viernes, septiembre 28, 2007

Carlos Herrera, La soledad del Rey

viernes 28 de septiembre de 2007
La soledad del Rey
CARLOS HERRERA
LOS senadores de Entesa, o sea, el tripartito, quieren que el Rey no sea máximo jefe del Ejército; prefieren al presidente del Gobierno. Soberbio. Dentro de su repentina cruzada personal contra la Monarquía, el senador Anasagasti arremetía hace pocos días contra la alta institución en televisión blandiendo una argumentación tan definitiva como irrefutable: el yerno vasco del Rey no ha bautizado a ninguno de sus hijos con ningún nombre del santoral sabiniano. Los niños son catalanes, pero eso no tiene importancia ya que el buen vasco debe continuar con la tradición allá donde se encuentre y calzarle a sus retoños cualquiera de los bellos nombres de la ensoñación euskérica, sea Argolaitz, sea Itxilinz. Poco importa que la mayoría de los vascos se hayan llamado siempre Antón, Javier o Begoña. Un parlamentario cretino de ERC, cuyo nombre ahora no tengo a mano porque escribo en un avión a Bilbao y aquí no conecto con el Google, acaba de autoinculparse en una comisaría catalana de ser responsable de la quema de al menos una fotografía del Rey -cosa que, reconozcámoslo, jamás haría el senador Anasagasti, ya que, al menos, le quedan formas caballerosas en su proceder y no le veo yo prendiendo fuego a nada-. Con la pretensión de echarle un pulso al juez Marlaska, el que investiga los estúpidos hechos de Gerona, y de solidarizarse con la pandilla de energúmenos homínidos que, como todo discurso político, hacen uso del fuego purificador. Más. Un ayuntamiento malagueño, Humilladero, localidad de la que es natural el pronto jubilado Antonio Romero, ha emitido una declaración aprobada con los votos de IU y del PSOE, mediante la cual exigen sea suprimida la Monarquía y sea instaurada la República. Afortunadamente no puntualizan que deba procederse mediante el fusilamiento de los reticentes y el encarcelamiento de los timoratos, pero dedican no poca parte de sus energías y su tiempo a decidir nada menos que la forma del Estado y no el estado de las formas, de las alcantarillas o de las basuras. Edificante. Unos pocos exégetas y reveladores del entretejido de cada frase o cada libro han blandido el reciente ejemplar del eurodiputado Luis Herrero para vocear su interpretación de un pasaje en el que el autor señala una conversación informal con el ex presidente Suárez, mediante la cual éste dibujaba futuribles improbables para hacer constar su determinación ante los diferentes problemas que hubiera podido tener. Conclusión: el Rey posee una fortuna de oscuros orígenes (estuvo agudo Anasagasti, eso sí, cuando señaló que podía haber elegido otros nombrecitos para sus embarcaciones: «Fortuna» y «Bribón») y eso puede costarle el puesto. Todo este argumentario se maneja por una acera del conflicto. Y por la otra acera, ¿quién ha salido a pedir que se dejen de hacer y de decir tonterías? Pues... Pocos, la verdad. El honorable Montilla ha señalado en su Parlamento que Cataluña no tiene por qué quemar a nadie y el ministro Alonso, justamente el de Defensa, ha dejado claro que el Gobierno está con el Rey. Vale, muy amables. Pero, ¿hay alguien más? ¿Dónde se han mentido todos aquellos que le deben a Juan Carlos treinta años de estabilidad y progreso en los que perezosear o vivir del cuento? ¿Dónde están todos los que se han vuelto locos por una foto en una inauguración? ¿Dónde los que estaban fritos por conseguir una audiencia en La Zarzuela que luego poder exhibir en sus negocios particulares? ¿Dónde pacen los líderes de opinión que han desgastado su pluma loando el proceder del Jefe del Estado en los momentos en los que había que estar en la primera línea de tiro? No estoy hablando solamente de una clase política adormilada en los laureles ideológicos de la izquierda, que aún no ha dicho esta boca es mía: ¿dónde se están expresando los empresarios que se han hecho ricos durante estos años de prosperidad? ¿En qué foro han expresado su indignación los mismos que tanto le han bailado el agua?
Va siendo hora de que aparezcan aunque sólo sea por el interés de constar algún día en la lista de los muchos que se dirigen de forma espontánea a La Zarzuela para expresar su solidaridad en momentos absurdos.
Torpes.
www.carlosherrera.com

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