lunes, junio 23, 2008

Ferrand, Aznar, lo que el viento se llevó

lunes 23 de junio de 2008
Aznar, lo que el viento se llevó

Manuel Martín Ferrand
“No hay amigo del amigo,
ni los deudos son ya deudos,
ni hay hermano para hermano
si anda la ambición por medio”


(José Echegaray)


Mariano Rajoy, a quien sin duda protegen las meigas, ha salido triunfante del XVI Congreso del PP. Éramos mu-chos quienes pensábamos que no conseguiría, siquiera, re-sultar indemne; pero está claro, y debe reconocerse, que andábamos equivocados. Ha contado, una vez más, con la ayuda de José María Aznar, el hombre de la melena al vien-to que se agarra desesperadamente a la juventud que le queda y del que nunca se sabe si cabalga a lomos de la ambición desbocada o de la soberbia desmedida.

En los últimos tiempos, a la vista de los acontecimien-tos, hemos pretendido buscar la verdadera dimensión de Aznar en las empresas de Rupert Murdoch, desde The Ti-mes a la Cadena Fox, incluso en Fundes y los vapores que allí emanan; pero donde verdaderamente se le identifica sigue siendo en Hola!. Ahí es donde luce su más prístina identidad, junto a Flavio Briatore, Ana Botella y una señora vestida de novia, cuyo nombre no recuerdo, pero que he visto desnuda con tanga.

Aznar, aquel muchachito modoso que nunca alcanzó a tener el talento de su abuelo ni la bondad de su padre y que llegó a presidente del Gobierno de España, se ha con-vertido en un inmenso hortera internacional. Cuando el viernes a mediodia, en el avión de un amiguete ricachón, llegó a Valencia era todavía el referente máximo del PP. Presidente de honor y designador, por sí y ante sí, de un Rajoy tambaleante y herido por las circunstancias.

El gran problema de Rajoy en el Congreso de Valencia consistía en tener que escenificar, para poder aspirar a ser quien dice ser, eso que los psicoanalistas llaman “la muerte del padre”. No le hizo falta llegar a tan doloroso gesto. Az-nar, “el padre”, se hizo el harakiri en presencia de la cúspi-de saliente, de la entrante, de los compromisarios y de cuantos invitados notorios asistían al acontecimiento. Haciendo gala de la mala educación con la que suele com-portarse, algo que no es nuevo, el presidente de honor lle-gó tarde e interrumpió el acto. Saludó discriminadamente y con modulación de afectos. Ninguneó a Manuel Fraga, cosa que no se debe hacer con nadie y menos con un respetable señor de 84 años de edad, y le dio la mano a su sucesor como quien entrega un lenguado en una pescadería, mi-rando al tendido.

Aunque la buen educación no esté de moda, la gente normal tiende a ser muy sensible frente a la mala. La gro-sería ofende y, mucho más, cuando procede de quien por su rango y biografía debiera parecernos exquisito y, si se apura, hasta remilgado. El discurso que vino después, una bronca extemporánea a quien fue su pupilo y beneficiario, remato la jugada.

Aznar, que parece haber hecho el juramento de Escar-lata O’Hara en Lo que el viento se llevó – “A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre” – le hizo así su ultimo servicio al pánfilo Rajoy. Siempre nos quedará la duda sobre si el gallego hubiera sido capaz de rematar la faena y hubiera llegado a “matar al padre”. No hizo falta. El propio Aznar, en uno de sus arrebatos de soberbia patoló-gica, se abrió el vientre de su intolerancia en presencia del respetable. Todo un mutis. Con él concluye cualquier espe-culación sobre su futuro político e, incluso, sobre su in-fluencia en el PP que, no sin mérito, refundó e hizo grande.

Lo demás ya fue fácil para Rajoy. Ahora todo depende de él y de su equipo que, en una primera impresión, es sensiblemente mejor al anterior. Se salió con la suya y vuelve a ser candidato a La Moncloa, pero ese es otro asunto y nos queda toda una compleja legislatura por de-lante para poder valorarlo.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=23/06/2008&name=ferrand

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