lunes 27 de octubre de 2008
JOSÉ VILAS NOGUEIRA CATEDRÁTICO DE CIENCIAS POLÍTICAS
memoria de los días
Vísperas electorales
Cada cuatro años, el primer martes de noviembre, se celebran las elecciones presidenciales americanas. El próximo día cuatro es uno de estos martes. Uno de los candidatos, el senador Barack Hussein Obama, ofrece un perfil muy singular. Es mestizo, pero sus ancestros no se dedicaron al cultivo del algodón en las explotaciones esclavistas de la Confederación. Por el contrario, lo más llamativo de su biografía es su origen familiar. Su padre era keniata, y a los dos años de su nacimiento, se divorció de su madre y regresó a Kenia, donde falleció veinte años más tarde. Cuatro después del divorcio, su madre se casó con un ciudadano indonesio, llevándose al país de su nuevo marido al pequeño, que hizo sus primeros tres cursos en escuelas locales de Yakarta. A los diez años de edad Barack se fue a vivir a Hawai con sus abuelos. En fin, un producto acabado de la "alianza de civilizaciones", con la ventaja de que no presume de abuelo fusilado. Ganó la nominación demócrata frente a Hillary Clinton, aparentemente temible adversaria pero que no pudo superar la antipatía que suscita en el establishment político de Washington.
Según los unánimes augurios de la cofradía progre, que es más católica, o sea universal, que la Iglesia así llamada, Obama arrasará. Casi todos los titiriteros del mundo occidental se derriten con los discursos de Barack Hussein, una colección de "buenas" intenciones. Pero es el fruto de estos tiempos de realidad virtual, en los que la comedia mediática se engolfa en confundir la realidad y la apariencia, lo principal y lo accesorio, al servicio del embrutecimiento del personal. Véase, si no, como la demanda de Zapatero a ser admitido en la próxima cumbre económica mundial es apoyada con el mismo tipo de argumentos y afectos que los que se emplean con la selección español de fútbol.
En una película franco-canadiense, Las invasiones bárbaras, Denys Arcand hace un retrato de nuestro tiempo y nuestro mundo. El film es más desolador que su propio título, porque las "invasiones" ya han dado paso a la conquista. Apenas el protagonista y algunos de sus amigos son conscientes de la ruina del mundo civilizado. El cáncer que acaba con la vida de Rémy es no sólo una metáfora, es una metástasis de la quiebra de la civilización. Pero volviendo a las elecciones americanas, el contendiente de Barack Hussein es John Sidney McCain III, un anciano senador, al que la cofradía progre ataca con furia desmedida. Como el Juez Garzón, por universal que sea su jurisdicción no puede abarcar la reparación de tanta injusticia, el Wall Street Journal ha venido en su ayuda, descubriendo que hace 160 años un tatarabuelo del candidato republicano, William Alexander McCain, compró una partida de esclavos. Cuando fueron liberados recibieron el apellido de su antiguo amo, como solía acontecer en la época. Pues, resulta que estos McCain negros están poseídos de santa cólera porque el McCain blanco, y ahora candidato republicano, no asiste a las reuniones del club familiar que aquéllos han constituido en Mississippi. Habrase visto tal despegue. Seguro que ustedes, como yo mismo, frecuentamos asiduamente a todos nuestros parientes de hace 160 años, ¡qué digo!, incluso de la época de Breogán.
Probablemente gane Obama; probablemente el despotismo progre conquistará también los Estados Unidos. Pero si, por si acaso, quieren liberarse, aunque sea sólo por unos minutos, les aconsejo lean un artículo de C. Krauthammer, del Washington Post, publicado en El Mundo, del pasado día 25 (p. 26). Tenga o no razón, es un respiro ante la atosigante obamamanía.
http://www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=13&idEdicion=1049&idNoticiaOpinion=357859
lunes, octubre 27, 2008
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