados sindicales, parásitos innecesarios, van a perder sus privilegios, una medida que se une a la liquidación de la televisión oficial, la venta de inmuebles y la supresión de cargos públicos parásitos y de coches oficiales innecesarios. El plan de ajuste pretende además eliminar administraciones paralelas en la comunidad autónoma, lo que conlleva la supresión de la Oficina de la Junta en Bruselas y el Defensor del Pueblo, entre otras instituciones y cargos. De momento, su presupuesto tendrá un recorte del 20%, pero el objetivo es alcanzar el 50%.
Las medidas de Cospedal, que, según la presidente, no incluye reducción alguna en las prestaciones sociales, marcan el camino que debe seguir el PP para salvar a España de la ruina creada por los socialistas y para sustituir la desesperación, la insolvencia y la tristeza actuales por una sólida esperanza de recuperación y regeneración.
Esas medidas, posibles y necesarias en un país arruinado y sin esperanza, demuestran que la política desplegada durante años por las administraciones socialistas conducían al país hacia el fracaso y la insolvencia. El socialismo incrementó los privilegios y ventajas de los suyos e hizo pagar la receta de la crisis a las clases medias, a los trabajadores y al sector empresarial. La política socialista en Castilla la Mancha sólo funcionaba gastando dinero a manos llenas, ocultando las verdaderas cuentas ruinosas, endeudándose hasta la locura y convirtiendo el sector público en un refugio para enchufados, familiares y amigos.
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El colapso del Zapaterismo y el olor a fracaso provocan una desbandada en el PSOE
29.08.11 | 18:37. Archivado en PSOE, Democracia, Corrupción, Zapatero
La gran escapada ha empezado. Muchos socialistas rechazan a Rubalcaba, al que ya consideran un candidato fracasado, y no quieren vivir la dura experiencia de la derrota que se avecina. Como consecuencia, no quieren estar en las listas.
El veterano Alfonso Guerra, símbolo de la resurrección del PSOE y de su transformación en un partido ganador, abandona las listas electorales, sumándose a las dudas de José Bono, al "adiós" de Salgado y a las huidas y dudas de Borrel, Gutiérrez, Carmen Calvo, Miguel Sebastián y muchas otras viejas glorias del PSOE, muchos de los cuales no se atreven a decir en público que se quieren marchar de la política.
Algunos abandonan para no hacer el ridículo en las próximas elecciones, pero otros desertan porque no creen que Rubalcaba haya sido una elección buena. El declive del PSOE se combina con la crisis general de España y de su política para crear un verdaderohuracán tropical. No se trata, como algunos afirman, de un fin de ciclo, sino de una crisis profunda de la partitocracia española y de la misma política, desprestigiada y despreciada por los ciudadanos como no ocurría desde hacía muchas décadas. La desbandada de los políticos, cansados, envejecidos y ya ricos y con su vida económica resuelta, no ha hecho más que empezar y es la consecuencia lógica del hundimiento de un sistema que se autoproclamó democrático pero que nunca llegó a serlo.
El acuerdo inmediato de los dos grandes partidos para cambiar la Constitución en quince días, poniendo un techo sólido al endeudamiento y el déficit, es la mejor prueba de que España no es una democracia sino una sucia partitocracia ajena a los ciudadanos y al bien común, que ignora reiteradamente los deseos y sueños de los ciudadanos y que sólo aprueba y decide lo que conviene a la casta gobernante.
Los ciudadanos españoles llevan años pidiendo reformas constitucionales y legislativas sustanciales, que conviertan a España en una verdadera democracia, pero los dos grandes partidos siempre lo han impedido. España necesita equilibrar su ley electoral, que valora más unos votos que otros, eliminar la financiación pública de los partidos políticos, que convierte a esas instituciones en mafias financiadas por los impuestos, en contra de la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, la separación efectiva y la indeoendencia real de los grandes poderes del Estado, sobre todo de la Justicia y del Legislativo, ambos dominados por el Ejecutivo y por los partidos políticos, la instauración de listas abiertas y otras muchas reformas destinadas a eliminar la corrupción y la dictadura de los partidos sobre unos ciudadanos que, en democracia, deben ser los soberanos que deciden.
Los ciudadanos sospechan que la actual reforma constitucional viene impuesta desde fuera, pero carecen de información y esa situación les parece humillante y degradante para una ciudadanía libre.
Zapatero ha gobernado tan mal y ha generado tanto rechazo y odio entre los españoles que ha arruinado no sólo la economía, sino también la cohesión, a su partido, a la política y hasta el mismo sistema, que hace aguas por todas partes. Cada día son más los que piensan que su "protegido" Rubalcaba, cómplice en todos sus errores y traiciones, ha sido una mala opción electoral y que mucho mejor candidato habría sido Joaquín Almunia, ajeno a los errores y dramas de Zapatero y hasta crítico con algunas de sus medidas económicas.
El PSOE está descubriendo con gran pesar que la receta Rubalcaba no sirve para frenar la enorme derrota que sufrirán de manos de unos ciudadanos que quieren vengarse del socialismo por haberlos llevado hasta la ruina económica, la corrupción masiva, la desesperación y la tristeza. Ante ese panorama, muchos socialistas, que ya se sienten viejos, cansados y suficientemente enriquecidos, sucumben a la tentación de escapar de esa humillante derrota que se acerca.
Los desertores saben mejor que nadie que el actual PSOE no está preparado para la derrota y se enfrenta inerme al fracaso que le amenaza. El partido, después de haberse transformado en una oficina de colocaciones y en una empresa dedicada al reparto de poder y de beneficios entre los suyos, carece de los únicos valores que permiten atravesar el duro desierto de la derrota con garantías: ideas y principios. El partido se ha olvidado de los grandes valores, de los ciudadanos, del servicio y de lo que es su esencia de izquierdas: la ayuda a los pobres y desamparados. El PSOE, en manos de Felipe González y, sobre todo, de Zapatero, se ha transformado en una cofradía de sátrapas que sólo buscan poder, dinero y brillo social. Con ese bagaje y sin poder que repartir, la travesía del desierto será una auténtica desbandada, una experiencia terrible que diezmará al partido y que amenaza con convertirlo en una formación maldita de perdedores.
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España: el 20 de noviembre elegiremos a nuestros amos
25.08.11 | 06:34. Archivado en Política, Democracia, América Latina, España
Se acercan las elecciones y conviene reflexionar sobre lo que podemos hacer ante las urnas abiertas. En una auténtica democracia, cuando el pueblo elege a representantes que le rinden cuentas y defienden sus criterios y deseos, votar tiene sentido, pero no lo tiene en España, donde el pueblo sól elige a sus amos. En esas condiciones, con el voto, únicamente afianzamos nuestra condición de esclavos sometidos.
El 20 de noviembre elegiremos a nuestros amos. En democracia, cuando los cargos electos rinden cuentas a los ciudadanos, se eligen representantes, pero en las dictaduras de partidos sólo se eligen amos. En España, son los partidos los que controlan a los diputados y senadores, los que elaboran las listas y los que disfrutan de la lealtad de los representantes. El pueblo está ajeno y ni siquiera conoce a los que dicen representarle.
El sistema español es tan desequilibrado, injusto y corrupto que cada vez que los ciudadanos acuden a las urnas no eligen a sus representantes o gobernantes sino a sus amos, a gente que carece de controles democráticos, que ni siquiera representan a los ciudadanos y que disfrutan de una práctica impunidad que los convierte en dictadores. Cada 4 años acudimos a las urnas para cometer uno de los mayores errores que un ser humano lleva a cabo en su vida: escoger a tus parásitos, a los amos que te gobernarán sin cautelas ni garantías. La auténtica verdad es que cada cuatro años actuamos como borregos y nos convertimos en esclavos de gente que muchas veces ni siquiera merece nuestro respeto.
La democracia española no cumple ni uno sólo de los requisitos básicos exigibles a un sistema democrático: no existe separación de poderes; la ley no es igual para todos; los políticos y sus partidos carecen de suficientes controles ciudadanos y legales; las elecciones, con listas cerradas y bloqueadas, no son realmente libres, ya que los que eligen realmente no son los ciudadanos sino los políticos que hacen las listas; los representantes elegidos no conocen a sus electores, ni se relacionan con ellos y su lealtad y obediencia son para los partidos políticos que les han incluido en las listas; la sociedad civil, que debe ser independiente y fuerte para servir de contrapeso al poder político, está "ocupada" y "sometida" por los partidos políticos; la mayoría de los medios de comunicación han sido comprados por el poder y carecen de la libertad necesaria para fiscalizar a los poderosos, una misión imprescindible en democracia; los ciudadanos no cuentan, ni son consultados por unos políticos que han expulsado a la ciudadanía de los procesos de toma de decisiones y que ejercen la política como monopolio; la corrupción infecta el sistema y los políticos no rinden cuenta, ni dimiten porque disfrutan de una obscena impunidad...
En esas circunstancias, votar equivale a elegir a los amos y a sostener un sistema injusto que no merece llamarse democracia sino dictadura de partidos y de políticos profesionales.
¿Qué vas a hacer en las próximas elecciones? Mientras tu dudas, unos políticos estarán frotándose las manos y otros estarán nerviosos. Es la fiesta del reparto del poder, en la que los ciudadanos demuestran con toda su cruda dureza su condición de esclavos felices que eligen a sus amos para los próximos cuatro años, cuando en realidad deberían elegir a representantes controlados y obligados a cumplir la voluntad popular soberana.
Ten en cuenta que el único poder que te otorga el sistema es el del voto. Eres poderoso mientras las urnas están abiertas, pero al cerrarse volverás a ser un desposeído de su derecho a decidir, sin capacidad de ejercer su voluntad política o de influir siquiera en las grandes decisiones que condicionan tu vida y tu futuro. Al votar en un sistema injusto y antidemocrático, como el español, cedemos nuestro poder de decisión y parte de nuestras libertades a otras personas que ni siquiera se relacionarán con nosotros y que sólo obedecerán a sus partidos políticos.
Ante cada ciudadano se abren tres opciones:
A) Votar al partido político elegido.
B) Votar, pero a nadie en particular (voto en blanco).
C) Abstenerse de votar.
Para los españoles, frustrados por la baja calidad de su democracia y el fracaso de sus políticos, existe una cuarta opción: votar al partido contrario para castigar al gobernante.
Votar a uno de los grandes partidos que controlan el sistema, ya sea porque gusta o por venganza,, significa siempre alimentar la injusticia y el abuso. Votar en blanco significa aceptar la democracia y el sufragio universal, pero rechazar a todos los partidos y candidatos porque no cumplen con las exigencias de la democracia. Abstenerse es despreciar el sistema y manifestar expresamente el desprecio ciudadano.
El voto es una fórmula para delegar todos los poderes y derechos políticos que poseemos, entregándolos a alguien que nos merece confianza. Cuando esos candidatos que se presentan no merecen nuestra confianza y han demostrado su incapacidad para gobernar, como podría ser el caso de España, donde un partido nos ha conducido hasta la ruina y el fracaso, mientras una oposición sin fuelle ni ideas espera a que le toque su turno de gobernar y disfrutar del poder, votarlos es una insensatez carente de sentido alguno.
El gran desafío para los españoles demócratas y decentes no es sustituir a un amo por otro, sino cambiar el sistema para que en lugar de amos tengamos servidores públicos, representantes honestos y políticos bajo control de las leyes y de la ciudadanía. Votar a uno de los dos grandes partidos, que entienden que al elegirlos les extiendes con tu voto un cheque en blanco y que le autorizas a que tomen cualquier decisión, incluso en contra de la voluntad mayoritaria, es una locura y, además, una indecencia antidemocrática.
Voto en Blanco
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