viernes, noviembre 02, 2007

Villacañas, Seis apuntaciones correlacionadas.- 5...

viernes 2 de noviembre de 2007
Seis apuntaciones correlacionadas.- 5 La Falange y los falangistas
Antonio Castro Villacañas
C ON la Falange y con los falangistas sucede algo parecido a lo que pasa con el franquismo: que bajo una misma capa política han vivido y viven -con mayor o menor intensidad- distintas especies, grupos, familias, personas e individuos, de acuerdo con los tiempos y las circunstancias... La cosa empezó el 29 de octubre de 1933, el mismo día en que José Antonio, desde el escenario del madrileño Teatro de la Comedia, anunció el nacimiento de una entidad política nueva, una entidad que no era ni un partido ni de un partido, sino un conjunto en movimiento: esto es, no una parte o una partida, sino algo en marcha, algo con claro origen y claro propósito, algo que -mientras busca llegar cuanto antes y del mejor modo posible a su destino-, procura aunar en su seno toda clase de personas y opiniones que no pretendan anteponer sus propios intereses a los comunes. Muchos de los asistentes a aquel acto eran personas de mediana edad o ya maduros, y habían acudido a él creyendo que el hijo del Dictador iba a reivindicar o refundar civilmente la Dictadura, o resucitar y reorganizar la Unión Patriótica, el inconcreto grupo político que puso en marcha desde el Poder, en su última etapa de gobierno, el general Primo de Rivera. Nadie puede dudar de que casi todos ellos figuraron en el primer núcleo de falangistas. Otra importante porción de aquel mismo público creía que José Antonio iba a decir palabras parecidas a las que desde abril de 1930 hasta abril de 1931 pronunció en diversos lugares de España como destacado mlitante de la Unión Monárquica Nacional para apuntalar el tambaleante Trono de Alfonso XIII al margen de los monárquicos cortesanos, oficialmente constitucionales y liberales... También estos oyentes, en buena parte, fueron núcleo inicial de la primera Falange. Pero José Antonio no quería ser esa triste cosa que es "un hijo de papá". Quería ser algo más que el hijo del antiguo Dictador. Por eso aquel 29 de octubre no habló de la Dictadura, ni se refirió a ella, porque el movimiento que se iniciaba debía nacer sin ningún vínculo con el pasado. Por esa misma razón tampoco habló de la Monarquía. No se puede dudar de que tales silencios causaron que no se hicieran seguidores suyos algunos asistentes a aquel "acto de afirmación nacional", ni de que dejaran de serlo -pasado algún tiempo- quienes creyeron que al afirmar la Nación se iba también a afirmar la Corona y la Dinastía. La Falange -curiosa circunstancia- nació sin nombre y casi sin organización. Pese a ello, el acto de la Comedia fue un éxito: quienes oyeron a José Antonio directamente, junto a quienes leyeron su discurso en el periódico "La Nación" del día siguiente, se dieron prisa en comunicar a sus amigos que "algo" nuevo y diferente a cuanto brillaba hasta entonces en el firmamento político español habia aparecido en Madrid envuelto en la voz, el pensamiento y la personalidad del hijo del Dictador... Sabemos que éste recibió en aquellos días numerosos testimonios de adhesión y de censura, pero desconocemos cuántos estaban motivados por el discurso en sí y cuántos otros se movían a favor o en contra del Movimiento Español Sindicalista y/o del Fascio Español, nombres barajados -pero no aceptados- para bautizar el nuevo movimiento. Este se llamó oficialmente Falange Española, tras la propuesta de Julio Ruiz de Alda, a partir del 7 de diciembre de 1933, cuando el semanario "FE" publicó en su primer número los nueve Puntos Iniciales de su manera de ser y pensar. Desde entonces hasta el 13 de febrero de 1934, fecha de su fusión con las JONS de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo, los ya militantes falangistas tuvieron la sensación de vivir algo nuevo que estaba rodeado de diversa clase de peligros, a salvar mediante muchos tipos de trabajos, pero que valía la pena afrontar por dos innegables razones: 1) la expresión alegre, concreta y positiva de la nueva doctrina política; y 2) su profundidad religiosa y metafísica. Con esta dotación positiva, la Falange y los falangistas de entonces tuvieron que hacer frente a cuatro grandes peligros: 1) la posibilidad de que todo quedara reducido a ser un círculo simplemente intelectual o literario, sin influencia alguna sobre el pueblo o las masas de España; 2) el convertirse en o germen de un simple grupo reaccionario; 3) el ser un satélite más de las izquierdas; y 4) el ser una mera copia o una simple imitación del fascismo. No puedo, aunque bien me gustaría, analizar ahora cada uno de estos temas. Lo haré, por tanto, en unas nuevas apuntaciones. Ello supondrá aumentar el número de las seis correlacionadas. Confío en que los muchos interesados en la interpretación de nuestra reciente historia -a quienes agradezco sus comentarios- no me lo tendrán demasiado en cuenta.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4236

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