viernes 2 de noviembre de 2007
De aquí al 9 de marzo
Por CARLOS HERRERA
EL 9 de marzo la clase política se examina. Lo ha comunicado Manuel Chaves, el delegado del Gobierno de Rodríguez Zapatero en Andalucía. Habrá, por lo tanto, elecciones conjuntas. Una vez más, Andalucía al servicio del señorito. Una vez más, la chacha de España, el gracioso agradador, el «lo que usted mande, Don Fulanito». Una vez más sin debate propio para dilucidar por qué Andalucía no despega, no cambia de régimen, no abandona clientelismos, no se sacude los complejos. Estamos ahí «pá lo que haga farta, presidente», luciendo estatuto nuevo con aires de nación de pacotilla pero sin que se note en lo que tiene que notarse. Y este futuro 9 de marzo viene anunciado en las estrategias elementales de estos días: el partido socialista se agarrará a la sentencia del 11-M como el que se agarra a un clavo ardiendo -aunque acabe en la unidad de quemados- ya que hay que tapar socavones, inflaciones disparadas, estatutos desbocados y leyes memorísticas a medio camino entre el ajuste de cuentas y la justicia pendiente. Quienes creemos que la sentencia leída por el juez Bermúdez va servir de debate político poco más de cuatro días podemos estar en un error y darnos de bruces con una campaña electoral en la que de nuevo hablemos del 11-M y de la guerra de Iraq, de lo malo que era Aznar y de lo mucho que mintió el perverso Acebes. Profesionales de la mentira acusando de mentirosos a torpes aficionados más lelos que otra cosa. Pero el PP se las pinta sólo para complicarse la vida: haría bien en no darle ni un solo metro de ventaja al PSOE en materia electoralista, pero ¡cuánto les gusta enfangarse! Las palabras de Rajoy afirmando su deseo de que se siga investigando cada uno de los aspectos que no aclara la decisión del tribunal pueden ser todo lo correctas que se quiera, pero dan a entender que, para el líder de la oposición, a la sentencia le falta algo. Y a la sentencia le puede faltar todo lo que a Rajoy le parezca, pero lo último que puede hacer es decirlo y ofrecerle munición a un adversario desesperado por encontrar un fortín con el que defenderse de las muchas adversidades que le acosan. En el PSOE se dividen bien el trabajo. Rodríguez de España se pone de perfil y dice que hay que mirar al futuro, olvidarlo todo, construir el nuevo consenso nacido de la aplicación de la justicia, mientras que, a la par, Rubalcaba y Blanco desenfundan y nos devuelven a las insoportables noches del 12 y 13 de marzo, aquellas en las que toda violentación de las normas preelectorales era poca. Ha bastado esa sola frase para que no hubieran de retorcer demasiado su argumentario y, a partir de ahí, escurrir el trapo hasta la última gota.
El 9 de marzo habría que votar en función de cómo nos afecta al bolsillo la crisis microeconómica que se anuncia en la espectacular subida del IPC, de las hipotecas y del paro. El 9 de marzo habría que votar en función de las obras públicas empantanadas por la ineptitud de una ministra vocinglera e incapaz. Item más por los desafíos a la solidez del estado que lanzan los socios del Gobierno, por el fracaso de un proceso de paz que ha dejado una ETA más fortalecida y con representación en las instituciones y por el refrito de leyes memorísticas que tratan de reavivar lejanos enfrentamientos entre españoles. Pero, a la vista de estos dos días, todo apunta a que los socialistas querrán que se vote no por leyes justas y necesarias como la de Dependencia, sino por la muerte de doscientos ciudadanos víctimas del terror islámico y por la gestión que un Gobierno ya olvidado hizo de la crisis posterior. Es decir, que volvamos al pasado como si no hubieran pasado cuatro años. Demasiado intragable.
Ellos sabrán a lo que se arriesgan: el examen ya está convocado y esta vez no vale copiar.
http://www.abc.es/20071102/opinion-firmas/aqui-marzo_200711020253.html
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