viernes, noviembre 20, 2009

Ismael Medina, España en ataud para se incinerada

viernes 20 de noviembre de 2009
España en ataúd para ser incinerada

Ismael Medina

S E consumó por segunda vez la cesión del gobierno Rodríguez al chantaje de los piratas somalíes. El Estado español, o lo que de él resta, ha pagado en dólares, ¡faltaba más!, los 2,3 millones de euros exigidos, aunque las cifras bailan y también se habla de 2,7 millones. Ahora queda por resolver la segunda parte del contrato: la devolución a Somalia de los dos piratas detenidos, traídos a España por orden perentoria de la vicepresidente Teresa de la Vega. Un enredo político-judicial convertido en otra suerte de corrida bufa a que tan aficionado es Rodríguez. Se habla de que la Justicia condenará para salvar la cara, pero dejando abierto el ventanillo mediante el cual el gobierno hará uso de su derecho al indulto. Han salido salvos y sanos los 36 tripulantes del abordaje pirata y eso proporciona una tramoya sentimental para ocultar la extrema gravedad del asunto, no sólo política: la de un gobierno de grotescos tramposos y la de un Estado inexistente.

UN VIDEO FRANCÉS QUE, POR CONTRASTE, NOS DEJA EN RIDÍCULO ANTE EL MUNDO

NOCHES atrás, mientras hacía un recorrido por Internet, encontré en un periódico digital el video divulgado por el gobierno francés de la operación de captura de dos esquifes de piratas somalíes por los efectivos de una de sus fragatas en el Índico. Los localizaron mientras navegaban en busca de una presa. Las órdenes del comandante del buque de guerra fueron inmediatas, sin necesidad de consulta previa No la precisaba. Puso rumbo hacia los dos esquifes, envió un helicóptero y cuando estuvieron a distancia apropiada dispararon insistentes ráfaga de advertencia en su torno. Los piratas, bien adiestrados en trucos jurídicos, se apresuraron a tirar sus armas al mar. Podrían argüir que eran inocentes somalíes en viaje de recreo. Fueron detenidos por dos lanchas de infantes de marina y conducidos a bordo del barco de guerra donde se les ocuparon todas sus pertenencias, fueron identificados y fichados y luego, al no existir antecedentes ni cogidos con las manos en la masa, se les devolvió a sus esquifes en alta mar.

He creído que merecía la pena esta descripción del episodio que el gobierno francés difundió para aviso de navegantes, y para nuestro sonrojo, tres días antes de esta segunda claudicación del gobierno Rodríguez ante bandoleros organizados. Conviene recordar que con anterioridad el gobierno francés no se anduvo con remilgos a la hora de rescatar un barco apresado por los piratas: pagó el rescate y una fuerza armada desembarcó en suelo somalí, liberó a los apresados, recuperó el dinero, detuvo a los piratas y los entregó a la jurisdicción territorial correspondiente. Después de estas dos experiencias se guardarán los piratas de asaltar un atunero francés e incluso de aproximarse a él.

No es la primera vez que un gobierno se enfrenta al comprometido problema de hacer compatible la salvaguarda de la autoridad y la añadida dignidad del Estado con las vidas de unos compatriotas secuestrados y amenazados de muerte. Y es precisamente en tales coyunturas extremas cuando los políticos dan la talla, o no, de hombres de Estado. Si la ostentan, buscarán la manera de compaginar con inteligencia, imaginación, astucia y decisión la reciedumbre del Estado y la dignidad de la Nación con la salvación de los rehenes, aún a riesgo de que se pierdan vidas. Existen antecedentes de este tipo de acciones de fuerza, algunas espectaculares y en ocasiones con derramamiento de sangre, que las sociedades concernidas, conscientes de lo que realmente estaba en juego, asumieron con solidaria ejemplaridad de respaldo a sus gobiernos. Sólo los pueblos débiles o desmoralizados consienten y hasta aplauden la dejación de soberanía nacional de sus dirigentes, a la postre una traición.

ESPAÑA EN RIDÍCULO Y NUESTROS MILITARES DESHONRADOS

LA humillante peripecia de la inhibición de nuestra Marina de Guerra frente a las costas de Somalia en los secuestros del “Playa de Bakio” y del “Alakrana” hace que nos preguntemos para que coño envió el gobierno dos fragatas con el pretexto de proteger a nuestros atuneros. ¿Acaso para informar al ministerio de Defensa de cómo se las apañan los piratas para sacarnos los cuartos, dejar a España en ridículo y mancillar el honor de nuestros soldados como ya sucedió con la retirada de Irak y de Kosovo o el papel pasivo que se les asigna en Líbano o Afganistán? ¿Creen los sucesivos ministros de Defensa de los gobiernos Rodríguez que nuestros soldados son simples mercenarios que acuden a zonas de peligro por una mejor paga y que, como a ellos y ellas, les traen sin cuidado España y el servicio a la Patria?

Ahora se nos dice que nuestras dos fragatas pusieron en marcha el dispositivo de persecución de los piratas una vez que el último de éstos abandono el “Alkatrana”, incluida la intervención de efectivos paracaidistas lanzados previamente al mar en las proximidades de nuestros navíos de escolta y protección. Pero que, dada la proximidad de la costa, no fue posible detenerlos. Es consecuente que una inepta como la Chacón se parapete tras de tales subterfugios. Resulta, sin embargo, que el capitán y el patrón, a los que no se aleccionó a tiempo, declaran a “ABC” que no se oyeron disparos. No los hubo por la sencilla razón de que el ministerio de Defensa les veda cumplir con su deber, aún a riesgo de morir como sucede en zonas de guerra. El respaldo del JEME a las indignas y tramposas fabulaciones de su superiora y del gobierno evidencia, una vez más, la subordinación política de los altos mandos de las Fuerzas Armadas y su disposición a sostener las mentiras de un Ejecutivo que, al nombrarlos, tuvo más en cuenta su condición de obedientes asentidores y la afinidad ideológica que la excelencia de sus méritos castrenses.

EL SOCIALISMO HA ODIADO AL EJÉRCITO DESDE SUS ORÍGENES

CONOCEMOS de sobra quienes hemos estudiado la historia del socialismo español, desde Pablo Iglesias en adelante, que el odio a la Iglesia y al Ejército, junto a la desnaturalización federalista de la unidad de España, constituyeron factores esenciales de su estrategia revolucionaria. Nada insólito, una vez que el Iluminismo está en el origen de la doble tenaza marxista y liberalista, cerrada con la implosión de la Unión Soviética. Tampoco la profunda penetración masónica en uno y otro movimientos, la británica originaria de rito escocés en el liberalismo y la escindida francesa del Gran Oriente, radicalmente antitea, en el socialismo y otras ramas revolucionarias de izquierda, tanto o más extremistas.

No es el momento de entrar en pormenores sobre el impulso iluminista y masónico en la instauración revolucionaria de la II República, su influencia resolutiva en la Constitución de 1931, el contenido antirreligioso, antimilitarista y antinacional de la revolución de octubre de 1934 o lo sucedido a partir de las elecciones de febrero de 1936, acorde con esas pautas. Tampoco la decisión inmediata, una vez comenzada la guerra, de disolver el Ejército para sustituirlo por un conglomerado de milicias que se autotituló Ejército Rojo y Ejército Popular. Ni la persecución religiosa a que se dio esta III República revolucionaria, equivalente a un genocidio. Pero sí conviene su recordatorio para un mejor entendimientos de un proceso que ya iniciaron los partidos transacionistas en 1977 y los constitucionalistas de 1978 mediante la inserción de ambigüedades y contradicciones que nos han conducido a la devastadora situación actual.

EL DESMANTELAMIENTO MILITAR REPUBLICANO SE REEMPRENDIÓ CON LA DEMOCRATIZACIÓN

EL general Gutiérrez Mellado, vicepresidente del primer gobierno Suárez para Defensa, inició y mantuvo una soterrada y persistente depuración de los cuadros de mando de las Fuerzas Armadas en clave antifranquista, la cual continuaron bajo sus auspicios, los titulares de dicho Departamento. Depuraciones y restricciones que se acentuarían tras la acción institucional del 23 de febrero de 1981 bajo el breve mandato de Leopoldo Calvo Sotelo y a las que se dieron con fruición los gobiernos de Felipe González. Respecto de la animosidad de Gutiérrez Mellado hacia sus compañeros de Milicia se arguyó que era fruto de un antiguo resentimiento por no habérsele concedido la Medalla Militar Individual que anhelaba. Pero el perfil de los sucesivos ministros de Defensa designados por Suárez pone de relieve una constante ideológica común más profunda que una mera animosidad respecto del régimen de Franco y de cierta proximidad con sectores cualificados del azañismo republicano. Y si Suárez los seleccionó, fue por algo más que simple empatía personal. Suárez fue en este ámbito, como en otros, fiel reflejo de las conveniencias del monarca.

Felipe González continuó la tarea. Muy lejos del perfil de hombre de Estado que ahora se le atribuye, evidenció, eso sí, una indudable capacidad de adaptación a las circunstancias en su propio beneficio, amén de una estrecha intimidad con el monarca, superior incluso a la de Suárez al que dejó tirado cuando le convino consolidar la Corona con el respaldo socialista. Al margen de la gestión directa de los gobiernos González en materia militar, es necesario recordar que desde el PSOE, lo mismo en la oposición que luego en el poder, se promovieron campañas sostenidas y subvencionadas de favorecimiento y hasta legalización de la objeción de conciencia al servicio miliar obligatorio, cuyo resultado sería una caída en picado de la disponibilidad de soldados en casi todas las unidades.

Se trataba del paso previo, perfectamente instrumentado, para disolver las Fuerzas Armadas convencionales y su sustitución por unos Ejércitos profesionales cuyo mantenimiento en número y dotación para la defensa de España era inviable a causa de la crisis económica, agudizada, como ahora, por una política irracional y corrupta. Podrá discutirse si Aznar pudo o no reparar aquella deprimente situación de hecho. Lo cierto es que asumió la responsabilidad de instaurar la nueva modalidad de unas Fuerzas Armadas profesionales, sujetas a inexorables limitaciones operativas. Y que requerían, además, el desmoche de unos desproporcionados cuadros de mando para la entidad numérica de esos nuevos y limitados Ejércitos.

RODRÍGUEZ HA DESENTERRADO LOS MÁS AÑEJOS ODIOS SOCIALISTAS

LA llegada de Rodríguez al poder llegó acompañada de muy gravosas hipotecas para España, derivadas de las matanza del 11 de marzo en los trenes de Atocha. Julio Anguita expresó en unas recientes declaraciones su convicción, asentadas en confidencias atendibles, de que tras de aquella monstruosidad estuvieron manos extranjeras. ¿Sólo en ámbitos vitales para nuestra economía, en política exterior, en la cesión a Gran Bretaña de soberanía efectiva sobre Gibraltar, en la traición a los saharauis al someterse a las exigencias del sátrapa marroquí, en el amparo al islamismo al tiempo que una insidiosa ofensiva contra el catolicismo o el enfangamiento moral de la sociedad y en particular de la juventud? También en el militar.

Hemos asistido a la desmilitarización casi total de zonas críticas del interior como las Vascongadas y Cataluña, al tiempo que a una progresiva reducción de los efectivos en Ceuta y Melilla, plazas de soberanía española reivindicadas por Marruecos y con una ya casi mayoritaria población marroquí a la que no se pone coto. Desaparecen regimientos con robusta historia. Se suprimen banderas de la Legión y se desvirtúa nuestra Infantería de Marina, la más antigua del mundo. Las academias militares se transforman en remedo de centros universitarios en defecto de esenciales enseñanzas castrenses. Las escalas militares se ven sometidas a alteraciones sin fundamento. Cuesta cubrir los cupos de los jibarizados Ejércitos profesionales pese a la crisis económica. Se crea la Unidad Militar de Emergencia, bajo el mando directo del presidente del gobierno, con emolumentos y dotación moderna, que enmascara su condición real de guardia pretoriana. Se envían a frentes de guerra, como Afganistán, unidades con armamento anticuado, inhábil para ese tipo de contienda y con la orden de no disparar al enemigo, ya que, como aseveró Bono, es más razonable morir pasivamente a manos del enemigo que matarlo para no morir. Ahora se sabe que no hay dinero para renovar el anticuado parque de las unidades acorazadas y tampoco para construir los submarinos convencionales de última generación que estaban programados. No tenemos un ministerio de Defensa, sino un ministerio para la indefensión.

Pero existe un mal mucho más profundo del que es consecuencia todo lo anterior. No ya que la democracia sólo tiene vida fantasmal en los papeles oficiales. La clave de tanta abyección en del gobierno Rodríguez y del P(SOE) tiene su anclaje en el odio a España como ser histórico y a su resurrección temporal tras la pérdida de la guerra por su Ejército Rojo. ¿Alguien ha escuchado a Rodríguez un ¡Viva España!?. Al pasar revista a una unidad del Ejército con destino en el Líbano le correspondía darlo. Pero ordenó que lo hiciera al mando de la tropa. Convirtió en ministro para la definitiva descomposición de las Fuerzas Armadas a una catalanista que hizo causa común con el indeseable del “Puta España”. La Chacón expedientó al oficial de la unidad en prácticas que colocó una bandera de España en el monte Gorbea, santuario del independentismo vasquista. Tantas otras corrosivas acciones que sería enojoso enumerar.

Sin Fuerzas Armadas no hay Estado, como tampoco con una Justicia sometida al poder político. Y sin Estado no existe la Nación. Sin Estado-Nación, España se convierte en un cadáver. ¿Y no era precisamente la destrucción de los Estados-Nación, y de las Patrias, lo que ya postulaba David Rockefeller en diciembre de 1996?. Para que el NOM avance de manera imparable hacia el establecimiento del Gobierno Mundial, es premisa indispensable que desaparezcan las naciones mediante la pinza de su destrucción interior y la cesión de su soberanía a un absolutismo supranacional.

LA LARGA MANO DE LA MASONERIA

UN amable lector me alertaba en el foro la semana pasada sobre el abrupto final de la conversación entre el Rodríguez y el cardenal Rouco cuando éste le recriminaba por el incumplimiento de las promesas que le había hecho y las garantías que le había dado. Cortó desabrido el presidente del gobierno: “¿Usted no tiene un jefe en Roma? Pues a mí me pasa los mismo”. Una confesión que reclama identificar ese jefe omnímodo a cuya obediencia se debe y al que conviene la destrucción de España.

Existe una amplísima y reveladora bibliografía acerca de la resolutiva influencia de la masonería en todos los episodios negativos para el devenir de España desde que, a finales del siglo XVIII ls Orden de los Iluminados promovió las revoluciones norteamericana y francesa. Fondo documental que se ha enriquecido en los últimos tiempos respecto de la masonería en España.

El Confidencial Digital (16.11.2009) publicaba una llamativa información sobre el simbolismo masónico del obelisco que, diseñado por el arquitecto Calatrava, se alza en la madrileña Plaza de Castilla como un reto al monumento en memoria de José Calvo Sotelo, que la presidía en solitario. El obelisco es uno de los principales símbolos de los Hijos de la Viuda, equivalente a la Torre Eiffel y la Estatua de la Libertad en Nueva York, regalo del poder masónico francés. Los obeliscos masónicos en lugares públicos como signo de dominio han de satisfacer varios requisitos simbólicos, entre ellos tener más altura que el templo católico dominante en la ciudad. El obelisco de la Plaza de Castilla, al que se añade un cierto perfil fálico, tendrá 92 metros de altura, 19 más que la catedral de la Almudena. Y además, en la parte más alta de Madrid. Con un coste de 14,5 millones de euros, Caja Madrid sufraga nueve y el Ayuntamiento los restantes 5,5 millones.

Añade la información que “se ha hablado estos último años sobre la pertenencia de insignes españoles a alguna de las logias masónica que existen en nuestro país”; y asimismo, que “el número de adhesiones está aumentando con personajes muy conocidos en el ámbito económico, político y social”. Ricardo de la Cierva ha puesto al descubierto a un buen número de ellos en las más altas esferas de los poderes reales. La nómina se amplía cuando se siguen en fotografías y televisión los signos de identificación que suelen intercambiar tantos de ellos o exhiben cuando posan. Pero el análisis es harto más certero cuando se repara en la concordancia entre las líneas maestras de la estrategia masónica y la gestión de determinados gobiernos, especialmente el actual nuestro. Y no cabe duda de que Rodríguez y sus gobiernos, con la ayuda de infiltrados en el llamado centro-derecha, aplican esa estrategia sin rebozo y a uña de caballo. El desmantelamiento de la Fuerzas Armadas y su desvinculación del ser histórico de España evidencia hasta qué punto iluminismo y masonería dirigen el destino de nuestra Patria hacia el abismo de la desintegración.

A nadie puede sorprender el bochornoso espectáculo de la bajada de pantalones del gobierno ante una pandilla de piratas somalíes. Quienes traicionan al Estado y la soberanía nacional no sólo pierden cualquier atisbo patriotismo y de sentido del honor Meten a España en un ataúd para ser incinerada.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5449

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