lunes 2 de junio de 2008
La soledad de Esperanza Aguirre
Pablo Sebastián
La fotografía de Rajoy en Valladolid arropado por la gran mayoría de los dirigentes del Partido Popular —con la sola ausencia de Esperanza Aguirre, una vez que María San Gil ha dimitido— responde a muchas más cosas que al deseo de iniciar una nueva etapa más moderada y dialogante que la anterior, a ver si recuperan el centro político y el poder. Los dirigentes y barones periféricos del PP, que consideran inevitable la tercera oportunidad de Rajoy —que él blindó, impidiendo que otros accedieran al Congreso de los Diputados—, saben que un giro más a la derecha y una profunda crisis en el partido les conduciría a una nueva derrota nacional y pondría en peligro los ayuntamientos y comunidades autónomas donde gobierna el PP. Como saben y repudian la permanente intromisión —que ha derivado en insultos— en la vida del partido y en su estrategia política de El Mundo y la COPE, coautores de la derrota electoral del PP como agitadores de la crispación y la conspiración del 11-M. El ruido milagroso al que se agarró Zapatero para tapar sus errores y movilizar su electorado agitando el fantasma de una derecha integrista y catastrófica para, finalmente, ganar las elecciones.
Esperanza Aguirre, la única oposición sólida a Rajoy —lo de Juan Costa es una broma—, debería saber que esto es así, y ser consciente de que su hasta ahora estrategia, del “cuanto peor el PP, mejor para ella”, le puede costar muy caro en las elecciones autonómicas del 2011, en las que podría perder la Comunidad de Madrid si, para entonces, la crisis del PP sigue abierta, se han sufrido algunas derrotas en los comicios europeos, o los autonómicos de Galicia y el País Vasco, y ella permanece ubicada en la derecha extrema del partido y en la crispación que a diario refleja —incluso contra su propio partido— Telemadrid.
La presidenta madrileña, que perdió su oportunidad cuando no se atrevió a presentar su candidatura para presidir el PP —que llevaba preparando varios años— al día siguiente, 10 de marzo, de la derrota de Rajoy, debe reflexionar porque su futuro en la Comunidad de Madrid, en el PP y en la política está en juego. Y porque, o pone a su partido como prioridad, o se quedará en el papel de “mala de la película”, que ya reconoce y que se ha ganado a pulso, entre otras cosas por ponerse en manos de los intrigantes y bronquistas de El Mundo y la COPE, con los que ha acabado chocando: el periódico se ha pasado a Juan Costa y el gran insultador de la COPE le ha mordido a la presidenta la mano que le daba de comer, llamándola “manipuladora y caradura”.
Aguirre, que en un momento quiso emular a Thatcher, Bachelet y Merkel, a la vez, está acabando como Hillary, de perdedora pero sin dar la batalla que la senadora mantiene viva hasta su último suspiro. Coincidiendo Aguirre con la americana en la idea de que prefiere la crisis de su partido, si ella no es la candidata, a pactar con Obama, que es lo que debería haber hecho Aguirre con Gallardón, si para ella lo importante es que su partido gane las elecciones, derrotando a Zapatero. Y no digamos si fuera la mitad de liberal de lo que pregona, en vez de subirse en el carro de lo más rancio del PP.
En todo caso, al día de hoy, y salvo alguna sorpresa de última hora, Rajoy se perfila como ganador del congreso. Y, siendo cierto que el aparato de Rajoy y los barones periféricos abusaron de su influencia para tener controlado el congreso del PP, tampoco se puede olvidar la guerra sucia de los citados medios bronquistas, que aún dicen defender los principios de la derecha española, y que, de igual manera que llevaron a Aguirre al borde del precipicio, han metido en su enloquecida trituradora a dirigentes como Zaplana, Acebes, San Gil, Mayor Oreja, y a otros más pintorescos como Elorriaga, Arístegui, Ballestero, en pos de una ridícula traca final a la que pretenden subir a Juan Costa, para que arda como un ninot disfrazado de Bob Kennedy (sic), que sólo serviría para legitimar la victoria de Rajoy.
Los errores de Esperanza Aguirre la pueden llevar a la dramática situación de aparecer como la perdedora de un congreso del PP al que no se presentó. Y si insiste en ellos y el PP no levanta cabeza, podrían llevarla a su propia derrota electoral en la Comunidad de Madrid. Lo que daría para elaborar un estudio sobre cómo perder una batalla política sin participar en ella, que es lo que Aguirre está a punto de completar.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=02/06/2008&name=manantial
domingo, junio 01, 2008
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