lunes, octubre 27, 2008

Carrascal, No la dejes correr

No la dejes correr

JOSÉ MARÍA CARRASCAL

Lunes, 27-10-08
CUANDO veo las imágenes de esos aguaceros cada vez más fuertes y frecuentes que se desploman por el sur y este de nuestro país, siento una inmensa pena. No sólo por las gentes que ven inundadas sus casas, arruinado su ajuar, encenagados sus coches, perdido incluso un familiar, sino también por ese agua que se pierde, que se va al mar o nadie sabe dónde. Siendo ésas las tierras españolas que más la necesitan, las amenazadas de sequía, de desertificación incluso, ¿no habría forma de almacenar ese agua, de encauzar esas riadas, de conservar esos torrentes? Imagino las dificultades para lograrlo, ya que muchas de esas trombas caen en zonas próximas al mar, donde los pantanos son prácticamente inviables. Pero llueve torrencialmente también en el interior, como estamos viendo, donde tampoco se está haciendo nada para sacar algún provecho de la desgracia. Aparte de que éste es un problema técnico, y los problemas técnicos, a estas alturas, tienen solución. ¿No estamos convirtiendo los subsuelos de nuestras grandes ciudades en enormes quesos gruyeres? ¿No estamos perforando, no ya montañas, sino cordilleras para llevar el AVE a los más apartados confines de España? ¿No se apunta la posibilidad de traer agua del Ródano a Cataluña? No me digan, por tanto, que no es posible retener por lo menos parte de ese agua que se desploma sobre Andalucía y Levante con la intensidad de minidiluvios. Lo que ocurre es que nadie ha prestado atención al problema, concentrándose todos en asegurarse la poca agua que tienen nuestros ríos, que, por cierto, son de todos, aunque parece que lo hemos olvidado.
Dos cosas, sin embargo, sabemos con exactitud. La primera, que va a llover cada vez más esporádica, pero más intensamente, lo que significará inundaciones como las que estamos viendo. La segunda, que vamos a tener un déficit cada vez mayor de agua, dado el dispararse de su consumo, tanto en la agricultura como en el uso personal. Lo que nos llevará a que, dentro de no mucho, el agua será tan preciosa como lo es hoy el petróleo. Y si estamos sacando petróleo del mar del Norte, uno de los más fieros del planeta, ¿no vamos a ser capaces de retener parte del agua que cae sobre nuestras tierras más sedientas? No lo creo. Lo que creo es que falta imaginación y sobra previsión, que falta política grande y sobra política pequeña.
Ya sé que con las autonomías convertidas en casi soberanías a caballo de los nuevos estatutos, un plan hidrológico nacional es cada vez más imposible. Pero sé también que sin un plan hidrológico nacional que incluya todos los aspectos de los recursos hidráulicos empezaremos dentro de no mucho a ser dependientes del agua exterior -o de las desaladoras, que vienen a ser lo mismo- como lo somos hoy del petróleo. Todo, por dejar irse al mar el agua que asola nuestros campos y pueblos. Mientras lo que preocupa a nuestros políticos es si son invitados a no a esta o la otra cumbre

http://www.abc.es/20081027/opinion-firmas/dejes-correr-20081027.html

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