viernes 28 de septiembre de 2007
Los tres monos sabios
M. MARTÍN FERRAND
QUIERE la costumbre y favorecen las normas que el partido político del que se destila el Gobierno (del Reino) de España acuda al Congreso de los Diputados como un remedo de los tres monos que simbolizan la sabiduría oriental. Sin ver, sin oír y sin hablar, sospecho que también sin entender, asisten, cuando lo hacen, a las correspondientes sesiones y, como autómatas bien engrasados, aplauden o patean, afirman o niegan, según las indicaciones de sus jefes de fila. Es el triunfo de la partitocracia y cursa con merma de la más auténtica representatividad.
A la vista de los Presupuestos Generales del Estado los monos del PSOE se han tapado la boca con sus manitas y, cerrados los ojos y taponados los oídos se han limitado a asentir. Todos los demás grupos significativos en la Cámara -PP, IU, PNV y CiU-, cada cual con sus razones, han manifestado su desacuerdo con el proyecto. Para Mariano Rajoy rompen «el principio de igualdad entre los españoles» y para los demás resultan cortos, escasamente sociales o poco ajustados a las demandas autonómicas y/o los pactos previamente establecidos.
Conviene recordar que la de Presupuestos es la Ley más importante para el correcto funcionamiento del Estado. En ella se distribuyen los epígrafes del gasto y la inversión públicos a partir, y esto es lo importante, de los recursos aportados por los contribuyentes, personas físicas o jurídicas. Es decir, por los ciudadanos. De ahí, precisamente, arranca el primero de los errores de concepto y diseño que maneja José Luis Rodríguez Zapatero y no tratan de enmendar quienes tienen la responsabilidad de las distintas carteras entre las que se reparten las responsabilidades del Gobierno.
El objetivo de un Gobierno, tanto más cuanto menos quiere acercarse a la derecha, son los ciudadanos. No las autonomías, ni las provincias, ni los gremios, ni los empleadores o los empleados: los ciudadanos vistos en su conjunto y considerados en su individualidad. Esos lotes territoriales que van dibujando la práctica y la escasez de Zapatero, los que arrancan de sus compromisos y sustentan su continuidad, integran una idea antitética del eje fundamental y rector de una democracia verdadera. Sea cual fuere la forma del Estado, república o monarquía, en la que esa democracia se asiente y acomode al tiempo que se fortalece en la representatividad unívoca y el parlamentarismo verdadero.
Zapatero, que evidencia el desprecio ante sus antagonistas e ignora la voz y la demanda de sus conmilitones, que sólo atiende, y con deslealtad, las demandas de sus franquicias regionales, está dándole cuerpo a un engendro nacional que no arranca de la Constitución y cuyo pronóstico es alarmante. Sería conveniente que los monitos sabios abran los ojos, escuchen con atención y hagan oír su voz. Son la mayoría.
viernes, septiembre 28, 2007
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