lunes, julio 06, 2009

Carrascal, No meterse en Honduras

No meterse en honduras

JOSÉ MARÍA CARRASCAL

Lunes, 06-07-09
YO siempre había creído que la democracia se asentaba en el equilibrio de los tres poderes del Estado, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, sin que ninguno de ellos prevaleciera sobre los demás. Pero yo debía de haberme quedado dormido en la noche de los tiempos porque la ONU, la OEA, la CE y gobiernos de muy distinta hechura me advierten que ésas son antiguallas de Montesquieu, pudiendo el ejecutivo pasarse por el arco del triunfo a parlamentos y tribunales, que en una democracia moderna vienen a ser algo así como floreros. Eso es al menos lo que han venido a decir tan ilustres instituciones ante la crisis hondureña. Que si el presidente Zelaya quería convocar un referendo para ser reelegido, pese a prohibirlo su Constitución, podía hacerlo aunque el Congreso y la Corte Suprema se lo vetasen. En otras palabras: que poder sólo hay uno, el del Presidente, que puede hacer y deshacer a su antojo, sin tener para nada en cuenta los demás órganos del Estado.
Reconozco mi ignorancia en la política y circunstancias hondureñas, por lo que me libraré muy bien de dar la razón a una de las partes en conflicto. Pero tras haber pasado la mayor parte de mi vida en democracias de ciertas garantías, me atrevo a asegurar que los jefes de gobierno, por muy presidentes que sean y muy elegidos que hayan sido, no pueden hacer lo que les dé la gana, so pena de convertirse en dictadores. Y si veo que un Parlamento y un Tribunal Supremo salen al paso de una decisión presidencial trascendente para el país, me andaré con muchísimo cuidado antes de hablar de golpe de Estado. Más, cuando los principales valedores del osado presidente son Chávez, Castro, Ortega y algún otro personaje, cuyo amor a la democracia se demostró, entre otros muchos desplantes a la misma, dando cobijo a los asesinos de ETA.
Sin duda alguna, el manejo de la crisis no fue protocolario. Pero con un hombre decidido a movilizar a sus seguidores, como demuestra su empeño en regresar, se imponía una acción pronta y enérgica para impedir un choque sangriento entre partidarios y opositores, en aras de convertirse en otro caudillo populista hispanoamericano, de los allí abundantes a derecha e izquierda, sin demasiado provecho para sus países y los demás. Si la OEA, que, por cierto, acaba de invitar a Cuba a unírsele, quiere ayudar de verdad a resolver la crisis hondureña, lo primero que tiene que hacer es no tomar partido de antemano en el pleito. Luego, insistir en que son los hondureños quienes tienen que llegar a un compromiso sin interferencias externas. Y, por último, recordar aquello, puede que un tanto viejo pero todavía vigente, de que la legitimidad democrática se asienta en los tres poderes del Estado, no en las masas de la calle.

http://www.abc.es/20090706/opinion-firmas/meterse-honduras-20090706.html

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