viernes, septiembre 28, 2007

Luis Pousa, La primera diplomatica

viernes 28 de septiembre de 0207
LUIS POUSA
CELTAS SIN FILTRO
La primera diplomática
La presencia gallega en Iberoamérica es, quizá, el mejor fundamento que avala la apertura de delegaciones de la Xunta en aquellos países de mayor tradición receptora de emigrantes, en los que todavía se mantienen vivos los lazos familiares entre las dos orillas del Atlántico.
Lejos de aquellos tiempos en los que la plata proveniente de las Américas fundaba escuelas y aportaba el sustento con el que paliar las necesidades de los que habían quedado guardando los orígenes, la geoeconomía mudó de tal manera el panorama que los papeles han cambiado. Y allá hay quienes sufren penurias, en gran medida consecuencia de los bajos niveles de bienestar y de protección laboral que existen en esos países de acogida.
Lógicamente, las cosas no son unívocas, y los gallegos son también miembros destacados de las élites empresariales, políticas y culturales de la mayoría de los países latinoamericanos. La otra vertiente de la diáspora que debe ser aprovechada en la formación de una red de intereses mutuos entre Galicia y aquéllos.
Por tanto, razones de distinta índole avalan el asentamiento de una representación oficial de Galicia en aquellas ciudades americanas en las que la colonia gallega tiene más peso. De todas ellas, Buenos Aires es la que, sin duda alguna, aporta más caudal de intereses gallegos en ambas direcciones, tanto de ida como de vuelta. Aunque hay otras, São Paulo, Caracas y México D.F., por ejemplo, en las que la huella gallega es notable y digna de mejor causa que la de una visión folclórica y esclerotizada de las relaciones entre los emigrantes gallegos y las instituciones autonómicas.
La cuestión de cómo establecer las relaciones entre los dos puntos del arco no es menor. Muy al contrario, a esa tarea le corresponde el reto y el privilegio de crear nuevas fórmulas de comunicación, solidaridad y entendimiento de un fenómeno que ha tenido su origen en la emigración, pero que ya no se solventa con unas justas literarias ni con un concierto masivo de gaitas en una romería enxebre. Las relaciones entre los de aquí y los de allá han de construirse sobre cimientos muchísimo más sólidos y efectivos que aquellos. Y deben suponer una oportunidad inteligente de que generen beneficios de distinto orden en ambas direcciones.
El nombramiento de María Xosé Porteiro como primera delegada de la Xunta en Buenos Aires es una buena elección. Al talante dialogante y conciliador que ha caracterizado su quehacer político en el plano local, autonómico y estatal, une la experiencia que ha ido adquiriendo en política exterior como portavoz adjunta de la Comisión de Asuntos Exteriores de Congreso de los Diputados, y una capacidad de trabajo que hace de ella una batalladora incansable.
Hay otro aspecto a destacar en ella, y es el de su sensibilidad hacia los problemas sociales y las cuestiones humanitarias.
A María Xosé Porteiro, la primera diplomática de la Xunta, si se me permite la expresión, le corresponde abrir una etapa nueva en las relaciones con la emigración gallega. Y, por tanto, poner en marcha las infraestructuras físicas y los elementos organizativos que requiere el caso. Pero, sobre todo, articular el modelo que justifique la necesidad de esa presencia en la quinta provincia

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