viernes 2 de noviembre de 2007
Verdad judicial y verdad real
Wifredo Espina
M IENTRAS no haya otra verdad, la verdad judicial es la que vale. Esto deberíamos tenerlo en cuenta todos. Sin respetar esta regla básica en un Estado democrático de derecho, la convivencia no es posible. Los que no estan del todo de acuerdo, jurídicamente han de acatar el pronunciamiento judicial. Pueden expresar sus reservas de insuficiencia, pero no descalificarlo. Estas son las reglas del juego. El fundamento convivencial de un país civilizado, de una sociedad normal. La verdad judicial no es inexorablemente toda la verdad, ni siempre la verdad auténtica. Pero constituye la verdad convivencial. Y aunque pueda haber disonáncias, es la que socialmente debe prevalecer. Al menos, mientras no se demuestre con evidencia lo contrario. La verdad es la realidad de las cosas, según el filósofo Balmes. Si la verdad judicial coincide con la realidad de las cosas será la verdad. Puede que no coincida del todo. En este caso no será toda la verdad. Si no lo es, los discrepantes pueden seguir investigando en la realidad. Desde el acatamiento a la palabra judicial y sin utilizar sus dudas para imponerlas a los demás. La verdad judicial es la verdad para la convivencia, no para la dogmatización ni el anatema al discrepante. Su posible no coincidencia plena con la realidad de las cosas no la invalida, pero tampoco cierra herméticamente todas las puertas a seguir investigando, a profundizar en la realidad de las cosas. Los que creen en la sentencia tienen a su favor la presunción legal de estar en la verdad. Los que sospechan que aquella es insuficiente, tienen a su favor la libertad de investigar. Si no lo hacen, deben tener la prudencia de callar.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4240
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